El Cilindro de Ciro es una pieza cilíndrica arcilla que
contiene una declaración en cuneiforme acadio babilonio del rey persa Ciro el
Grande (559-529 a. C.). En ella, el nuevo rey legitima su conquista y toma
medidas políticas para ganarse el favor de sus nuevos súbditos. Data del siglo
VI a. C. y fue descubierto en las ruinas de Babilonia en Mesopotamia (Iraq hoy
en día).
Fue descubierto en 1879 por el arqueólogo asirio-británico
Hormuz Rassam durante la excavación del templo de Marduk en Babilonia. Consiste
en dos fragmentos, llamados "A" y "B". El primero
permaneció en el Museo Británico desde su descubrimiento, mientras que el
segundo fue custodiado en la Universidad de Yale hasta su traslado al Museo
Británico, donde se encuentra actualmente.
El texto del cilindro alaba a Ciro, y muestra su genealogía
real. Se denuncia al rey babilón Nabonido, que fue vencido por Ciro, como un
opresor de la gente de Babilonia, y sus orígenes humildes se contrastan
implícitamente con el linaje real de Ciro. El victorioso Ciro es mostrado como
un elegido del dios babilón Marduk para restaurar la paz y el orden a los
babilonios. El texto dice que Ciro fue bienvenido por la gente de Babilonia
como su nuevo gobernante y entró en paz a la ciudad. Pide también a Marduk que
proteja y ayude a Ciro y a su hijo Cambises II. Habla de Ciro como un
benefactor de los ciudadanos de Babilonia, que mejoró sus vidas, repatrió a los
exiliados y restauró templos y lugares de culto por toda Mesopotamia y otras
áreas de la región. Concluye con una descripción sobre cómo Ciro reparó la
muralla de la ciudad de Babilonia y encontró una inscripción similar puesta
allí por un rey anterior.
El texto del cilindro ha sido visto tradicionalmente por
eruditos bíblicos como evidencia que corrobora la política de Ciro de repatriar
a la gente judía luego del Cautiverio de Babilonia (un acto que el Libro de
Esdras atribuye a Ciro), ya que el texto se refiere a la restauración de los
santuarios de culto y la repatriación de los deportados. Esta interpretación
es controvertida, pues el texto solo menciona santuarios de Mesopotamia, y no
hace mención de los judíos, Jerusalén o Judea. El cilindro también ha sido
calificado como la declaración de los derechos humanos más antiguo conocida,
afirmación que otros rechazan como anacrónica y un malentendido de la
naturaleza del cilindro, una declaración típica de un monarca al comienzo de su
reino. Neil MacGregor, Director del Museo Británico, ha dicho que el cilindro
fue "el primer intento que conocemos sobre gobernar una sociedad, un
estado con diferentes nacionalidades y credos; una nueva forma de
gobernar". El cilindro fue adoptado como un símbolo nacional de Iran por
el Estado Imperial que lo puso en exhibición en Teherán en el año 1971 para conmemorar
2.500 años de la monarquía iraní.
Contexto histórico
El 12 de octubre de 539 a. C. (calendario juliano, 7 en el
calendario gregoriano, 15 de Tashritu en el calendario babilonio) el ejército
persa entró en Babilonia sin resistencia. El 29 de octubre, el propio Ciro
llegó a la ciudad, ostentando los títulos de "rey de Babilonia, rey de
Sumer y Acad, rey de las cuatro partes del mundo."
A pesar de contener frases en las que Ciro habla en primera
persona, la redacción del cilindro fue encomendada a sacerdotes babilonios,
quienes utilizaron modelos babilonios y asirios. El cilindro fue depositado en
los cimientos de las murallas de Babilonia, una práctica habitual en la antigua
Mesopotamia, para conmemorar las reparaciones ordenadas por Ciro. Entre otros
textos favorables a Ciro y escritos desde el punto de vista de la casta
sacerdotal de Babilonia, se halla el "Relato contra Nabonido"
Descubrimiento
El arqueólogo asirio británico Hormuzd Rassam descubrió el
Cilindro de Ciro en marzo del año 1879 durante una larga jornada de
excavaciones llevada a cabo en Mesopotamia para el Museo Británico. Había sido
depositado en las bases del templo principal de la ciudad, el Esagila. La
expedición de Rassam era una continuación de una realizada anteriormente en el
año 1850 por el arqueólogo británico Austen Henry Layard, quien excavó tres
áreas en el mismo lugar pero no consiguió mucho. En el año 1877, Layard se
convirtió en el embajador de Gran Bretaña ante el Imperio Otomano, el cual
gobernaba Mesopotamia en aquel momento. Él ayudó a Rassam, quien había sido su
asistente en la excavación del año 1850, a obtener un decreto del Sultán
Otomano Abdul Hamid II para que continuaran las excavaciones. El decreto fue
sólo válido por un año, pero un segundo decreto con condiciones mucho más
permisivas fue emitido en el año 1878. Se emitió con validez de dos años (hasta
el 15 de octubre de 1880) con la promesa de una extensión hasta el año 1882 si
era requerido. El decreto del Sultán autorizaba a Rassam a "Empacar y despachar
a Inglaterra cualquier antigüedad que encontrara.... con tal que no hubiera
duplicados". El representante del Sultán recibió órdenes de estar presente
en la excavación para examinar los objetos a medida que eran desenterrados.
Descripción y contenido
El fragmento "A" (BM 90920) mide alrededor 23 x 8
cm y comprende 35 líneas (1-35), mientras que el fragmento "B" mide
unos 8,6 x 5,6 cm y comprende 9 líneas (36-45). Su contenido se puede resumir
así:
Líneas 1-19: Se describen los actos "criminales" de
Nabónido, el último rey de Babilonia, así como la búsqueda de un nuevo rey por
parte del dios Marduk, y la consiguiente elección de Ciro.
20-22: Genealogía (hasta su bisabuelo Teispes) y títulos de
Ciro.
23-34: El propio Ciro cuenta como garantizó la paz,
restableció los cultos y permitió regresar a sus tierras a los pueblos
deportados en Babilonia.
35: Oración de Ciro al dios Marduk, pidiendo por él mismo y
por su hijo Cambises.
36-45: Ciro describe la reconstrucción de las murallas de
Babilonia y el hallazgo de una inscripción de Assurbanipal.
El comienzo del texto está parcialmente roto; el contenido
restante critica el carácter del derrocado rey babilón Nabónido. Habla de sus
crímenes, acusándolo de desecrar los templos de los dioses e imponer trabajo
forzado a la población.
De acuerdo con la proclamación, a causa de sus ofensas,
el dios Marduk abandonó a Babilonia en busca de un rey más justo. Marduk llamó
a Ciro a que entrara a Babilonia y se convirtiera en su nuevo gobernante.
El Cilindro de Ciro y los derechos humanos
Personalidades como Mohammad Reza Pahlevi (el último Sah de
Irán) o la Premio Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi han destacado el valor
humanístico del Cilindro de Ciro; se lo ha llegado incluso a llamar
"Primera Declaración de los Derechos Humanos". En su discurso de
aceptación del premio Nobel (2003), Shirin Ebadi afirmó que el cilindro
"debería ser estudiado en la historia de los derechos humanos".
De todos modos, numerosos historiadores han destacado que
declaraciones de este tipo no eran extrañas en las tradiciones mesopotámicas, y
que, si bien acaso inusualmente generoso, el Cilindro de Ciro de ninguna manera
puede ser relacionado con los derechos humanos.
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