domingo, 5 de mayo de 2024

El tratado de Brest-Litovsk: El precio de la retirada rusa de la Primera Guerra Mundial



 En el último año de la Gran Guerra, rusos y alemanes terminaron de negociar la paz. El tratado de Brest-Litovsk le permitió al nuevo Gobierno bolchevique consolidarse en el poder, pero también le supuso la pérdida de territorio con millones de habitantes.

 

El Imperio ruso no tardó en entrar en la Primera Guerra Mundial y salió dividido por una guerra civil y con el zar ejecutado. Nicolás II ya había soportado una revolución en 1905 por la debacle en la guerra ruso-japonesa, pero las derrotas que acumulaba para 1917 en el frente oriental terminaron de condenar al régimen. El pueblo quería derrocarle, y para ello se sublevó en febrero de 1917, comenzando así la Revolución rusa. Cuando los manifestantes tomaron la Duma, Nicolás II se vio obligado a abdicar y se formó un Gobierno provisional compuesto por diputados liberales, con apoyo inicial de los socialistas moderados.

Esa coexistencia duró lo que el bolchevique Vladímir Lenin tardó en regresar a Rusia de su exilio en Suiza. Al volver, este socialista radical publicó sus Tesis de abril, un texto en el que defendía el traspaso de poder a los obreros y condenaba la participación rusa en la Gran Guerra. Cuando la Revolución de Octubre de 1917 derrocó al Gobierno provisional y alzó a Lenin al poder, una de sus primeras medidas fue negociar un tratado de paz con las Potencias Centrales: el Imperio alemán, el austro-húngaro, el otomano y el Reino de Bulgaria.  

 

El tratado de Brest-Litovsk o la presión de negociar la paz

Las conversaciones para pacificar el frente oriental de la Primera Guerra Mundial comenzaron en diciembre de 1917. Rusia envió al entonces comisario del pueblo para Asuntos Exteriores, León Trotski, y al diplomático y revolucionario Adolph Joffe. La delegación alemana estaba encabezada por el secretario de Estado de Exteriores, Richard von Kühlmann, y el general Max Hoffmann, quien quería firmar la paz para acercar sus tropas al frente occidental antes de que llegara el ejército estadounidense. Los rusos, en cambio, estaban dispuestos a seguir luchando para no ceder Polonia oriental, Lituania y Ucrania, como exigían los alemanes, así que las negociaciones se estancaron hasta principios de 1918.



Para entonces, Rusia empezaba a sufrir una guerra civil entre bolcheviques y contrarrevolucionarios zaristas. Además, las tropas alemanas avanzaban hacia la capital, Petrogrado (hoy San Petersburgo), por lo que Lenin se vio obligado a reanudar las conversaciones de paz en febrero y aceptar las demandas germanas. Rusia y las Potencias Centrales firmaron entonces el tratado de Brest-Litovsk, en la actual Bielorrusia, el 3 de marzo de 1918. Polonia, Lituania y Bielorrusia fueron cedidas al Imperio alemán, y Rusia reconoció la independencia de Ucrania, Estonia, Letonia y Finlandia. Rusia, además, tuvo que desarmar sus buques de guerra en el mar Negro, desmilitarizar las islas Ǎland en el Báltico y comprometerse a pagar seis millones de marcos en indemnizaciones de guerra.

 

A la conquista de los territorios perdidos

Aunque el tratado de Brest-Litovsk puso fin a la participación rusa en la Gran Guerra y permitió a los bolcheviques consolidarse en el poder, también supuso una derrota para el país. Rusia perdió dos millones y medio de kilómetros cuadrados, unos 55 millones de habitantes —entre un tercio y la mitad de su población— y buena parte de las reservas de carbón, petróleo y hierro que poseía en tiempos imperiales. Lenin, por su parte, definió el acuerdo de paz como un “abismo de derrota, desmembramiento, esclavitud y humillación”.

El tratado, sin embargo, quedó anulado cuando Alemania perdió la guerra ocho meses después, pero los territorios que el Gobierno bolchevique había cedido a principios de 1918 se mantuvieron independientes. Rusia se lanzó entonces a recuperar sus antiguos dominios: entre 1919 y 1920 ocupó Ucrania y Bielorrusia y, constituidas en la Unión Soviética desde 1922, invadió el este de Polonia, los Estados bálticos y parte de Finlandia al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939.

 



No fue hasta la disolución de la URSS en 1991 cuando Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania reclamaron su independencia con base en lo acordado en Brest-Litovsk. Sin embargo, el Kremlin todavía denuncia el tratado y ha invadido Ucrania para recuperar parte del antiguo territorio soviético y del otrora Imperio ruso.

 


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