jueves, 25 de junio de 2015

Martín Lutero


Martín Lutero (Eisleben, Alemania, 10 de noviembre de 1483 – ibídem, 18 de febrero de 1546), nacido como Martin Luder, después cambiado a Martin Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo y fraile católico agustino que comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania, y en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante y la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo.
Lutero se caracterizó por exhortar a que la Iglesia cristiana regresara a las enseñanzas originales de la Biblia, impulsando con ello una restructuración de las iglesias cristianas en Europa. La reacción de la Iglesia católica ante la reforma protestante fue la Contrarreforma. Sus contribuciones a la civilización occidental se llegan a considerar más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas.

Primeros años de vida

Hijo de Hans y Margarethe Luder, Martín nació el 10 de noviembre de 1483, y fue bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín de Tours. En 1484 la familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para darle más honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.
En 1501, a los 18 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba el laúd y recibió el apodo de El filósofo.
Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17 candidatos. Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó cerca de él mientras regresaba de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó: «¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.

Su vida monástica y académica

El joven Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus almas. Su vida se complicó cuando se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados.
Johann von Staupitz, el superior de Lutero, concluyó que el joven necesitaba más trabajo para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó al monje que comenzara una carrera académica.
En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508.
El 21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de la Facultad de Teología", dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo once monasterios.
Durante esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y los matices de las palabras utilizadas en las Escrituras, conocimientos que luego utilizaría para la traducción de la Biblia judía.

Teología de la gracia de Lutero

Las ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín Lutero a estudiar las Escrituras en profundidad. Influido por la vocación humanista de ir ad fontes («a las fuentes»), se sumergió en el estudio de la Biblia y de la Iglesia primitiva. Debido a esto, términos como la penitencia y la probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido ahora de que la Iglesia había perdido la visión de varias verdades centrales que el cristianismo enseñaba en las Escrituras, siendo una de las más importantes de ellas la doctrina de la justificación sólo por la fe. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo exclusivamente de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe.
Más tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la distinción propia entre la Ley de Moisés y los Evangelios que reforzaban su teología de la gracia. Como consecuencia, Lutero creía que su principio de interpretación era un punto inicial esencial en el estudio de las Escrituras. Notó que la falta de claridad al distinguir la Ley Mosaica de los Evangelios era la causa de la incorrecta comprensión del Evangelio de Jesús en la Iglesia de su época, institución a la que responsabilizaba de haber creado y fomentado muchos errores teológicos fundamentales.

La controversia por las indulgencias

Además de sus deberes como profesor, Martín Lutero sirvió como predicador y confesor en la iglesia de Santa María de la ciudad. También predicaba habitualmente en la iglesia del palacio, llamada también "de todos los santos", debido a que tenía una colección de reliquias donde había sido establecida una fundación por Federico III de Sajonia. Fue durante este periodo cuando el joven sacerdote se dio cuenta de los efectos de ofrecer indulgencias a los feligreses.
Una indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo temporal que aún se mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por absolución. En aquella época, cualquier persona podía comprar una indulgencia, ya fuera para sí misma o para sus parientes muertos que permanecían en el Purgatorio. El fraile dominico Johann Tetzel había sido reclutado para viajar por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo (arzobispo de Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio, se esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro en Roma, Italia, y comprar un obispado para Alberto de Hohenzollern.
Lutero vio este tráfico de indulgencias no solo como un abuso de poder, sino como una mentira, que, no teniendo base en las Escrituras, podría confundir a la gente y llevarla a confiar solamente en la mentira de las indulgencias, dejando de lado el sacramento de la confesión y el arrepentimiento verdadero. Lutero predicó tres sermones contra las indulgencias en 1516 y 1517. Pero su enojo siguió creciendo y, según la tradición, el 31 de octubre de 1517 fueron clavadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa para conceder indulgencias.
Las 95 tesis de Martín Lutero fueron traducidas rápidamente al alemán y ampliamente copiadas e impresas. Al cabo de dos semanas se habían difundido por toda Alemania y, pasados dos meses, por toda Europa. Este fue uno de los primeros casos de la Historia en los que la imprenta tuvo un papel importante, pues facilitaba una distribución más sencilla y amplia de cualquier documento.

Respuesta del Papado

Después de hacer caso omiso a Lutero diciendo que era un "borracho alemán quien escribió las tesis" y afirmando que "cuando esté sobrio, cambiará de parecer", el Papa León X ordenó en 1518 al profesor dominico de teología Silvestre Mazzolini investigar el tema. Éste denunció que Lutero se oponía de manera implícita a la autoridad del Sumo Pontífice, al mostrar desacuerdo con una de sus bulas, por lo que declaró a Lutero hereje y escribió una refutación académica de sus tesis. En ella mantuvo la autoridad papal sobre la Iglesia y condenó cada "desviación" como una apostasía. Lutero replicó de igual manera y se desarrolló una controversia.
Mientras tanto, Lutero tomó parte en la convención agustina en Heidelberg, donde presentó una tesis sobre la esclavitud del hombre al pecado y la gracia divina. En el curso de la controversia por las indulgencias, el debate se elevó hasta el punto de dudar del poder absoluto y de la autoridad del Papa, debido a que las doctrinas de "Tesorería de la Iglesia" y la "Tesorería de los Méritos", que servían para reforzar la doctrina y práctica de las indulgencias, se basaban en la bula Unigenitus (1343) del Papa Clemente VI. En vista de su oposición a esa doctrina, Lutero fue calificado de hereje, y el Papa, decidido a suprimir sus puntos de vista, ordenó llamarlo a Roma, viaje que no se realizó por problemas políticos.
Lutero, que antes profesaba obediencia implícita a la Iglesia, negaba ahora abiertamente la autoridad papal y apelaba a que se efectuara un concilio. También declaraba que el papado no formaba parte de la inmutable esencia de la Iglesia original.
Deseando mantenerse en términos amistosos con el protector de Lutero, Federico el Sabio, el Papa realizó un intento final de alcanzar una solución pacífica al conflicto. Una conferencia con el chambelán papal Karl von Miltitz en Altenburgo, en enero de 1519, llevó a Lutero a decidir guardar silencio en tanto así lo hicieran sus oponentes, escribir una humilde carta al Papa y componer un tratado demostrando sus respetos a la Iglesia católica. La carta escrita nunca fue enviada, debido a que no contenía retractación alguna. En el tratado que compuso más tarde, Lutero negó cualquier efecto de las indulgencias en el Purgatorio.
Cuando Johann Eck retó a Carlstadt, un colega de Lutero, a un debate en Leipzig, Lutero se unió a este debate (27 de junio–18 de julio de 1519), en el curso del cual negó el derecho divino del solio papal y la autoridad de poseer el "poder de las llaves", que según él había sido otorgado a la Iglesia (como congregación de fe). Negó que la pertenencia a la Iglesia católica occidental bajo la autoridad del Papa fuera necesaria para la salvación, manteniendo la validez de la Iglesia Ortodoxa de Oriente. Después del debate, Johann Eck aseguró que Lutero se vio forzado a admitir la similitud de su propia doctrina con la de Jan Hus, quien había sido quemado en la hoguera.

Lutero a través de los acontecimientos

De esta forma, no había esperanzas de paz. Los escritos de Lutero circulaban ampliamente por Francia, Inglaterra e Italia en 1519, y los estudiantes se dirigían a Wittenberg para escuchar a Lutero, quien publicaba ahora sus comentarios sobre la Epístola a los gálatas y su Operationes in Psalmos (Trabajo en los Salmos).
Las controversias generadas por sus escritos llevaron a Lutero a desarrollar sus doctrinas más a fondo, y su "Sermón en el Sacramento Bendecido del Verdadero y Santo Cuerpo de Cristo, y sus Hermandades" extendió el significado de la eucaristía para el perdón de los pecados y el fortalecimiento de la fe en aquellos quienes la reciben, apoyando además a que se realizara un concilio para restituir la comunión.
El concepto luterano de "iglesia" fue desarrollado en su Von dem Papsttum zu Rom (En el Papado de Roma), una respuesta al ataque del franciscano Augustín von Alveld en Leipzig (junio de 1520); mientras que su Sermon von guten Werken (Sermón de Buenas Obras), publicado en la primavera de 1520, era contrario a la doctrina católica de las buenas obras y obras de supererogación (aquellas efectuadas por encima de los términos de la simple obligación), mantenía que las obras del creyente son verdaderamente buenas en cualquier llamado secular (o vocación) ordenado por Dios.

La Nobleza Alemana

La controversia en Leipzig (1519) hizo que Lutero tomara contacto con los humanistas, particularmente Melanchthon, Reuchlin y Erasmo de Rotterdam, y que mantuviera relaciones con el caballero Ulrich von Hutten, quien a su vez influyó al caballero Franz von Sickingen. Von Sickingen y Silvestre de Schauenburg querían mantener a Lutero bajo su protección, invitándolo a su fortaleza en la eventualidad de que no se sintiera seguro en Sajonia a causa de la proscripción papal.
Bajo estas circunstancias de crisis y confrontando a los nobles alemanes, Lutero redactó A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana (agosto de 1520), donde encomendó al laicado, como un sacerdote espiritual, la reforma requerida por Dios pero abandonada por el Papa y el clero. Por primera vez, Lutero se refirió públicamente al Papa como el Anticristo. Las reformas que Lutero proponía no sólo se referían a cuestiones doctrinales, sino también a abusos eclesiásticos: la disminución del número de cardenales y demandas de la corte papal; la abolición de los ingresos del Papa; el reconocimiento del gobierno secular; la renuncia del papado al poder temporal; la abolición de los interdictos y abusos relacionados con la excomunión; la abolición del peregrinaje dañino; la eliminación del excesivo número de días santos; la supresión de los conventos de monjas, de la mendicidad y de la suntuosidad; la reforma de las universidades; la abrogación del celibato del clero; la reunificación con los bohemios y una reforma general de la moral pública.

El Cautiverio Babilónico

Lutero escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el Cautiverio Babilónico de la Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos.
En lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se devolviera el cáliz al laicado; en la llamada cuestión del dogma de la transustanciación, afirmaba la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía, pero rechazaba la enseñanza de que la eucaristía era el sacrificio ofrecido a Dios.
Con respecto al bautismo, enseñó que traía la justificación sólo si se combinaba con la fe salvadora en el receptor. Sin embargo, mantenía el principio de la salvación incluso para aquellos que más tarde cayeran y se reivindicasen.
Sobre la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las palabras de la promesa de exculpación recibidas por la fe. Para él, sólo estos tres sacramentos podían ser considerados como tales, debido a su institución divina y a la promesa divina de salvación conectada con ellos. Estrictamente hablando, sólo el bautismo y la eucaristía son sacramentos, dado que sólo ellos tienen un "signo visible divinamente instituido": el agua en el bautismo y el pan y el vino en la eucaristía. Lutero negó en su documento que la confirmación, el matrimonio, la ordenación sacerdotal y la extrema unción fueran sacramentos.

La libertad cristiana

De manera análoga, el completo desarrollo de la doctrina de Lutero sobre la salvación y la vida cristiana se expuso en su opúsculo La libertad cristiana (publicado el 20 de noviembre de 1520), donde exigió una completa unión con Cristo mediante la Palabra a través de la fe, la entera libertad de un cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas externas, y de un amor así para con el prójimo.

La excomunión de Lutero

El Papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con la bula Exsurge Domine, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo de sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina seleccionados de sus escritos. Cumplido dicho plazo, se rumoreaba que Eck había llegado a Meissen con una prohibición papal, la cual se pronunció realmente el 21 de septiembre. En octubre de 1520 Lutero envió su escrito En la Libertad de un Cristiano al Papa, añadiendo la significativa frase: "Yo no me someto a leyes al interpretar la palabra de Dios". El 12 de diciembre Lutero arrojó personalmente al fuego la bula, la cual tomaba efecto en un plazo de 120 días, y el decreto papal en Wittenberg, defendiéndose en su Warum des Papstes und seiner Jünger Bücher verbrannt sind y su Assertio omnium articulorum. El Papa León X excomulgó a Lutero el 3 de enero de 1521 mediante la bula Decet Romanum Pontificem.
La ejecución de la prohibición, sin embargo, fue evitada por la relación del Papa con Federico III de Sajonia y por el nuevo emperador Carlos V quien, viendo la actitud papal hacia él y la posición de la Dieta, encontró contraindicado apoyar las medidas contra Lutero. Este fue a Worms diciendo que "Iría allí aunque hubiese tantos demonios como tejas en los tejados".

Dieta de Worms

El 3 de enero de 1521 fue publicada en Roma la bula Decet Romanum Pontificem, por la que el papa León X excomulgaba a Lutero.
El emperador Carlos V inauguró la Dieta imperial de Worms el 22 de enero de 1521. Lutero fue llamado a renunciar o reafirmar su doctrina y le fue otorgado un salvoconducto para garantizar su seguridad.
Lutero se presentó ante la Dieta el 16 de abril. Johann Eck, un asistente del Arzobispo de Tréveris, presentó a Lutero una mesa llena de copias de sus escritos. Le preguntó a Lutero si los libros eran suyos y si todavía creía en lo que esas obras enseñaban. Lutero pidió un tiempo para pensar su respuesta, el cual le fue concedido. Lutero oró, consultó con sus amigos y mediadores y se presentó ante la Dieta al día siguiente. Cuando se trató el asunto en la Dieta, el consejero Eck le pidió a Lutero que respondiera explícitamente: "Lutero, ¿rechaza sus libros y los errores que en ellos se contiene?", a lo que Lutero respondió: "Que se me convenza mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón —porque no le creo ni al Papa ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a sí mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable". De acuerdo con la tradición, Lutero entonces dijo estas palabras: "¡No puedo hacer otra cosa; esta es mi postura! ¡Que Dios me ayude!"
En los siguientes días se hicieron conferencias privadas para determinar el destino de Lutero. Antes de que la decisión fuese tomada, Lutero abandonó Worms. Durante su regreso a Wittenberg desapareció.
El emperador redactó el Edicto de Worms el 25 de mayo de 1521, declarando a Martín Lutero prófugo y hereje, y prohibiendo sus obras.

Lutero y los judíos

Las opiniones de Lutero sobre los judíos han sido descritas como antisemitismo racial por unos o religioso por otros. En otros casos como antijudaísmo.
En los inicios de su carrera pensaba que los judíos no habían creído en Jesús a causa de los errores de los cristianos y de la proclamación de lo que para él era un evangelio impuro. Sugería que responderían favorablemente al mensaje evangélico si se les presentaba de la forma adecuada. Cuando descubrió que no era así, atacó con furia a los judíos.
En su Von den Juden und ihren Lügen (Sobre los judíos y sus mentiras), publicado en 1543, escribió que debían realizarse contra los judíos acciones como quemar las sinagogas, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, «aplastar y destruir» sus casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos «gusanos venenosos» a realizar trabajos forzados o expulsarlos «para siempre». Según la opinión del Dr. Robert Michael, parece que Lutero también aprobaba el asesinato de judíos. Como sea el caso, lo cierto es que en ese libelo solicita a los estados alemanes que actúen tomando como referencia estos puntos: "¿Qué debemos hacer, nosotros cristianos, con los judíos, esta gente rechazada y condenada? Dado que viven con nosotros, no osamos tolerar su conducta ahora que estamos al tanto de sus mentiras, sus injurias y sus blasfemias… En primer lugar, debemos prender fuego sus sinagogas o escuelas y enterrar y tapar con suciedad todo lo que no prendamos fuego, para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o ceniza. Esto ha de hacerse en honor a nuestro Señor y a la cristiandad, de modo que Dios vea que nosotros somos cristianos y que no aprobamos ni toleramos a sabiendas tales mentiras, maldiciones y blasfemias a su Hijo y a sus cristianos… En segundo lugar, también aconsejo que sus casas sean arrasadas y destruidas. Porque en ellas persiguen los mismos fines que en sus sinagogas… En tercer lugar, aconsejo que sus libros de plegarias (sidurim) y escritos talmúdicos, por medio de los cuales se enseñan la idolatría, las mentiras, maldiciones y blasfemias, les sean quitados… En cuarto lugar, aconsejo que de ahora en adelante se les prohíba a los rabinos enseñar sobre el dolor de la perdida de la vida o extremidad… En quinto lugar, que la protección en los caminos sea abolida completamente para los judíos. No tienen nada que hacer en las afueras de las ciudades dado que no son señores, funcionarios, comerciantes, ni nada por el estilo… En sexto lugar, aconsejo que se les prohíba la usura, y que se les quite todo el dinero y todas las riquezas en plata y oro, y que luego todo esto sea guardado en lugar seguro… En séptimo lugar, recomiendo poner o un mayal o una hacha o una azada o una pala o una rueca o un huso en las manos de judíos y judías jóvenes y fuertes y dejar que coman el pan con el sudor de su rostro, como se le impuso a los hijos de Adán."
Estas palabras duras como son, han hecho que muchos eruditos reconsideren la obra de Lutero bajo una nueva perspectiva, por ejemplo, el historiador británico Paul Johnson, declaró que el libelo "Sobre los judíos y sus mentiras" fue el «Primer trabajo del antisemitismo moderno y un paso gigantesco en el camino hacia el Holocausto». De igual manera, los historiadores del nazismo no pueden dejar de señalar que cuatro siglos después de haber sido escritos tales ensayos, los nazis los citaron para justificar la llamada Solución Final. Incluso, algunos estudiosos como Simon y Schuster han atribuido el Shoa u Holocausto directamente al antijudaísmo de Lutero. En cambio, otros investigadores, como Uwe Siemon-Netto refutan ese punto de vista como una distorsión histórica.
Ciertamente, el tema puede estar sujeto a debate; sobre todo, por el enorme peso histórico y religioso que la obra de Lutero posee. Sin embargo, es innegable que para los filósofos del nazismo las ideas del reformador allanaron el camino para la creación de los campos de exterminio. La recomendación luterana de una “áspera misericordia” oscharfe Barmherzigkeit, que en términos llanos significó “intolerancia absoluta” como "medida profiláctica" contra el judío fue tomada por los nazis como una apología para su visión del mundo. Durante el juicio de Núremberg, el general de la SA, Gauleiter de Franconia y Editor del periódico Der Stürmer, Julius Streicher defendió su causa cuando se le cuestionó por el antisemitismo de sus artículos, diciendo: “Publicaciones antisemitas han existido en Alemania durante siglos. Por ejemplo, un libro que yo tenía, y a la postre confiscado, fue escrito por el Dr. Martín Lutero. Si este libro hubiera sido tomado en consideración por la fiscalía, seguramente hoy el Dr. Martín Lutero estaría en mi lugar en el banquillo de los acusados. En este libro, “Los judíos y Sus Mentiras”, el Dr. Martín Lutero describe a los judíos como hijos de víbora y recomienda prender fuego a sus sinagogas y destruirlos.” La fiscalía difícilmente pudo rebatir tales pruebas.
Desde la década de 1980, algunos organismos de la Iglesia Luterana han denunciado formalmente los escritos antisemitas de Lutero. En noviembre de 1998, en el 60º aniversario de la Kristallnacht o la "Noche de los Cristales Rotos" la Iglesia Luterana de Baviera emitió el siguiente comunicado: "Es imperativo para la Iglesia Luterana, la cual ella misma está en deuda con la obra y tradición de Martín Lutero, tomar seriamente sus pronunciamientos antijudíos, reconocer su influencia teológica, y reflexionar sobre sus consecuencias para así distanciarse de cada expresión de antijudaísmo dentro de la teología luterana".

Lutero con respecto a la brujería y magia

Lutero compartía el carácter medieval de rechazar todos los signos que le pudieran parecer indicios de brujería, considerándola a esta antagónica al cristianismo. Es por ello que los practicantes de hechicería eran perseguidos tanto en los territorios católicos como protestantes. Se dice que Lutero compartía algunas de las supersticiones sobre la brujería que eran comunes en su tiempo, por ejemplo, la creencia de las brujas, con la ayuda del demonio, podían robar leche simplemente al pensar en una vaca. En suCatecismo Menor Lutero enseña que la brujería era un pecado contra el segundo mandamiento.

Otros escritos de Lutero

El número de libros atribuidos a Martín Lutero es bastante alto. Sin embargo, algunos estudiosos de Lutero creen que muchas de tales obras fueron al menos esbozadas por algunos de sus amigos, como Melanchthon. La fama de Lutero les daba una audiencia potencial mayor que la que hubieran obtenido de ser publicados bajo los nombres de sus verdaderos autores.
La más completa colección de los voluminosos escritos de Lutero es Weimar Ausgabe (Edición de Weimar), que consta de 101 volúmenes infolio, aunque sólo una fracción de estos escritos ha sido traducida.
Algunos de sus libros explican cómo se establecieron las epístolas con su canonicidad, hermenéutica, exégesis y exposición, y muestran cómo se integran los libros de la Biblia entre sí. Destacan entre ellos los escritos sobre la Epístola a los Gálatas, en los cuales se compara a sí mismo al Apóstol Pablo en su defensa del Evangelio (por ejemplo, el comentario en Lutero y la Epístola a los Gálatas).
Lutero también escribió sobre la administración civil y eclesiástica y sobre el hogar cristiano.
El estilo literario de Lutero era polémico, en parte porque cuando le apasionaba un tema llegaba a insultar a sus oponentes. Al igual que otros reformadores era muy intolerante con otras creencias y con los puntos de vista opuestos al suyo y esto puede haber exacerbado la Reforma protestante en Alemania.

Último viaje de Lutero y muerte

El último viaje de Lutero a Mansfeld lo realizó debido a su preocupación por las familias de sus hermanos y hermanas, quienes continuaban en la mina de cobre de Hans Lutero, que estaba amenazada por las intenciones del Conde Albrecht de Mansfeld de controlar esa industria para su beneficio personal. La controversia involucró a los cuatro condes de Mansfeld: Albrecht, Philip, John George y Gerhard. Lutero viajó dos veces hacia fines del año 1545 con el objetivo de participar en las negociaciones para llegar a un acuerdo. Fue necesaria una tercera visita a principios de 1546 para completar las negociaciones. El 23 de enero Lutero dejó Wittenberg acompañado por sus tres hijos. Las negociaciones concluyeron con éxito el 17 de febrero. Pasadas las 8 de la tarde de ese día, Lutero sufrió dolores en el pecho. Al irse a la cama oró diciendo: «En tus manos encomiendo mi espíritu; me has redimido, oh Señor, fiel Dios», tal y como se oraba habitualmente cuando llegaba la hora de la muerte. A la una de la madrugada despertó con un agudo dolor de pecho y fue envuelto con toallas calientes.
Sabiendo que su muerte era inminente, le agradeció a Dios por haberle revelado a su Hijo, en quien él había creído. Sus compañeros Justus Jonás y Michael Coelius gritaron: «Reverendo padre, ¿está listo para morir confiando en su Señor Jesucristo y confesando la doctrina que enseñó en su nombre?» Un distintivo «sí» fue la respuesta de Lutero. Murió a las 2:45 del 18 de febrero de 1546 en Eisleben, la ciudad donde nació. Fue enterrado en la Iglesia del Palacio de Wittenberg, cerca del púlpito desde el cual había transformado al cristianismo.

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