Martín Lutero (Eisleben, Alemania, 10 de noviembre de 1483 –
ibídem, 18 de febrero de 1546), nacido como Martin Luder, después cambiado a
Martin Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo y fraile católico
agustino que comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania, y en cuyas
enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante y la doctrina teológica y cultural
denominada luteranismo.
Lutero se caracterizó por exhortar a que la Iglesia
cristiana regresara a las enseñanzas originales de la Biblia, impulsando con
ello una restructuración de las iglesias cristianas en Europa. La reacción de
la Iglesia católica ante la reforma protestante fue la Contrarreforma. Sus
contribuciones a la civilización occidental se llegan a considerar más allá del
ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar
una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el
arte de la traducción. Su matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de
1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas
corrientes cristianas.
Primeros años de vida
Hijo de Hans y Margarethe Luder, Martín nació el 10 de
noviembre de 1483, y fue bautizado el día que se celebraba la festividad de San
Martín de Tours. En 1484 la familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre
dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans
Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para darle más
honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en
Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.
En 1501, a los 18 años, Lutero ingresó en la Universidad de
Erfurt, donde tocaba el laúd y recibió el apodo de El filósofo.
Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría
en 1505, como el segundo de 17 candidatos. Siguiendo los deseos de su padre, se
inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo cambió
durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó cerca de él mientras
regresaba de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó: «¡Ayuda
Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho,
vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio
agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.
Su vida monástica y académica
El joven Lutero se dedicó por completo a la vida del
monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios
y servir a otros mediante la oración por sus almas. Su vida se complicó cuando
se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a largas horas en
oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba
agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados.
Johann von Staupitz, el superior de Lutero, concluyó que el
joven necesitaba más trabajo para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó
al monje que comenzara una carrera académica.
En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a
enseñar Teología en la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de
bachiller en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508.
El 21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de
la Facultad de Teología", dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515
fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo once monasterios.
Durante esta época estudió el griego y el hebreo para
profundizar en el significado y los matices de las palabras utilizadas en las
Escrituras, conocimientos que luego utilizaría para la traducción de la Biblia
judía.
Teología de la gracia de Lutero
Las ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín
Lutero a estudiar las Escrituras en profundidad. Influido por la vocación
humanista de ir ad fontes («a las fuentes»), se sumergió en el estudio de la
Biblia y de la Iglesia primitiva. Debido a esto, términos como la penitencia y
la probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido ahora de que
la Iglesia había perdido la visión de varias verdades centrales que el
cristianismo enseñaba en las Escrituras, siendo una de las más importantes de
ellas la doctrina de la justificación sólo por la fe. Lutero empezó a enseñar
que la salvación es un regalo exclusivamente de Dios, dado por la gracia a
través de Cristo y recibido solamente por la fe.
Más tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la
distinción propia entre la Ley de Moisés y los Evangelios que reforzaban su
teología de la gracia. Como consecuencia, Lutero creía que su principio de
interpretación era un punto inicial esencial en el estudio de las Escrituras.
Notó que la falta de claridad al distinguir la Ley Mosaica de los Evangelios
era la causa de la incorrecta comprensión del Evangelio de Jesús en la Iglesia
de su época, institución a la que responsabilizaba de haber creado y fomentado
muchos errores teológicos fundamentales.
La controversia por las indulgencias
Además de sus deberes como profesor, Martín Lutero sirvió
como predicador y confesor en la iglesia de Santa María de la ciudad. También
predicaba habitualmente en la iglesia del palacio, llamada también "de
todos los santos", debido a que tenía una colección de reliquias donde
había sido establecida una fundación por Federico III de Sajonia. Fue durante
este periodo cuando el joven sacerdote se dio cuenta de los efectos de ofrecer
indulgencias a los feligreses.
Una indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo
temporal que aún se mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido
eliminada por absolución. En aquella época, cualquier persona podía comprar una
indulgencia, ya fuera para sí misma o para sus parientes muertos que
permanecían en el Purgatorio. El fraile dominico Johann Tetzel había sido
reclutado para viajar por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo
(arzobispo de Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por
dicho medio, se esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro
en Roma, Italia, y comprar un obispado para Alberto de Hohenzollern.
Lutero vio este tráfico de indulgencias no solo como un
abuso de poder, sino como una mentira, que, no teniendo base en las Escrituras,
podría confundir a la gente y llevarla a confiar solamente en la mentira de las
indulgencias, dejando de lado el sacramento de la confesión y el
arrepentimiento verdadero. Lutero predicó tres sermones contra las indulgencias
en 1516 y 1517. Pero su enojo siguió creciendo y, según la tradición, el 31 de
octubre de 1517 fueron clavadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del
Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis
condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una
disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus
tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa para conceder
indulgencias.
Las 95 tesis de Martín Lutero fueron traducidas rápidamente
al alemán y ampliamente copiadas e impresas. Al cabo de dos semanas se habían
difundido por toda Alemania y, pasados dos meses, por toda Europa. Este fue uno
de los primeros casos de la Historia en los que la imprenta tuvo un papel importante,
pues facilitaba una distribución más sencilla y amplia de cualquier documento.
Respuesta del Papado
Después de hacer caso omiso a Lutero diciendo que era un
"borracho alemán quien escribió las tesis" y afirmando que
"cuando esté sobrio, cambiará de parecer", el Papa León X ordenó en
1518 al profesor dominico de teología Silvestre Mazzolini investigar el tema.
Éste denunció que Lutero se oponía de manera implícita a la autoridad del Sumo
Pontífice, al mostrar desacuerdo con una de sus bulas, por lo que declaró a
Lutero hereje y escribió una refutación académica de sus tesis. En ella mantuvo
la autoridad papal sobre la Iglesia y condenó cada "desviación" como
una apostasía. Lutero replicó de igual manera y se desarrolló una controversia.
Mientras tanto, Lutero tomó parte en la convención agustina
en Heidelberg, donde presentó una tesis sobre la esclavitud del hombre al
pecado y la gracia divina. En el curso de la controversia por las indulgencias,
el debate se elevó hasta el punto de dudar del poder absoluto y de la autoridad
del Papa, debido a que las doctrinas de "Tesorería de la Iglesia" y
la "Tesorería de los Méritos", que servían para reforzar la doctrina
y práctica de las indulgencias, se basaban en la bula Unigenitus (1343) del
Papa Clemente VI. En vista de su oposición a esa doctrina, Lutero fue
calificado de hereje, y el Papa, decidido a suprimir sus puntos de vista,
ordenó llamarlo a Roma, viaje que no se realizó por problemas políticos.
Lutero, que antes profesaba obediencia implícita a la Iglesia,
negaba ahora abiertamente la autoridad papal y apelaba a que se efectuara un
concilio. También declaraba que el papado no formaba parte de la inmutable
esencia de la Iglesia original.
Deseando mantenerse en términos amistosos con el protector
de Lutero, Federico el Sabio, el Papa realizó un intento final de alcanzar una
solución pacífica al conflicto. Una conferencia con el chambelán papal Karl von
Miltitz en Altenburgo, en enero de 1519, llevó a Lutero a decidir guardar
silencio en tanto así lo hicieran sus oponentes, escribir una humilde carta al
Papa y componer un tratado demostrando sus respetos a la Iglesia católica. La
carta escrita nunca fue enviada, debido a que no contenía retractación alguna.
En el tratado que compuso más tarde, Lutero negó cualquier efecto de las
indulgencias en el Purgatorio.
Cuando Johann Eck retó a Carlstadt, un colega de Lutero, a
un debate en Leipzig, Lutero se unió a este debate (27 de junio–18 de julio de
1519), en el curso del cual negó el derecho divino del solio papal y la
autoridad de poseer el "poder de las llaves", que según él había sido
otorgado a la Iglesia (como congregación de fe). Negó que la pertenencia a la
Iglesia católica occidental bajo la autoridad del Papa fuera necesaria para la
salvación, manteniendo la validez de la Iglesia Ortodoxa de Oriente. Después
del debate, Johann Eck aseguró que Lutero se vio forzado a admitir la similitud
de su propia doctrina con la de Jan Hus, quien había sido quemado en la
hoguera.
Lutero a través de los acontecimientos
De esta forma, no había esperanzas de paz. Los escritos de
Lutero circulaban ampliamente por Francia, Inglaterra e Italia en 1519, y los
estudiantes se dirigían a Wittenberg para escuchar a Lutero, quien publicaba ahora
sus comentarios sobre la Epístola a los gálatas y su Operationes in Psalmos
(Trabajo en los Salmos).
Las controversias generadas por sus escritos llevaron a
Lutero a desarrollar sus doctrinas más a fondo, y su "Sermón en el
Sacramento Bendecido del Verdadero y Santo Cuerpo de Cristo, y sus
Hermandades" extendió el significado de la eucaristía para el perdón de
los pecados y el fortalecimiento de la fe en aquellos quienes la reciben,
apoyando además a que se realizara un concilio para restituir la comunión.
El concepto luterano de "iglesia" fue desarrollado
en su Von dem Papsttum zu Rom (En el Papado de Roma), una respuesta al ataque
del franciscano Augustín von Alveld en Leipzig (junio de 1520); mientras que su
Sermon von guten Werken (Sermón de Buenas Obras), publicado en la primavera de
1520, era contrario a la doctrina católica de las buenas obras y obras de
supererogación (aquellas efectuadas por encima de los términos de la simple
obligación), mantenía que las obras del creyente son verdaderamente buenas en
cualquier llamado secular (o vocación) ordenado por Dios.
La Nobleza Alemana
La controversia en Leipzig (1519) hizo que Lutero tomara
contacto con los humanistas, particularmente Melanchthon, Reuchlin y Erasmo de
Rotterdam, y que mantuviera relaciones con el caballero Ulrich von Hutten,
quien a su vez influyó al caballero Franz von Sickingen. Von Sickingen y
Silvestre de Schauenburg querían mantener a Lutero bajo su protección,
invitándolo a su fortaleza en la eventualidad de que no se sintiera seguro en
Sajonia a causa de la proscripción papal.
Bajo estas circunstancias de crisis y confrontando a los
nobles alemanes, Lutero redactó A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana
(agosto de 1520), donde encomendó al laicado, como un sacerdote espiritual, la
reforma requerida por Dios pero abandonada por el Papa y el clero. Por primera
vez, Lutero se refirió públicamente al Papa como el Anticristo. Las reformas
que Lutero proponía no sólo se referían a cuestiones doctrinales, sino también
a abusos eclesiásticos: la disminución del número de cardenales y demandas de
la corte papal; la abolición de los ingresos del Papa; el reconocimiento del
gobierno secular; la renuncia del papado al poder temporal; la abolición de los
interdictos y abusos relacionados con la excomunión; la abolición del
peregrinaje dañino; la eliminación del excesivo número de días santos; la
supresión de los conventos de monjas, de la mendicidad y de la suntuosidad; la
reforma de las universidades; la abrogación del celibato del clero; la
reunificación con los bohemios y una reforma general de la moral pública.
El Cautiverio Babilónico
Lutero escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el
Cautiverio Babilónico de la Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos.
En lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se
devolviera el cáliz al laicado; en la llamada cuestión del dogma de la
transustanciación, afirmaba la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo
en la eucaristía, pero rechazaba la enseñanza de que la eucaristía era el
sacrificio ofrecido a Dios.
Con respecto al bautismo, enseñó que traía la justificación
sólo si se combinaba con la fe salvadora en el receptor. Sin embargo, mantenía
el principio de la salvación incluso para aquellos que más tarde cayeran y se
reivindicasen.
Sobre la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las
palabras de la promesa de exculpación recibidas por la fe. Para él, sólo estos
tres sacramentos podían ser considerados como tales, debido a su institución divina
y a la promesa divina de salvación conectada con ellos. Estrictamente hablando,
sólo el bautismo y la eucaristía son sacramentos, dado que sólo ellos tienen un
"signo visible divinamente instituido": el agua en el bautismo y el
pan y el vino en la eucaristía. Lutero negó en su documento que la
confirmación, el matrimonio, la ordenación sacerdotal y la extrema unción
fueran sacramentos.
La libertad cristiana
De manera análoga, el completo desarrollo de la doctrina de
Lutero sobre la salvación y la vida cristiana se expuso en su opúsculo La
libertad cristiana (publicado el 20 de noviembre de 1520), donde exigió una
completa unión con Cristo mediante la Palabra a través de la fe, la entera
libertad de un cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas externas, y
de un amor así para con el prójimo.
La excomunión de Lutero
El Papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con
la bula Exsurge Domine, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un
plazo de sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina seleccionados de sus
escritos. Cumplido dicho plazo, se rumoreaba que Eck había llegado a Meissen
con una prohibición papal, la cual se pronunció realmente el 21 de septiembre.
En octubre de 1520 Lutero envió su escrito En la Libertad de un Cristiano al
Papa, añadiendo la significativa frase: "Yo no me someto a leyes al
interpretar la palabra de Dios". El 12 de diciembre Lutero arrojó personalmente
al fuego la bula, la cual tomaba efecto en un plazo de 120 días, y el decreto
papal en Wittenberg, defendiéndose en su Warum des Papstes und seiner Jünger
Bücher verbrannt sind y su Assertio omnium articulorum. El Papa León X
excomulgó a Lutero el 3 de enero de 1521 mediante la bula Decet Romanum
Pontificem.
La ejecución de la prohibición, sin embargo, fue evitada por
la relación del Papa con Federico III de Sajonia y por el nuevo emperador
Carlos V quien, viendo la actitud papal hacia él y la posición de la Dieta,
encontró contraindicado apoyar las medidas contra Lutero. Este fue a Worms
diciendo que "Iría allí aunque hubiese tantos demonios como tejas en los
tejados".
Dieta de Worms
El 3 de enero de 1521 fue publicada en Roma la bula Decet
Romanum Pontificem, por la que el papa León X excomulgaba a Lutero.
El emperador Carlos V inauguró la Dieta imperial de Worms el
22 de enero de 1521. Lutero fue llamado a renunciar o reafirmar su doctrina y
le fue otorgado un salvoconducto para garantizar su seguridad.
Lutero se presentó ante la Dieta el 16 de abril. Johann Eck,
un asistente del Arzobispo de Tréveris, presentó a Lutero una mesa llena de
copias de sus escritos. Le preguntó a Lutero si los libros eran suyos y si
todavía creía en lo que esas obras enseñaban. Lutero pidió un tiempo para
pensar su respuesta, el cual le fue concedido. Lutero oró, consultó con sus
amigos y mediadores y se presentó ante la Dieta al día siguiente. Cuando se
trató el asunto en la Dieta, el consejero Eck le pidió a Lutero que respondiera
explícitamente: "Lutero, ¿rechaza sus libros y los errores que en ellos se
contiene?", a lo que Lutero respondió: "Que se me convenza mediante
testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón —porque no le creo
ni al Papa ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado,
contradiciéndose a sí mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he
citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso
no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la
conciencia no es seguro ni saludable". De acuerdo con la tradición, Lutero
entonces dijo estas palabras: "¡No puedo hacer otra cosa; esta es mi
postura! ¡Que Dios me ayude!"
En los siguientes días se hicieron conferencias privadas
para determinar el destino de Lutero. Antes de que la decisión fuese tomada,
Lutero abandonó Worms. Durante su regreso a Wittenberg desapareció.
El emperador redactó el Edicto de Worms el 25 de mayo de
1521, declarando a Martín Lutero prófugo y hereje, y prohibiendo sus obras.
Lutero y los judíos
Las opiniones de Lutero sobre los judíos han sido descritas
como antisemitismo racial por unos o religioso por otros. En otros casos como antijudaísmo.
En los inicios de su carrera pensaba que los judíos no
habían creído en Jesús a causa de los errores de los cristianos y de la
proclamación de lo que para él era un evangelio impuro. Sugería que
responderían favorablemente al mensaje evangélico si se les presentaba de la
forma adecuada. Cuando descubrió que no era así, atacó con furia a los judíos.
En su Von den Juden und ihren Lügen (Sobre los judíos y sus
mentiras), publicado en 1543, escribió que debían realizarse contra los judíos
acciones como quemar las sinagogas, destruir sus libros de oración, prohibir
predicar a los rabinos, «aplastar y destruir» sus casas, incautarse de sus
propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos «gusanos venenosos» a
realizar trabajos forzados o expulsarlos «para siempre». Según la opinión del
Dr. Robert Michael, parece que Lutero también aprobaba el asesinato de judíos.
Como sea el caso, lo cierto es que en ese libelo solicita a los estados
alemanes que actúen tomando como referencia estos puntos: "¿Qué debemos
hacer, nosotros cristianos, con los judíos, esta gente rechazada y condenada?
Dado que viven con nosotros, no osamos tolerar su conducta ahora que estamos al
tanto de sus mentiras, sus injurias y sus blasfemias… En primer lugar, debemos
prender fuego sus sinagogas o escuelas y enterrar y tapar con suciedad todo lo
que no prendamos fuego, para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o
ceniza. Esto ha de hacerse en honor a nuestro Señor y a la cristiandad, de modo
que Dios vea que nosotros somos cristianos y que no aprobamos ni toleramos a
sabiendas tales mentiras, maldiciones y blasfemias a su Hijo y a sus
cristianos… En segundo lugar, también aconsejo que sus casas sean arrasadas y
destruidas. Porque en ellas persiguen los mismos fines que en sus sinagogas… En
tercer lugar, aconsejo que sus libros de plegarias (sidurim) y escritos
talmúdicos, por medio de los cuales se enseñan la idolatría, las mentiras,
maldiciones y blasfemias, les sean quitados… En cuarto lugar, aconsejo que de
ahora en adelante se les prohíba a los rabinos enseñar sobre el dolor de la
perdida de la vida o extremidad… En quinto lugar, que la protección en los
caminos sea abolida completamente para los judíos. No tienen nada que hacer en
las afueras de las ciudades dado que no son señores, funcionarios,
comerciantes, ni nada por el estilo… En sexto lugar, aconsejo que se les
prohíba la usura, y que se les quite todo el dinero y todas las riquezas en
plata y oro, y que luego todo esto sea guardado en lugar seguro… En séptimo
lugar, recomiendo poner o un mayal o una hacha o una azada o una pala o una
rueca o un huso en las manos de judíos y judías jóvenes y fuertes y dejar que
coman el pan con el sudor de su rostro, como se le impuso a los hijos de
Adán."
Estas palabras duras como son, han hecho que muchos eruditos
reconsideren la obra de Lutero bajo una nueva perspectiva, por ejemplo, el historiador
británico Paul Johnson, declaró que el libelo "Sobre los judíos y sus
mentiras" fue el «Primer trabajo del antisemitismo moderno y un paso
gigantesco en el camino hacia el Holocausto». De igual manera, los
historiadores del nazismo no pueden dejar de señalar que cuatro siglos después
de haber sido escritos tales ensayos, los nazis los citaron para justificar la
llamada Solución Final. Incluso, algunos estudiosos como Simon y Schuster han
atribuido el Shoa u Holocausto directamente al antijudaísmo de Lutero. En
cambio, otros investigadores, como Uwe Siemon-Netto refutan ese punto de vista
como una distorsión histórica.
Ciertamente, el tema puede estar sujeto a debate; sobre
todo, por el enorme peso histórico y religioso que la obra de Lutero posee. Sin
embargo, es innegable que para los filósofos del nazismo las ideas del
reformador allanaron el camino para la creación de los campos de exterminio. La
recomendación luterana de una “áspera misericordia” oscharfe Barmherzigkeit,
que en términos llanos significó “intolerancia absoluta” como "medida
profiláctica" contra el judío fue tomada por los nazis como una apología
para su visión del mundo. Durante el juicio de Núremberg, el general de la SA,
Gauleiter de Franconia y Editor del periódico Der Stürmer, Julius Streicher
defendió su causa cuando se le cuestionó por el antisemitismo de sus artículos,
diciendo: “Publicaciones antisemitas han existido en Alemania durante siglos.
Por ejemplo, un libro que yo tenía, y a la postre confiscado, fue escrito por
el Dr. Martín Lutero. Si este libro hubiera sido tomado en consideración por la
fiscalía, seguramente hoy el Dr. Martín Lutero estaría en mi lugar en el
banquillo de los acusados. En este libro, “Los judíos y Sus Mentiras”, el Dr.
Martín Lutero describe a los judíos como hijos de víbora y recomienda prender
fuego a sus sinagogas y destruirlos.” La fiscalía difícilmente pudo rebatir
tales pruebas.
Desde la década de 1980, algunos organismos de la Iglesia
Luterana han denunciado formalmente los escritos antisemitas de Lutero. En
noviembre de 1998, en el 60º aniversario de la Kristallnacht o la "Noche
de los Cristales Rotos" la Iglesia Luterana de Baviera emitió el siguiente
comunicado: "Es imperativo para la Iglesia Luterana, la cual ella misma
está en deuda con la obra y tradición de Martín Lutero, tomar seriamente sus
pronunciamientos antijudíos, reconocer su influencia teológica, y reflexionar
sobre sus consecuencias para así distanciarse de cada expresión de antijudaísmo
dentro de la teología luterana".
Lutero con respecto a la brujería y magia
Lutero compartía el carácter medieval de rechazar todos los
signos que le pudieran parecer indicios de brujería, considerándola a esta
antagónica al cristianismo. Es por ello que los practicantes de hechicería eran
perseguidos tanto en los territorios católicos como protestantes. Se dice que
Lutero compartía algunas de las supersticiones sobre la brujería que eran
comunes en su tiempo, por ejemplo, la creencia de las brujas, con la ayuda del
demonio, podían robar leche simplemente al pensar en una vaca. En suCatecismo
Menor Lutero enseña que la brujería era un pecado contra el segundo
mandamiento.
Otros escritos de Lutero
El número de libros atribuidos a Martín Lutero es bastante
alto. Sin embargo, algunos estudiosos de Lutero creen que muchas de tales obras
fueron al menos esbozadas por algunos de sus amigos, como Melanchthon. La fama
de Lutero les daba una audiencia potencial mayor que la que hubieran obtenido
de ser publicados bajo los nombres de sus verdaderos autores.
La más completa colección de los voluminosos escritos de
Lutero es Weimar Ausgabe (Edición de Weimar), que consta de 101 volúmenes
infolio, aunque sólo una fracción de estos escritos ha sido traducida.
Algunos de sus libros explican cómo se establecieron las
epístolas con su canonicidad, hermenéutica, exégesis y exposición, y muestran
cómo se integran los libros de la Biblia entre sí. Destacan entre ellos los
escritos sobre la Epístola a los Gálatas, en los cuales se compara a sí mismo
al Apóstol Pablo en su defensa del Evangelio (por ejemplo, el comentario en
Lutero y la Epístola a los Gálatas).
Lutero también escribió sobre la administración civil y
eclesiástica y sobre el hogar cristiano.
El estilo literario de Lutero era polémico, en parte porque
cuando le apasionaba un tema llegaba a insultar a sus oponentes. Al igual que
otros reformadores era muy intolerante con otras creencias y con los puntos de
vista opuestos al suyo y esto puede haber exacerbado la Reforma protestante en
Alemania.
Último viaje de Lutero y muerte
El último viaje de Lutero a Mansfeld lo realizó debido a su
preocupación por las familias de sus hermanos y hermanas, quienes continuaban
en la mina de cobre de Hans Lutero, que estaba amenazada por las intenciones
del Conde Albrecht de Mansfeld de controlar esa industria para su beneficio
personal. La controversia involucró a los cuatro condes de Mansfeld: Albrecht,
Philip, John George y Gerhard. Lutero viajó dos veces hacia fines del año 1545
con el objetivo de participar en las negociaciones para llegar a un acuerdo.
Fue necesaria una tercera visita a principios de 1546 para completar las
negociaciones. El 23 de enero Lutero dejó Wittenberg acompañado por sus tres
hijos. Las negociaciones concluyeron con éxito el 17 de febrero. Pasadas las 8
de la tarde de ese día, Lutero sufrió dolores en el pecho. Al irse a la cama
oró diciendo: «En tus manos encomiendo mi espíritu; me has redimido, oh Señor,
fiel Dios», tal y como se oraba habitualmente cuando llegaba la hora de la
muerte. A la una de la madrugada despertó con un agudo dolor de pecho y fue
envuelto con toallas calientes.
Sabiendo que su muerte era inminente, le agradeció a Dios
por haberle revelado a su Hijo, en quien él había creído. Sus compañeros Justus
Jonás y Michael Coelius gritaron: «Reverendo padre, ¿está listo para morir
confiando en su Señor Jesucristo y confesando la doctrina que enseñó en su
nombre?» Un distintivo «sí» fue la respuesta de Lutero. Murió a las 2:45 del 18
de febrero de 1546 en Eisleben, la ciudad donde nació. Fue enterrado en la
Iglesia del Palacio de Wittenberg, cerca del púlpito desde el cual había
transformado al cristianismo.
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