Ni la máquina más poderosa de todos los tiempos puede oponerse a una flota entera con una única obsesion: cazar y hundir al Bismarck. El mismísimo Wiston Churchill, en la Cámara de los Comunes, había declarado que había que acabar con él "a cualquier precio".
Y es que al Reino Unido le había dolido, y mucho, ver como su buque insignia y orgullo de la Royal Navy, el HMS Hood, era hundido por el navío comandado por el almirante Lütjens: Siglos de ventaja en cuanto a victorias y logros navales por parte británica se esfumaban en apenas siete minutos. Y claro, ya sabemos cómo son los ingleses. La cosa no podía terminar ahí.
Siete acorazados, dos portaaviones, cuatro cruceros pesados, siete ligeros, veintiún destructores, seis submarinos y más de cien aviones 'peinaban' las aguas del Atlántico y el Mar del Norte buscando al Bismarck, hasta que un hidroavión catalina lo avistó. Se acercaba el fin para el gigante alemán.
El portaaviones Ark Royal lanzó un ataque de sus algo anticuados pero igualmente útiles swordfish cargados de torpedos que fueron recibidos por un salvaje e intenso fuego de los antiaéreos e incluso las piezas de 38 cm que mantuvieron a raya a los biplanos, cuyos lanzamientos fueron esquivados a bases de golpes de caña del Bismarck. Sin embargo, tres de los aviones, en una hábil maniobra, hicieron un vuelo rasante tomando desprevenida a la tripulación alemana, y lazaron tres torpedos, uno de los cuales, tremendamente acertado, impactó de lleno en el timón derecho, dejándolo fijado y obligado al acorazado a girar en redondo, sin gobierno y, por tanto, sentenciado.
Llegaba el momento de la revancha británica, y asomaban por el horizonte los acorazados Rodney, King George V y Renown. Es el amanecer del 27 de mayo de 1941. Comprobando en primer lugar que el Bismarck, en efecto, daba círculos sin poder impedirlo, comenzó un brutal ataque, una lluvia hierro que hizo imposible la réplica del navío alemán. Una vez sus baterías quedaron silenciadas, los británicos arrasaron la cubierta, acabando con cualquier infeliz que asomara la cabeza.
El hundimiento del acorazado, dado su excelente blindaje, fue lento y doloroso. 1.900 hombres se fueron con él, incluyendo al almirante Lütjens y al capitán de navío Ernst Lindemann. Sólo 110 alemanes fueron rescatados por el HMS Dorsetshire (la flota inglesa se retiró por la supuesta presencia de un submarino alemán en la zona), y otros 800 marinos morirían en las gélidas aguas.
Así explicó el almirante inglés sir John Torvey el final del navío:
“El Bismarck ha librado una batalla extremadamente heroica contra un adversario muy superior, mostrándose digno de las más bellas tradiciones de la antigua Marina Imperial, Se ha hundido enarbolando su pabellón”.
Midway fue la derrota naval más dura del Japón y marcó un punto crítico en la guerra del Pacífico. A fines de mayo zarpó del Japón y de Las Marianas, rumbo a Midway, una gran flota de 200 unidades en la que figuraban acorazados,cruceros destructores, submarinos, aviones y ocho portaviones. El plan japonés fue descubierto y le permitió al almirante Chester Nimitz tomar las medidas del caso.Después de reforzar la isla de Midway con cuantos aviones, cañones y hombres disponía, Nimitz creó dos fuerzas especiales en torno a sus tres portaaviones.El 2 de junio de 1942 las fuerzas japonesas de Hosogaya bombardearon Dutch Harbor, en las Aleutianas.Aviones bombarderos y torpederos despegaron de Midway para atacar a los portaviones y bombarderos japoneses. Pero los anticuados cazas norteamericanos no podían competir con los veloces Zeros de escolta. Los bombarderos japoneses rompieron el cerco y demolieron la isla pero, increíblemente, no causaron daños en las instalaciones principales.Los Zeros japoneses barrieron de los cielos todos los aviones torpederos y bombarderos antes que pudieran causar impactos en los portaviones japoneses.El día 4 los portaviones de ambos bandos lanzaron sus aviones.De los 41 aviones que lanzaron los americanos, 35 fueron derribados por los cazas japoneses sin que ninguno lograra su objetivo.Pero los americanos volvieron a atacar con bravura dejando al portaviones Akagi del general Nagumo convertido en una ruina llameante.El otro portaviones de Nagumo, el Hyryu, lanzó sus aviones contra el Yorktown y lo alcanzó con bombas y torpedos.En represalia, bombarderos en picado norteamericanos procedentes del Enterprise dejaron al Hyryu envuelto en llamas.El Yorktown, dos días más tarde, cuando aún se mantenía a flote y era ayudado por el destructor Hamman, fue hundido por un submarino japonés.
Después de tres días de combate, el general Yamamoto, con sus portaviones hundidos, suspendió la lucha y ordenó la retirada de su escuadra.Pese a tomar Attu, Kiska y Adak, en las Aleutianas occidentales, el 7 y 8 de junio, Yamamoto sufrió la mayor derrota naval de la historia japonesa.Perdió sus mejores cuatro portaviones, sus mejores pilotos de avión, 275 aviones y casi 5.000 hombres.
Los Estados Unidos perdieron el portaviones Yorktown, el destructor Hamman, 150 aviones y 307 hombres, pero Midway continuó en manos norteamericanas.
Las fotografías que acaba de ver, corresponden a la reciente erupción de un volcán submarino en Tonga.
Las autoridades afirman que la erupción no supone un peligro para la población, aunque algunas aerolíneas se han visto obligadas a cambiar la ruta de algunos de sus vuelos para evitar la columna de humo y cenizas.
Claudio Hernández Kramer, el líder de Los De Abajo, barra oficial de Universidad de Chile, sustenta su poder gracias a una personalidad fuerte, sus amplias influencias y su ingenio por haber hecho de la barra su profesión.
Un pequeño movimiento de su mano basta para que 4.000 jóvenes se callen en forma inmediata. Su brazo en alto es un símbolo especial. Capaz de concentrar las miradas, de hacer cantar por más de 90 minutos y de frenar o provocar los ánimos exaltados de todos quienes se dejan llevar por sus dotes de líder. Pañuelo sobre la cabeza, lentes oscuros, y torso desnudo, Claudio Kramer lleva más de 20 años al frente de Los De Debajo de la que fue uno de los fundadores, luego de separarse de la barra oficial de Universidad de Chile, que dirigía Eduardo Martínez. Sin embargo, el Kramer ya no solo aparece como un líder natural en la galería. Junto con ello, se ha transformado en una persona respetada por la mayoría de sus pares, motivador de iniciativas en beneficio de barristas marginales y el causante de que los seguidores de la U, tengan un casino, oficinas, educación y salud gratis para los casos más extremos, cosa que no ocurría antes de Los De Abajo. Pero a esa misma persona, se le ha visto públicamente protagonizando incidentes tanto dentro como fuera del estadio que no han tenido el castigo correspondiente. Por ejemplo:
Días antes de un clásico con colo – colo, agredió a un guardia de seguridad del Estadio Nacional ante las cámaras de Canal 13. Pero ni las imágenes parecieron ser prueba suficiente como para impedir que saliera en libertad pocas horas después. El día del partido, la cúpula de la barra que el lidera, llegó al estadio monumental en un camión, donde la policía encontró armas y elementos vandálicos. Ni siquiera fue detenido.
Pese a que los mismos integrantes se definen como una familia, en la que no hay mayores distingos, el segundo, el segundo de Los De Abajo (Anarquía), asegura que “es obvio que los más respetados son los que más tiempo llevan en la barra como es el caso de Kramer, que sin lugar a dudas, es un líder”. A tanto llega el respeto y el recelo que inspira el Kramer, que sus mismos compañeros se niegan a hablar si es que él no está presente o, por lo menos, si es que la entrevista no fue autorizada previamente por él.
Además, el Kramer mantiene una actitud paternalista con sus amigos de la barra. Algunos de sus cercanos, reconocen que el líder de Los De Abajo se ha preocupado personalmente de ayudarlos a reunir el dinero para fianzas, y de tranquilizar a sus familiares cuando han sido detenidos.
Dicha actitud, no es extraña en el Kramer, ya que según sus amigos de infancia, el solía ayudarlos cuando caían detenidos.
Cuando decidieron salir del anonimato para desmentir versiones que surgían en torno a la barra, Kramer fue sumando contactos e influencias a su favor, los que en más de una oportunidad, le han permitido librarse de problemas legales. El mayor contacto que se le conoce, es el diputado Alberto Espina (RN), quien junto con ser un reconocido hincha de la U, pasó a engrosar la lista de amigos del Kramer, según el mismo confesó a revista “Qué pasa”: “No sé si él me considera un amigo, pero yo sí. Es un tipo muy choro y más encima, fanático de la U”.
La amistad con Espina, que nació en 1995 durante las celebraciones del bicampeonato de la U, no sólo le ha servido al Kramer para tener un acercamiento con el parlamentario más identificado con la ley de violencia en los estadios, sino también para tener a quien recurrir en caso de algún problema. De hecho, fuentes cercanas al barrista, confirmaron que el Kramer en más de una oportunidad, ha sido puesto en libertad del arresto policial gracias a la intervención del diputado Espina. Versión que no se pudo confirmar con el aludido.
El líder de la barra y otros de sus integrantes, también han recibido la colaboración del club para solucionar problemas policiales, “sólo cuando es por alcohol o drogas, que son enfermedades y no delitos”, aclara René Orozco (ex presidente del club).
Quienes conocen la historia de cómo se conocieron el Kramer y Alberto Espina, aseguran que ambos tuvieron una buena relación desde un comienzo, cuando el diputado le regaló (junto a otros parlamentarios) un bombo y lo invitó con sus amigos al restaurante “Munchen”, para escucharlos y conocerlos más a fondo.
Quienes conocen a Kramer desde pequeño y lo han acompañado en su camino como líder de Los De Abajo, aseguran que se trata de un personaje que ha experimentado un gran cambio tanto a nivel económico como en su trato social. Según estas fuentes, cuando Kramer se inició como un “barrabrava”, era un resentido por la desmejorada situación económica que siempre acompañó a su familia y por la margada experiencia que le significó su etapa escolar, pues nunca permaneció en forma prolongada en un mismo establecimiento. De hecho, estuvo dos años en el Internado Barros Arana, pasó por el liceo de enseñanza nocturna, lo que le sirvió de antesala para ingresar a estudiar publicidad en el instituto Esucomex, donde “congeló” sus estudios por falta de dinero, según el mismo confesó.
La falta de una carrera profesional o de un trabajo estable sin embargo, no le ha representado mayores obstáculos para cultivar “influencias” y conseguir el dinero necesario para sobrevivir. El Kramer confiesa que una de sus experiencias más amargas junto a la U, la vivió en 1995 cuando fue detenido por la policía brasileña luego de saltar a la cancha mientras jugaban la Universidad de Chile contra Botafogo en el estadio Maracaná. En aquella ocasión, Marcelo Salas, Sergio Vargas y Esteban Valencia intercedieron ante los uniformados para impedir que se lo llevaran detenido. Lo que en parte grafica la buena acogida que el Kramer tiene entre los jugadores. Pedro González, reconoce el aprecio que el plantel tiene hacia Kramer: “él no sólo canta en los partidos sino que en los malos momentos, va a los entrenamientos a darnos su apoyo”. Esa buena relación, también se extiende con el presidente del club quien lejos de criticarlo, se ha transformado en un verdadero aliado. Según dijo el ex presidente del club, René Orozco, a revista “Qué Pasa” “estos muchachos han cambiado en los últimos años. Ya no se trata de un grupo de jóvenes vagos, sino de muchachos que tienen objetivos y planes concretos”.
La actual directiva de la U, asiste de forma indirecta en el financiamiento de su hinchada mediante una entrada especial, bajo el rótulo de “Los De Abajo”. Para obtener un carnet de pertenencia a la barra, cada persona debe cancelar $2.000 anuales, los que les permiten comprar un ticket especial para los partidos que solo cuesta $500.
Rasgos fuertes en la personalidad de Claudio Kramer asoman desde muy temprano en su vida. Aunque no hay versiones del motivo por el cual Claudio decide utilizar Kramer como pseudónimo, la más cierta parece remontarse a la época en la cual cursaba la primaria. En ese entonces, un profesor le había dicho que Kramer era un apellido con mucha fuerza, razón por la cual al tiempo Claudio decidió utilizar.