Esplendor de las dependencias interpersonales.
El término feudalismo, apareció en el siglo XVIII. Define, en su sentido más estricto, un sistema económico, social y político marcado por la relación de dependencia de un hombre (vasallo) respecto a otro (señor). El vasallo juraba servicios, fidelidad y no agresión al señor, mientras que este último se comprometía a cederle tierras y a garantizar su seguridad. Esta relación de dependencia personal propiciaba una fuerte fragmentación del poder político, una escasa movilidad social y una mentalidad dominada por lo religioso.
(Representación del hominium (homenaje), ceremonia sacramental en la que el vasallo juraba absoluta fidelidad a su señor).
Los orígenes del feudalismo se remontan al período que siguió a la caída del Imperio Romano (476), aunque sus rasgos más puros quedaron definidos entre los siglos XI y XIII.
Las relaciones feudo vasalláticas englobaban dos vertientes, la de nobleza y la de los campesinos, relacionadas entre si.
Las relaciones feudo vasalláticas englobaban dos vertientes, la de nobleza y la de los campesinos, relacionadas entre si.
Un noble podía ser simultáneamente señor de alguien inferior a él y vasallo de otro superior. Uno se convertía en vasallo de otro mediante un homenaje. La cesión de las tierras que recibía el vasallo de su señor tuvo, en principio, carácter temporal. No obstante, las costumbres prohibieron, de hecho, al señor revocar su cesión al heredero de un vasallo fiel, del mismo modo que el sucesor de un señor no podía retirar el feudo a los vasallos del antecesor. Así pues, la concesión feudal se convertía en hereditaria. Por lo que se refiere a los campesinos, estaban adscritos a la tierra, es decir, pertenecían a la tierra y no podían trasladarse o cambiar de residencia sin permiso del señor. Así, cuando un noble recibía un feudo al hacerse vasallo de alguien superior, los campesinos quedaban incluídos en la donación, convirtiéndose en vasallos del nuevo propietario y este en señor. Estas relaciones vasalláticas estaban acordes con una civilización totalmente rural. La tierra era es más claro símbolo de poder y el núcleo en torno al cual se articulaban las relaciones sociales.
En una sociedad donde el dinero circulaba poco, la tierra era el mejor medio de recompensar un servicio.
(Campesinos medievales realizando trabajos agrícolas en las tierras del castillo señorial)
La propiedad territorial se denominaba señorío debido a que en ella el propietario gozaba de atribuciones de mando, y constaba de dos partes: la reserva y los mansos. Los campesinos recibían unas parcelas, los mansos, que disfrutaban en usufructo. A cambio del manso, los campesinos entregaban al señor rentas, en especie o en metálico, y efectuaban trabajos gratuitos en la reserva señorial, además de otras prestaciones personales o corveas. El señor protegía militarmente a sus campesinos, aplicaba la justicia y percibía de ellos rentas por diversos conceptos: tanto por utilizar su molino como por realizar actividades comerciales en sus dominios. El señorío se convirtió en pieza maestra de una sociedad en la que la autoridad política se había debilitado temporalmente.
Los señoríos funcionaban como pequeños estados dentro del Estado. Los intelectuales de la Edad Media dividieron la sociedad en tres órdenes o estamentos: los que oraban (eclesiásticos), los que guerreaban (nobles) y los que trabajaban (campesinos). Ahora bien, siguiendo criterios económicos y sociales de división social, se establecía una clase gobernante, la aristocracia rural, integrada por los nobles y los altos dignatarios de la Iglesia, y una amplia masa sometida, campesinos en su mayoría. En la cúspide de la sociedad se encontraba el Rey, que no era vasallo de nadie. La proliferación de poderes en el feudalismo había arrinconado el poder monárquico, pero sin llegar a suprimirlo. La realeza desempeñaba un papel importante dentro de la mentalidad medieval; era la representación de Dios en la tierra.
Con la reactivación monetaria a partir del resurgimiento económico de los siglos XI al XIII, los reyes y los príncipes estuvieron en condiciones de retribuir en moneda a agentes a sueldo. A ello se añadieron los estudios jurídicos en el siglo XIII, que vigorizaron la noción de Estado, la expansión agraria posterior al siglo XI y el afianzamiento de las ciudades y del comercio, constituyéndose una clase social, la burguesía, que a la larga sería destructora de la sociedad feudal. Sin embargo, las estructuras feudales permanecieron. Estas no llegaron a desaparecer hasta que no se establecieron relaciones sociales nuevas, generadas por el incipiente capitalismo.
(La organización de torneos, la celebración de oficios religiosos o el comercio eran actividades que se desarrollaban en el castillo feudal)
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