sábado, 10 de febrero de 2018

Arrianismo

El arrianismo es una creencia cristiana no trinitaria. Afirma que Jesucristo fue creado por Dios Padre y está subordinado a él. Las enseñanzas arrianas fueron atribuidas a Arrio (c. 250-335 d. C.), un presbítero de Alejandría, Egipto, y se oponen a las llamadas ortodoxas acerca de la naturaleza divina. La cristología arriana sostiene que el Hijo de Dios no existió siempre, sino que fue creado por Dios Padre. Esta creencia se basa, entre otros textos bíblicos, en un párrafo del Evangelio según san Juan​ donde Jesús declara:

Oyeron que yo les dije: “Voy y vuelvo a ustedes”. Si me amaran se gozarían de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo.
Evangelio según san Juan 14:28 (Versión Reina Valera, actualizada 2015)

El Primer Concilio de Nicea del 325 consideró que las doctrinas arrianas eran heréticas y el Primer Sínodo de Tiro, en el 335, exoneró a Arrio.​ Tras su muerte, fue anatemizado de nuevo y fue declarado herético otra vez en el Primer Concilio de Constantinopla del 381.​ Los emperadores romanos Constancio II (337-361) y Valente (364-378) fueron arrianos o cercanos al arrianismo.


Comienzos

En algunos grupos de los primeros cristianos se enseñaba que Cristo había pre-existido como Hijo de Dios desde antes de su encarnación en Jesús de Nazaret, y que había descendido a la Tierra para redimir a los seres humanos.

Arrio creía que Dios Padre y Dios Hijo no habían existido juntos desde siempre,​ sino que el Logos era un ser divino creado por Dios Padre antes que el mundo y que estaba subordinado al Padre.​ Arrio y sus seguidores apelaban al ya mencionado texto del Evangelio de Juan, y además a Proverbios, donde la Sabiduría Divina (identificada entonces con el Logos, es decir Jesucristo) proclama:

El Señor me creó al principio de su obra, antes de que él comenzara a crearlo todo.
Proverbios 8:22 (Versión Dios habla hoy, 1996)

Arrio había sido discípulo de Luciano de Antioquía en su academia de Antioquía, y heredó de él una versión modificada de las enseñanzas de Pablo de Samosata.​ Después de la conversión de Constantino y en vista del áspero cariz que tomaban las disputas teológicas, se convocó al Concilio de Nicea, el cual adoptó una solución general a esta controversia. La gran mayoría apoyó las doctrinas trinitarias, que pasaron a considerarse la ortodoxia (es decir la forma correcta de entender la fe cristiana) y la posición arriana quedó en minoría y fue declarada heterodoxa o herética.

La controversia acerca del arrianismo se desarrolló durante todo el siglo IV. Incumbió a muchos miembros de la Iglesia: simples creyentes, sacerdotes, monjes, obispos, emperadores y miembros de la familia imperial romana. Los emperadores romanos, Constancio II y Valente, se convirtieron en arrianos o semi-arrianos. También se hicieron arrianos los godos, vándalos y lombardos. La profunda controversia en el seno de la Iglesia durante este periodo podría no haberse materializado sin la significativa influencia histórica de las doctrinas arrianas.​ De los trescientos obispos que acudieron al Primer Concilio de Nicea, solo dos no firmaron el Credo Niceno, que condenaba el arrianismo. Según algunos estudiosos, esta mayoría obedeció a la pena de exilio impuesta por Constantino a quienes se rehusaran a firmar el acuerdo alcanzado en Nicea. Sin embargo, se ha señalado que dicha suposición es gratuita dado que no aparece en las fuentes posteriores indicio alguno de imposición en los escritos de los participantes del mismo, posterior a su muerte; más aún, hay evidencia que los obispos presentes en el mencionado concilio fueron de una u otra manera presionados por Constantino para reintegrar a Arrio y otros miembros de su partido en los puestos eclesiásticos que manejan previamente, entre ellos se encontraba Atanasio a quien por oponerse a la medida imperial, se le exilia forzadamente de su sede en Alejandría; Y de nueva cuenta es encarcelado y exiliado por el emperador Constancio II quien decidió apoyar de forma activa a los arrianos, aun sin compartir la totalidad de su doctrina.

El Edicto en cuestión dispuso lo siguiente:

Además, si se encuentra algún escrito sobre Arrio, podría ser arrojado al fuego, por lo que no solo se borra la maldad de su enseñanza, sino que no quedará nada para recordarlo. Y por esto hago una orden pública, de que si se descubriese que alguien esconde un escrito compuesto por Arrio, y no lo lleva inmediatamente a su destrucción por fuego, la pena será la muerte. Tan pronto como se descubra su ofensa, él podría ser sometido a castigo capital [...]

Edicto del emperador Constantino contra los arrianos.​

La vigencia del mencionado Edicto apenas tuvo corto vigor en su aplicación; si bien Arrio fue desterrado a Ilírico junto con dos prelados afines suyos Theonas de Marmarica y Segundo de Ptolemaida y sus libros quemados; pasados tres meses el emperador suaviza la sanciones impuesta a los seguidores de Arrio en la referente a sus escritos y libros (considerándose principalmente por encontrarse interesado a la tendencia arriana de su hasta ese momento ex-consejero y también exiliado Eusebio), y posteriormente que en el año 328 pide a los obispos de la región de Egipto, en especial a Atanasio de Alejandría reconsiderar la condena hacia los mismos y devolverles a los cargos eclesiales que ocupaban antes del concilio, la respuestas de los mismo fue unánime en el rechazo hacia el emperador, siendo el propio Obispo tajante a exigir que se respetara lo concerniente a lo estipulado en Nicea sobre el tema; Sin embargo Constantino forzó a través de la vía judicial sacar del exilio a Arrio e imponerlo de nuevo en la diócesis contra la voluntad de Atanasio, este último continuo firme en su negativa de aceptarle de nuevo. Dicho desafió fue recibido por el emperador como amenaza a su imperio y persuadido de nuevo por el obispo Eusebio, busco formas para condenarlo al exilio, sin embargo este logra escapar hacia Costantinopla, el estira y encoge de Constantino entre su postura con arrianos y ortodoxos es más inconsistente en esos, con lo mismo se convoca a un concilio en el 336 en Jerusalén donde Arrio junto con los suyos serían finalmente rehabilitados a sus puestos. Sin embargo Arrio fallecería camino a Constantinopla en ese año, y posteriormente el emperador un año más tarde en el 337. Mientras Atanasio se encontraría entre el exilio y la re-instalación en su sede de Alejandría hasta que el joven emperador Constantino II le permitiría volver a de forma permanente, dicha acción también pretendió poner en apuros a su hermano Constancio II, gobernador del Imperio Oriental y partidario del arrianismo.

El arrianismo continuó existiendo durante varias décadas, aunque el aparente resurgimiento del arrianismo después de Nicea fue, más bien, una reacción anti-nicena explotada por los simpatizantes de los arrianos que algo propiamente arriano.​ A finales del siglo IV, se había derrotado todo resto de arrianismo en el seno de la jerarquía oficial de la iglesia romana, que era trinitaria.​ En la Europa Occidental, el arrianismo, que había sido predicado por Ulfilas, un misionero arriano entre las tribus germánicas, era dominante entre godos y vándalos (y más tarde, fue significativo entre los lombardos); pero dejó de ser una creencia mayoritaria en estas tribus en el siglo VIII, a medida que los reyes de esos pueblos fueron adoptando gradualmente el catolicismo. Este proceso empezó con Clodoveo I rey de los francos en 496, si bien él no era arriano, sino pagano, siguió con Recaredo de los visigodos en 587 y culminó con Ariberto I de los lombardos en 653.

Creencias

La reconstrucción de lo que realmente dijo Arrio y el por qué lo dijo es una gran tarea, porque ha sobrevivido muy poco de su propio trabajo, con la salvedad de las citas hechas con propósitos polémicos por sus oponentes, y también porque no se sabe a ciencia cierta qué teorías teológicas y filosóficas habían conformado su sistema de creencias.​

Los arrianos no creían en la doctrina tradicional de la Trinidad, que sostiene que Dios, Jesús y el Espíritu Santo son un único ser.​

La carta de Auxentius de Durostorum​ sobre el misionero arriano Ulfilas da una imagen clara de las creencias arrianas. Ulfilas fue ordenado obispo por el arriano Eusebio de Nicomedia y regresó a su pueblo para emplearse como misionero. Ulfilas creía que Dios Padre (el Dios Sin Comienzo, el Dios Todopoderoso) siempre había existido y era el único dios verdadero (Evangelio de Juan 17:3). Así mismo, creía que el Hijo de Dios, Jesucristo, (Dios "unigénito", Evangelio de Juan 1:18;​ Dios Poderoso, Libro del profeta Isaías 9:6) empezó después de que el tiempo empezase (Proverbios 8:22-29; Libro de las revelaciones 3:14, Epístola a los colosenses 1:15), y quien es Señor/Guía (Primera epístola a los corintios 8:6). El Espíritu Santo (el poder iluminador y santificador) tampoco es Señor/Guía. El capítulo 8, versículo 6, de la Primera epístola a los corintios 8:6 dice:

[...] para nosotros existe un solo Dios, el Padre, que es principio de todo y fin nuestro y existe un solo señor, Jesucristo, por quien todo existe y también nosotros.
Primera epístola a los corintios 8:6. Escrita por san Pablo de Tarso a la comunidad cristiana de Corinto. Siglo I.

En una carta a Auxentius, Ulfilas resume así sus creencias:

Yo, Ulfilas, obispo y confesor, he creído siempre, y en esto, en la única fe verdadera, hago el camino hacia mi Señor: creo solo en un Dios Padre, el que no tiene comienzo y es invisible, y en su unigénito hijo, nuestro Señor/Guía y Dios, el diseñador y el hacedor de toda la creación, no habiendo otro como él. Por lo tanto, hay un Dios de todos, que también es Dios de nuestro Dios; y hay un Espíritu Santo, el poder iluminador y santificador, como dijo Cristo después de la resurrección a sus apóstoles: "Yo les enviaré lo que el Padre prometió, por eso quédense en esta ciudad hasta que sean revestidos con la fuerza que viene desde el cielo" (Evangelio de Lucas 24:49) y también dijo: "Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes [y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaria y hasta el confín del mundo]" (Hechos de los apóstoles 1:8). Ni Dios ni Señor/Guía, sino fiel ministro de la fe de Cristo; no igual, pero sujeto a obediencia en todo al Hijo. Y creo que el Hijo está sujeto y es obediente en todo a Dios Padre.

Arrio escribió una carta a Eusebio de Nicomedia que decía:

Algunos de ellos dicen que el Hijo es una erupción, otros que es una producción, otros que no tiene comienzo. Estos son impíos a los que no podemos escuchar, aunque los herejes nos amenacen con un millar de muertes. Nosotros decimos y creemos y tenemos que aprender, y que enseñar, que el Hijo no fue sin comienzo, ni ninguna parte suya fue sin comienzo, y que su subsistencia no depende de nada; sino que es por su propia voluntad y consejo por lo que ha subsistido antes del tiempo y antes de las eras tan perfecto como Dios, solo empezado e incanjeable, y que antes de ser empezado, o creado, o propuesto, o establecido, él no estaba. Porque él no carece de comienzo. Nosotros somos perseguidos porque decimos que el Hijo tiene un comienzo pero que Dios no tiene comienzo.

Difusión posterior del arrianismo

Ulfilas, obispo y misionero, propagó el arrianismo entre los pueblos germánicos, particularmente los visigodos, vándalos, burgundios y ostrogodos. Después del Concilio de Constantinopla del año 381, el arrianismo fue definitivamente condenado y considerado como herejía en el mundo católico. Sin embargo, el arrianismo se mantuvo como religión de algunos pueblos germánicos hasta el siglo VI, cuando Recaredo I, rey de los visigodos, se bautizó como católico en el año 587 e impuso el catolicismo como religión oficial de su reino dos años después con la lucha y oposición de los visigodos arrianos, tras el III Concilio de Toledo (589). En Italia, las supervivencias arrianas en el reino longobardopersistieron hasta muy avanzado el siglo VII​ y el rey lombardo Grimoaldo (662-671) puede considerarse como el último monarca arriano del reino​ (y de Europa).

El arrianismo en la actualidad

Los socinianos, una denominación nacida luego de la Reforma Protestante en Polonia, no creen en el aspecto de Jesús Dios, por lo que en alguna medida podrían ser considerados herederos del arrianismo.

Teologías actuales surgidas en la iglesia católica son acusadas de reproducir esquemas arrianos, con una presentación no cristológica de Jesús. En 2007, Demetrio Fernández ―entonces obispo de Tarazona y hoy obispo de Córdoba― acusó al teólogo José Antonio Pagola por lo expuesto en su libro Jesús, aproximación histórica (PPC, 2007).

Esta «herejía» (desde el punto de vista católico), sigue en la mente de algunos miembros de la Iglesia: por lo general, se cree que determinadas nuevas eclesiologías combinan la teología liberacionista con el nuevo arrianismo científico, surgido de determinadas corrientes historicistas en la investigación bíblica. No obstante, la doctrina oficial de la Iglesia es concluyente al declarar el arrianismo como herejía en el Primer Concilio de Nicea (325), inicialmente, y desde el Primer Concilio de Constantinopla (381) de forma definitiva.
Una iglesia inglesa moderna, llamada Sagrada y Apostólica Iglesia del Catolicismo Arriano (The Holy Catholic and Apostolic Church of Arian Catholicism), dice seguir las enseñanzas de Arrio y lo canonizó el 16 de junio de 2006. Su doctrina dice que solo el Padre es el Dios absoluto, y que Jesús tuvo un comienzo, en la carne, y que está subordinado al Padre. Enseñan también que Jesucristo era el mesías redentor sin pecado, aunque no aceptan el nacimiento virginal de Jesús, la resurrección del cuerpo de Jesucristo, la divinidad o la adoración de Jesús ni la infalibilidad de Jesús, lo que los sitúa en una posición opuesta al propio Arrio, que sí aceptaba todo eso, con excepción del nivel de divinidad de Cristo. Las enseñanzas de esa iglesia arriana están más alineadas con el socinianismo que con el auténtico arrianismo.
Aunque, según el propio Arrio, Cristo existía antes de María, esa iglesia arriana cree que no. Dicha iglesia cree que Jesús era el hijo natural de José y María y que el Espíritu Santo supervisó la concepción, y también enseñan que la resurrección de Cristo no fue en la carne, sino que fue espiritual. De hecho, su credo "católico arrio" es una creación moderna, no una fe antigua.

Los testigos de Jehová guardan unas pocas similitudes con el arrianismo, en el sentido que ambas consideran a Jesús como el unigénito del Dios Padre, y no como Dios mismo. Estos han sido llamados a veces "arrianos modernos" o "semi-arrianos",​ normalmente por sus oponentes.​ Aunque hay algunas similitudes significativas en su teología y su doctrina, los testigos de Jehová difieren de Arrio en lo de que el Hijo puede conocer por completo al Padre (algo que Arrio negaba), y por su negación de la personalidad literal del Espíritu Santo. Arrio consideraba que el Espíritu Santo era una "fuerza activa" de Dios, o una "energía", que no tenía comienzo, y que no era un sujeto existente, al igual que piensan los testigos de Jehová. Los arrianos originales también rezan directamente a Jesús, mientras que los testigos de Jehová oran a Dios, aunque Jesús es un mediador.

Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) han sido acusados a veces de ser arrianos por sus detractores.​ No obstante, su cristología difiere en varios aspectos de la teología arriana.

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