Muchos aventureros cruzaron mares, desiertos y selvas para
llegar a lugares nunca imaginados ni conocidos, cada uno en busca de un
sueño... pero pocos han llegado tan lejos en su anhelo de libertad para los
hombres y el suelo que éstos habitan como Garibaldi. Combatiente fiero y tenaz,
luchó en cuanta gesta independentista surgía a través de sus viajes
interminables. Un viajero siempre en búsqueda de su ideal: la libertad.
De marinero a capitán
Nació el 4 de julio de 1807 en Niza (Italia). Hijo de un
pescador, pasó toda su juventud navegando. En 1824 José Garibaldi, su padre,
parte de Niza, su ciudad natal, a bordo del bergantín Costanza con destino a
Odesa. El joven Garibaldi viaja como grumete. Después de tres años de
navegación, en 1827 se embarca como "segundo" en la nave Córtesbe con
destino a Ta-ganrog. Son los años de la revolución griega contra Turquía y de
la consiguiente crisis oriental. Las aguas griegas están infestadas de buques
corsarios. Al año siguiente, habiendo enfermado durante el viaje de retorno, es
desembarcado en Constantinopla, de donde regresa a Niza.
En 1831 decidido a continuar la carrera del mar. Un año más
tarde obtiene la licencia de Capitán de Segunda Clase. Por 1832 a su llegada a
Taganrog a bordo de la nave Clorinda, es arrestado bajo acusación de
"grescas callejeras"; sin embargo todo queda en la nada después de la
intervención de la esposa del gobernador. Al año siguiente, regresa a Taganrog
donde toma contacto con un emisario de la logia "Joven Italia",
dirigida por Giuseppe Mazzini, que pretendía la unificación del pueblo italiano
dentro de una república autónoma, a la cual adhiere. Por entonces, Italia –que
desde el fin del imperio romano se había convertido en teatro de rivalidades y
hasta en un literal campo de batalla entre las potencias europeas de entonces por
el dominio de codiciados territorios y reinos como los de Florencia, Pisa,
Génova, Venecia y Nápoles- no había logrado la anhelada unificación.
De manera que creció y maduró respirando beligerancias y
conspiraciones, lo que unido a su naturaleza inquieta y justiciera, hizo que se
exacerbaran en él sus cualidades innatas, luego de conocer la obra y el
pensamiento del socialista francés Saint-Simon.
Su viaje a América
El descendiente del príncipe regente de Portugal, don Juan,
se había escabullido a Brasil huyendo de las invasiones napoleónicas y nombrado
a su hijo emperador de Brasil, bajo el nombre de Pedro I, quien a su vez abdicó
en 1831 a favor de su vástago, Pedro II, con apenas seis años de edad. Esa
infantil regencia estuvo plagada, no es para menos, de no pocas etapas de
agitación, ansias libertarias e ideas republicanas, en especial en buena parte
de los hacendados de las regiones brasileñas del sur, hastiados de sustentar el
boato de la corte, y empeñados en la abolición de la esclavitud.
Es en medio de este torbellino cuando Garibaldi no duda en
ponerse a disposición de los republicanos, no solo en Brasil, sino además en
Uruguay y Perú. Serán 12 años de su vida en los que luchará y se enrolará en un
sinnúmero de acontecimientos bélicos, siempre al lado de los combatientes por
la libertad y la independencia.
En 1835 con nombre falso (Giuseppe Pane) vuelve a
embarcarse. Presta servicio como enfermero voluntario durante una epidemia de
cólera y luego parte rumbo a Brasil. Allí se pone en contacto con la filial de
la "Joven Italia"; en sociedad con Luigi Rossetti trata de organizar
un comercio de fideos entre Río y la zona de Cabo Frío. En ese ínterin se
produce la revuelta de la provincia de Río Grande do Sul contra el Imperio de
Brasil y Garibaldi, deseoso de entrar en acción, obtiene algunas "patentes
de corso".
En 1837 prepara una nave, la Mazzini e inicia una guerra de
corso contra Brasil. La primera incursión no tiene demasiado éxito; perseguido
por brasileños v uruguayos es herido de gravedad durante un combate. Su buque
logra escapar y remonta el río Paraná hasta llegar a la ciudad argentina de
Gualeguay donde es operado y se repone. Allí lo mantienen prisionero bajo
palabra de honor; sin embargo intenta escapar y cuando lo capturan es torturado.
Imprevisiblemente al
año siguiente lo liberan y parte hacia Montevideo. Allí vuelve a encontrarse
con Rossetti en cuya compañía se dirige al Estado de Río Grande do Sul. En la
Lagoa dos Patos, Camacuá, toma a su cargo la dirección de un astillero naval y
vuelve a la guerra de corso contra los brasileños hasta que, en el año 1839
siguiendo a la flota de Río Grande, llega a Laguna, en la provincia brasileña
de Santa Caterina rebelde, también, al Imperio. En 1840 la guerra toma un curso
desfavorable para los riograndinos que son rechazados y sufren una serie de
reveses. En Laguna, Garibaldi conoce a Anita Ribeiro y la lleva consigo.
En 1841 Anita le da el primer hijo: Menotti. En este mismo
año Garibaldi decide pedir una licencia; la obtiene y regresa a Montevideo
donde, de inmediato, se pone al servicio de la República. Uruguay se está
desangrando a causa de una guerra civil entre el partido "colorado"
que tiene al general Rivera como líder, y el partido "blanco" guiado
por el general Oribe, apoyado por la Argentina. Garibaldi lucha al lado de
los "colorados". Allí recibe el encargo de guiar una flotilla que,
remontando el Paraná, deberá llegar a la rebelde provincia argentina de Entre
Ríos. Alcanzado por la flota enemiga, es
derrotado en la batalla de Costa Brava pero logra escapar junto a un puñado de
compañeros sin ser capturado. El curso de la guerra es favorable a los
"blancos" quienes, en 1843 sitian la ciudad de Montevideo.
Al mando de una "Legión Italiana" Garibaldi
combate por mar y por tierra. Se produce, entonces, la intervención
franco-británica en apoyo de Montevideo, y en 1845 una flota
anglo-franco-montevideana remonta el río Uruguay rumbo a la ciudad de Salto;
las ciudades controladas por los "blancos", o argentinas, son atacadas
y, en parte, saqueadas. En1846 Garibaldi libra, en Salto, su más célebre
batalla sudamericana, la de San Antonio de Salto, obteniendo una estrepitosa
victoria.
La fama de sus hazañas no demora en cruzar el Atlántico y
llegar a Europa, y en especial a la aún desmembrada Italia, en muchos de cuyos
salones la noticia del momento era el buen hacer de Giuseppe Garibaldi como
militar y estratega.
La vuelta a casa
El año 1848 era el marcado, por la historia o su destino,
como el de su regreso, y con un objetivo central que sellará los próximos 30
años de su vida: la unificación italiana. Lucha pues en Lombardía contra el
ejército austriaco, en lo que muchos historiadores consideran el primer paso
hacia la señalada unión que llevará adelante de 1859 a 1870 Víctor Manuel II de
Saboya, rey de Piamonte-Cerdeña, gracias al apoyo de uno de sus más brillantes
ministros, un político que, según historiadores, estaba dotado de una voluntad
enérgica e invencible: Camilo Benso, conde de Cavour.
Su intento de hacer retroceder a los austriacos no prosperó
y debió refugiarse primero en Suiza y posteriormente en Niza. A finales de
1848, sin embargo, el papa Pío IX, temeroso de las fuerzas liberales, abandonó
Roma, adonde se dirigió Garibaldi junto a un grupo de voluntarios.
Aunque Garibaldi no pudo entrar en Roma y él y sus hombres
terminaron refugiados en San Marino, nadie duda de que este episodio constituye
uno de los más épicos y recordados pasajes del llamado Resurgimiento Italiano.
Los especialistas aseguran que tanto Víctor Manuel como Cavour, temerosos de
perder lo logrado, fueron quienes lograron detener el avance de Garibaldi,
cuando este iba ya camino a la Ciudad Eterna.
Después de haber establecido sus cuarteles en Rieti,
Garibaldi y los suyos emprenden el camino de Roma, amenazada por tropas
francesas y napolitanas que tratan de devolver al Papa su trono. Garibaldi
combate con heroísmo: el 30 de abril derrota a los franceses y en el mes de
mayo enfrenta a los napolitanos en Palestrina y en Velletri. De regreso en Roma
defiende a la ciudad que está asediada por los franceses; no acepta la
capitulación y se retira con pocos miles de voluntarios para seguir la lucha.
Perseguido por cinco ejércitos, se refugia en San Marino después de una épica
retirada. Lo acompañan Anita, embarazada, y unos pocos hombres y desde allí
espera poder trasladarse a Venecia. Se embarca en Cesenatico pero, al ser
perseguido, se ve obligado a desembarcar en Magnavacca; ayudado por varios
amigos logra huir y es en esas circunstancias cuando Anita, extenuada y presa
de fiebre altísima, muere. Garibaldi logra escaparse de los austriacos sólo por
un milagro. Regresa a su patria, pero es arrestado y obligado a exiliarse. En
noviembre llega a Tánger. Corre el año 1850 y permanece allí unos pocos meses.
Parte hacia los Estados Unidos, establece su residencia en Nueva York y trabaja
en Staten Island, en la fábrica de velas de Antonio Meucci.
Un amigo genovés, Francesco Carpaneto, se reúne con él y,
juntos, parten hacia el Perú. Al mando de una nave realiza varios viajes. En
1852 se dirige hacia Cantón. Un año más tarde, después de una larga navegación,
regresa al Perú. Vuelve a Nueva York y toma conocimiento de la nueva situación
planteada en el Píamonte. Decide regresar a Italia y lo hace comandando la nave
de su viejo amigo Antonio Figari. En 1854 En el mes de febrero llega a Londres.
Allí se encuentra con Mazzini y tiene ocasión de conocer a los más prestigiosos
líderes de la izquierda europea. Por fin, regresa a su Niza natal.
En 1854, Cavour, el primer ministro piamontés, creyó que si
le permitía volver a Italia, Garibaldi se alejaría del republicano Mazzini.
Para ello, le concedió el mando de las fuerzas piamontesas en lucha con las
austriacas. Venció en Varese y Como, ambas en mayo de 1859, y entró en Brescia
al mes siguiente, con lo cual el Reino de Lombardía se apropió del Piamonte.
Durante el desarrollo de esta campaña, Garibaldi (cuya amante, Battistina
Raveo, le da una hija) conoce a la joven marquesa Giuseppina Raimondi.
Conseguida la paz en el norte del país, Garibaldi se dirigió
a Italia central. Víctor Manuel II, rey piamontés, dio al principio su apoyo a
un ataque contra los territorios papales, pero a última hora le pareció
demasiado peligroso y le obligó a abandonar el proyecto. Garibaldi aceptó la
renuncia y se mantuvo fiel, pero la cesión de Niza y Saboya a Francia por parte
de Cavour y Víctor Manuel le pareció un acto de traición y decidió actuar por
su cuenta. Como por el norte un acuerdo era imposible, decidió forzar la
unificación conquistando el Reino de Nápoles, bajo soberanía borbónica.
En 1860 se casa con Guiseppina Raimondi, de quien se
separará inmediatamente después. Vuelve a Caprera; más tarde regresa a Turín
persiguiendo un vano intento: evitar que Niza sea cedida a Francia. En tanto,
se está gestando la expedición a Sicilia: casi mil doscientos hombres se
embarcan en Quarto, se detienen en Talamone, desembarcan en Marsala (quedan
apenas mil voluntarios). Siguen cinco meses de guerra durante los cuales
Garibaldi conquista Sicilia; entra entonces en el continente, toma la ciudad de
Napóles y derrota a los Borbones en la batalla del Volturno. La izquierda
quería tratar la cesión del sur y Víctor Manuel II, pero Garibaldi, después de
mucho pensarlo, llama a un plebiscito cuyo resultado es que la gran mayoría
vota por la anexión. Después del famoso encuentro con el Rey (el llamado
"Encuentro de Teano") Garibaldi regresa a Caprera.
Un luchador con ideales
En 1861 se proclamó el nuevo Reino de Italia, pero desde sus
inicios Garibaldi se mantuvo en la oposición, pues Roma continuaba siendo
ciudad papal. Con la consigna de «Roma o la muerte», intentó durante años
luchar contra el poder pontificio, sin demasiado éxito, hasta que en 1862, en
la batalla de Aspromonte, cayó herido y fue hecho prisionero. En su retiro, se
dedicó a la escritura de relatos de aventuras y de sus memorias. La conquista
de Roma, su gran deseo, no pudo realizarlo personalmente.
En 1862 año, siendo Vicepresidente de la "Sociedad
Nacional de Tiro al Blanco", cumple un triunfal viaje por Italia
septentrional, viaje que culmina en Trescore; con un puñado de voluntarios
proyecta invadir el Trentino partiendo de la cercana Sarnico. Interviene el
ejército, se producen arrestos en masa, hay muertes callejeras. Desde Caprera,
a la cual regresa en compañía de unos pocos amigos, vuelve a partir rumbo a
Sicilia e inicia, de esta manera, la empresa que terminará en Aspromonte, donde
será herido y tomado prisionero. Transcurrido cierto tiempo en la cárcel de
Varignano (La Spezia), Garibaldi vuelve a su isla.
Viaja a Londres en 1864, ciudad en la que es recibido con
incomparable entusiasmo. Se proyecta una expedición a Europa Central que no
llega a concretarse. En 1866 Italia, mediante la alianza firmada con Prusia,
declara guerra a Austria. Al mando de sus voluntarios, Garibaldi lleva adelante
la dura campaña del Trentino que termina con la victoriosa jornada de Bezzecca.
Al año siguiente realiza un viaje de propaganda electoral
por el Veneto; pero Garibaldi ya está proyectando su intento de marchar sobre
Roma pues está convencido de que la ciudad se apresta a rebelarse contra la
autoridad papal. Después de una breve permanencia en Ginebra, ciudad en la que
se está llevando a cabo el Congreso por la Paz, Garibaldi parte rumbo a las
fronteras del Estado Pontificio para reunirse con sus voluntarios allí
concentrados. Es arrestado en Sinalunga y conducido a la prisión de Alessandria.
Luego es trasladado a Caprera. A pesar de la vigilancia ejercida por una
escuadra, Garibaldi logra burlarla y huye; se presenta entonces en la ciudad de
Florencia (capital del Reino desde 1865) para retomar la conducción de sus
voluntarios. Comienza así la campaña del Agro Romano que termina con la derrota
de Mentana y el triste regreso a territorio italiano. Al término de un breve
período de cárcel, regresa una vez más a Caprera, donde permanecerá por espacio
de dos años durante los cuales se dedica a escribir sus primeras novelas.
Para 1869 hace ya varios años que vive en la isla con
Francesca Armosino que le da tres hijos; Clelia, Rosa y Manlio. Permanece en la
isla hasta 1870 año en que, después que los acontecimientos de la guerra
franco-prusiana han llevado a la liberación de Roma y a la caída del Imperio de
Napoleón III, ofrece sus servicios a la República francesa. Parte hacia
Francia, país en el que asume el mando del Ejército de los Vosgos; combate
contra los prusianos y los derrota en las sangrientas jornadas de Dijon.
El final de una leyenda
Sus biografías refieren que, no obstante, una vez que sus
objetivos habían sido cumplidos, la vida encontró a un Garibaldi huérfano de un
proyecto vital al que entregar sus fuerzas y empuje. Estaba, además, en
precaria situación económica.
Su hostilidad hacia el gobierno italiano le hizo rechazar la
pensión que le fuera concedida.
En 1871 resultó elegido diputado de la Asamblea de Burdeos,
y cuatro años después accedió a aceptar un escaño de diputado en el Parlamento
italiano. Cuentan que su entrada en el Congreso fue triunfal, y que recibió,
tanto del monarca como de los miembros de la cámara, un gran reconocimiento a
sus esfuerzos.
Retirado, pasó los últimos años de su vida terminando de
redactar sus memorias y relatos de sus vivencias y aventuras, para la
posteridad. Se había vuelto a casar, en 1880, con Francisca Armosino, con
quien, a pesar de su avanzada edad, tuvo otros tres hijos.
La muerte lo sorprendió un caluroso mes de julio, en 1882, a
los 75 años. Aunque quizá no estaba completamente consciente, se había
convertido, para siempre, en una leyenda, en un personaje mítico que aunque
algunos pudieran considerar el aventurero protagonista de poemas y novelas, fue
en verdad un recio héroe de carne, hueso y nervios, como pocos en su época, y
en todos los tiempos.
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