El arrianismo es una creencia cristiana no trinitaria.
Afirma que Jesucristo fue creado por Dios Padre y está subordinado a él. Las
enseñanzas arrianas fueron atribuidas a Arrio (c. 250-335 d. C.), un presbítero
de Alejandría, Egipto, y se oponen a las llamadas ortodoxas acerca de la
naturaleza divina. La cristología arriana sostiene que el Hijo de Dios no
existió siempre, sino que fue creado por Dios Padre. Esta creencia se basa,
entre otros textos bíblicos, en un párrafo del Evangelio según san Juan donde
Jesús declara:
Oyeron que yo les dije: “Voy y vuelvo a ustedes”. Si me
amaran se gozarían de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo.
Evangelio según san Juan 14:28 (Versión Reina Valera,
actualizada 2015)
El Primer Concilio de Nicea del 325 consideró que las
doctrinas arrianas eran heréticas y el Primer Sínodo de Tiro, en el 335,
exoneró a Arrio. Tras su muerte, fue anatemizado de nuevo y fue declarado
herético otra vez en el Primer Concilio de Constantinopla del 381. Los
emperadores romanos Constancio II (337-361) y Valente (364-378) fueron arrianos
o cercanos al arrianismo.
Comienzos
En algunos grupos de los primeros cristianos se enseñaba que
Cristo había pre-existido como Hijo de Dios desde antes de su encarnación en
Jesús de Nazaret, y que había descendido a la Tierra para redimir a los seres
humanos.
Arrio creía que Dios Padre y Dios Hijo no habían existido
juntos desde siempre, sino que el Logos era un ser divino creado por Dios
Padre antes que el mundo y que estaba subordinado al Padre. Arrio y sus
seguidores apelaban al ya mencionado texto del Evangelio de Juan, y además a
Proverbios, donde la Sabiduría Divina (identificada entonces con el Logos, es
decir Jesucristo) proclama:
El Señor me creó al principio de su obra, antes de que él
comenzara a crearlo todo.
Proverbios 8:22 (Versión Dios habla hoy, 1996)
Arrio había sido discípulo de Luciano de Antioquía en su
academia de Antioquía, y heredó de él una versión modificada de las enseñanzas
de Pablo de Samosata. Después de la conversión de Constantino y en vista del
áspero cariz que tomaban las disputas teológicas, se convocó al Concilio de
Nicea, el cual adoptó una solución general a esta controversia. La gran mayoría
apoyó las doctrinas trinitarias, que pasaron a considerarse la ortodoxia (es
decir la forma correcta de entender la fe cristiana) y la posición arriana
quedó en minoría y fue declarada heterodoxa o herética.
La controversia acerca del arrianismo se desarrolló durante
todo el siglo IV. Incumbió a muchos miembros de la Iglesia: simples creyentes,
sacerdotes, monjes, obispos, emperadores y miembros de la familia imperial
romana. Los emperadores romanos, Constancio II y Valente, se convirtieron en
arrianos o semi-arrianos. También se hicieron arrianos los godos, vándalos y
lombardos. La profunda controversia en el seno de la Iglesia durante este
periodo podría no haberse materializado sin la significativa influencia
histórica de las doctrinas arrianas. De los trescientos obispos que acudieron
al Primer Concilio de Nicea, solo dos no firmaron el Credo Niceno, que
condenaba el arrianismo. Según algunos estudiosos, esta mayoría obedeció a la
pena de exilio impuesta por Constantino a quienes se rehusaran a firmar el
acuerdo alcanzado en Nicea. Sin embargo, se ha señalado que dicha suposición es
gratuita dado que no aparece en las fuentes posteriores indicio alguno de
imposición en los escritos de los participantes del mismo, posterior a su
muerte; más aún, hay evidencia que los obispos presentes en el mencionado
concilio fueron de una u otra manera presionados por Constantino para
reintegrar a Arrio y otros miembros de su partido en los puestos eclesiásticos
que manejan previamente, entre ellos se encontraba Atanasio a quien por
oponerse a la medida imperial, se le exilia forzadamente de su sede en Alejandría;
Y de nueva cuenta es encarcelado y exiliado por el emperador Constancio II
quien decidió apoyar de forma activa a los arrianos, aun sin compartir la
totalidad de su doctrina.
El Edicto en cuestión dispuso lo siguiente:
Además, si se encuentra algún escrito sobre Arrio, podría
ser arrojado al fuego, por lo que no solo se borra la maldad de su enseñanza,
sino que no quedará nada para recordarlo. Y por esto hago una orden pública, de
que si se descubriese que alguien esconde un escrito compuesto por Arrio, y no
lo lleva inmediatamente a su destrucción por fuego, la pena será la muerte. Tan
pronto como se descubra su ofensa, él podría ser sometido a castigo capital
[...]
Edicto del emperador Constantino contra los arrianos.
La vigencia del mencionado Edicto apenas tuvo corto vigor en
su aplicación; si bien Arrio fue desterrado a Ilírico junto con dos prelados
afines suyos Theonas de Marmarica y Segundo de Ptolemaida y sus libros
quemados; pasados tres meses el emperador suaviza la sanciones impuesta a los
seguidores de Arrio en la referente a sus escritos y libros (considerándose
principalmente por encontrarse interesado a la tendencia arriana de su hasta
ese momento ex-consejero y también exiliado Eusebio), y posteriormente que en
el año 328 pide a los obispos de la región de Egipto, en especial a Atanasio de
Alejandría reconsiderar la condena hacia los mismos y devolverles a los cargos
eclesiales que ocupaban antes del concilio, la respuestas de los mismo fue
unánime en el rechazo hacia el emperador, siendo el propio Obispo tajante a
exigir que se respetara lo concerniente a lo estipulado en Nicea sobre el tema;
Sin embargo Constantino forzó a través de la vía judicial sacar del exilio a
Arrio e imponerlo de nuevo en la diócesis contra la voluntad de Atanasio, este
último continuo firme en su negativa de aceptarle de nuevo. Dicho desafió fue
recibido por el emperador como amenaza a su imperio y persuadido de nuevo por
el obispo Eusebio, busco formas para condenarlo al exilio, sin embargo este
logra escapar hacia Costantinopla, el estira y encoge de Constantino entre su
postura con arrianos y ortodoxos es más inconsistente en esos, con lo mismo se
convoca a un concilio en el 336 en Jerusalén donde Arrio junto con los suyos
serían finalmente rehabilitados a sus puestos. Sin embargo Arrio fallecería
camino a Constantinopla en ese año, y posteriormente el emperador un año más
tarde en el 337. Mientras Atanasio se encontraría entre el exilio y la
re-instalación en su sede de Alejandría hasta que el joven emperador
Constantino II le permitiría volver a de forma permanente, dicha acción también
pretendió poner en apuros a su hermano Constancio II, gobernador del Imperio
Oriental y partidario del arrianismo.
El arrianismo continuó existiendo durante varias décadas,
aunque el aparente resurgimiento del arrianismo después de Nicea fue, más bien,
una reacción anti-nicena explotada por los simpatizantes de los arrianos que
algo propiamente arriano. A finales del siglo IV, se había derrotado todo
resto de arrianismo en el seno de la jerarquía oficial de la iglesia romana,
que era trinitaria. En la Europa Occidental, el arrianismo, que había sido
predicado por Ulfilas, un misionero arriano entre las tribus germánicas, era
dominante entre godos y vándalos (y más tarde, fue significativo entre los
lombardos); pero dejó de ser una creencia mayoritaria en estas tribus en el
siglo VIII, a medida que los reyes de esos pueblos fueron adoptando
gradualmente el catolicismo. Este proceso empezó con Clodoveo I rey de los
francos en 496, si bien él no era arriano, sino pagano, siguió con Recaredo de
los visigodos en 587 y culminó con Ariberto I de los lombardos en 653.
Creencias
La reconstrucción de lo que realmente dijo Arrio y el por
qué lo dijo es una gran tarea, porque ha sobrevivido muy poco de su propio
trabajo, con la salvedad de las citas hechas con propósitos polémicos por sus
oponentes, y también porque no se sabe a ciencia cierta qué teorías teológicas
y filosóficas habían conformado su sistema de creencias.
Los arrianos no creían en la doctrina tradicional de la
Trinidad, que sostiene que Dios, Jesús y el Espíritu Santo son un único ser.
La carta de Auxentius de Durostorum sobre el misionero
arriano Ulfilas da una imagen clara de las creencias arrianas. Ulfilas fue
ordenado obispo por el arriano Eusebio de Nicomedia y regresó a su pueblo para
emplearse como misionero. Ulfilas creía que Dios Padre (el Dios Sin Comienzo,
el Dios Todopoderoso) siempre había existido y era el único dios verdadero
(Evangelio de Juan 17:3). Así mismo, creía que el Hijo de Dios, Jesucristo,
(Dios "unigénito", Evangelio de Juan 1:18; Dios Poderoso, Libro del profeta
Isaías 9:6) empezó después de que el tiempo empezase (Proverbios 8:22-29; Libro
de las revelaciones 3:14, Epístola a los colosenses 1:15), y quien es
Señor/Guía (Primera epístola a los corintios 8:6). El Espíritu Santo (el poder
iluminador y santificador) tampoco es Señor/Guía. El capítulo 8, versículo 6,
de la Primera epístola a los corintios 8:6 dice:
[...] para nosotros existe un solo Dios, el Padre, que es
principio de todo y fin nuestro y existe un solo señor, Jesucristo, por quien
todo existe y también nosotros.
Primera epístola a los corintios 8:6. Escrita por san Pablo
de Tarso a la comunidad cristiana de Corinto. Siglo I.
En una carta a Auxentius, Ulfilas resume así sus creencias:
Yo, Ulfilas, obispo y confesor, he creído siempre, y en esto,
en la única fe verdadera, hago el camino hacia mi Señor: creo solo en un Dios
Padre, el que no tiene comienzo y es invisible, y en su unigénito hijo, nuestro
Señor/Guía y Dios, el diseñador y el hacedor de toda la creación, no habiendo
otro como él. Por lo tanto, hay un Dios de todos, que también es Dios de
nuestro Dios; y hay un Espíritu Santo, el poder iluminador y santificador, como
dijo Cristo después de la resurrección a sus apóstoles: "Yo les enviaré lo
que el Padre prometió, por eso quédense en esta ciudad hasta que sean
revestidos con la fuerza que viene desde el cielo" (Evangelio de Lucas
24:49) y también dijo: "Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que
vendrá sobre ustedes [y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaria y
hasta el confín del mundo]" (Hechos de los apóstoles 1:8). Ni Dios ni
Señor/Guía, sino fiel ministro de la fe de Cristo; no igual, pero sujeto a
obediencia en todo al Hijo. Y creo que el Hijo está sujeto y es obediente en
todo a Dios Padre.
Arrio escribió una carta a Eusebio de Nicomedia que decía:
Algunos de ellos dicen que el Hijo es una erupción, otros
que es una producción, otros que no tiene comienzo. Estos son impíos a los que
no podemos escuchar, aunque los herejes nos amenacen con un millar de muertes.
Nosotros decimos y creemos y tenemos que aprender, y que enseñar, que el Hijo
no fue sin comienzo, ni ninguna parte suya fue sin comienzo, y que su
subsistencia no depende de nada; sino que es por su propia voluntad y consejo
por lo que ha subsistido antes del tiempo y antes de las eras tan perfecto como
Dios, solo empezado e incanjeable, y que antes de ser empezado, o creado, o
propuesto, o establecido, él no estaba. Porque él no carece de comienzo.
Nosotros somos perseguidos porque decimos que el Hijo tiene un comienzo pero
que Dios no tiene comienzo.
Difusión posterior del arrianismo
Ulfilas, obispo y misionero, propagó el arrianismo entre los
pueblos germánicos, particularmente los visigodos, vándalos, burgundios y
ostrogodos. Después del Concilio de Constantinopla del año 381, el arrianismo
fue definitivamente condenado y considerado como herejía en el mundo católico.
Sin embargo, el arrianismo se mantuvo como religión de algunos pueblos
germánicos hasta el siglo VI, cuando Recaredo I, rey de los visigodos, se
bautizó como católico en el año 587 e impuso el catolicismo como religión oficial
de su reino dos años después con la lucha y oposición de los visigodos
arrianos, tras el III Concilio de Toledo (589). En Italia, las supervivencias
arrianas en el reino longobardopersistieron hasta muy avanzado el siglo VII y
el rey lombardo Grimoaldo (662-671) puede considerarse como el último monarca
arriano del reino (y de Europa).
El arrianismo en la actualidad
Los socinianos, una denominación nacida luego de la Reforma
Protestante en Polonia, no creen en el aspecto de Jesús Dios, por lo que en
alguna medida podrían ser considerados herederos del arrianismo.
Teologías actuales surgidas en la iglesia católica son
acusadas de reproducir esquemas arrianos, con una presentación no cristológica
de Jesús. En 2007, Demetrio Fernández ―entonces obispo de Tarazona y hoy obispo
de Córdoba― acusó al teólogo José Antonio Pagola por lo expuesto en su libro
Jesús, aproximación histórica (PPC, 2007).
Esta «herejía» (desde el punto de vista católico), sigue en
la mente de algunos miembros de la Iglesia: por lo general, se cree que
determinadas nuevas eclesiologías combinan la teología liberacionista con el
nuevo arrianismo científico, surgido de determinadas corrientes historicistas
en la investigación bíblica. No obstante, la doctrina oficial de la Iglesia es
concluyente al declarar el arrianismo como herejía en el Primer Concilio de
Nicea (325), inicialmente, y desde el Primer Concilio de Constantinopla (381)
de forma definitiva.
Una iglesia inglesa moderna, llamada Sagrada y Apostólica
Iglesia del Catolicismo Arriano (The Holy Catholic and Apostolic Church of
Arian Catholicism), dice seguir las enseñanzas de Arrio y lo canonizó el 16 de
junio de 2006. Su doctrina dice que solo el Padre es el Dios absoluto, y que
Jesús tuvo un comienzo, en la carne, y que está subordinado al Padre. Enseñan
también que Jesucristo era el mesías redentor sin pecado, aunque no aceptan el
nacimiento virginal de Jesús, la resurrección del cuerpo de Jesucristo, la
divinidad o la adoración de Jesús ni la infalibilidad de Jesús, lo que los
sitúa en una posición opuesta al propio Arrio, que sí aceptaba todo eso, con
excepción del nivel de divinidad de Cristo. Las enseñanzas de esa iglesia
arriana están más alineadas con el socinianismo que con el auténtico
arrianismo.
Aunque, según el propio Arrio, Cristo existía antes de
María, esa iglesia arriana cree que no. Dicha iglesia cree que Jesús era el
hijo natural de José y María y que el Espíritu Santo supervisó la concepción, y
también enseñan que la resurrección de Cristo no fue en la carne, sino que fue
espiritual. De hecho, su credo "católico arrio" es una creación
moderna, no una fe antigua.
Los testigos de Jehová guardan unas pocas similitudes con el
arrianismo, en el sentido que ambas consideran a Jesús como el unigénito del
Dios Padre, y no como Dios mismo. Estos han sido llamados a veces
"arrianos modernos" o "semi-arrianos", normalmente por sus
oponentes. Aunque hay algunas similitudes significativas en su teología y su
doctrina, los testigos de Jehová difieren de Arrio en lo de que el Hijo puede
conocer por completo al Padre (algo que Arrio negaba), y por su negación de la
personalidad literal del Espíritu Santo. Arrio consideraba que el Espíritu
Santo era una "fuerza activa" de Dios, o una "energía", que
no tenía comienzo, y que no era un sujeto existente, al igual que piensan los
testigos de Jehová. Los arrianos originales también rezan directamente a Jesús,
mientras que los testigos de Jehová oran a Dios, aunque Jesús es un mediador.
Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los Últimos Días (mormones) han sido acusados a veces de ser arrianos por sus
detractores. No obstante, su cristología difiere en varios aspectos de la
teología arriana.
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