El ingeniero y profesor de física Claudio H. Sánchez no mira televisión o
películas como cualquiera. Lo hace, confiesa, lápiz y papel en mano,
para no dejar pasar ninguna referencia científica. Es lo que ocurre
cuando sintoniza cualquier creación del dibujante y escritor
estadounidense Matt Groening: Los Simpson y Futurama, dos series que ya
excedieron la categoría de productos de consumo para convertirse en
disparadores de reflexión cultural. Los temas tocados por la familia
amarilla son
tantos que hay libros como Los Simpson y la filosofía y What the
Simpsons Can Teach Us About Physics, Robots, Life, and the Universe, aun
inhallables en la Argentina. Sánchez da charlas y divulga ciencias en
este caso, ciencia amarilla apoyándose en las ocurrencias de Homero,
Marge, Lisa, Bart y Maggie y el resto de sus conciudadanos
springfieldianos. Busco despertar la curiosidad, que el que está del
otro lado diga: esto ya lo vi y no me di cuenta. ¿Qué hay más allá?
dice este
profesor, autor del libro Físicamente (Ediciones de Mente). A cierta
gente le va a interesar más si le hablás de Los Simpson que si le hablás
secamente de Newton. Es como un chantaje que hago. Es como si dijera:
Prestame atención que te voy a contar algo gracioso.
¿Cómo se le ocurrió este abordaje?
De casualidad. Durante casi diez años, de 1990 a 2000, no vi
televisión. Hasta que un amigo me comentó el episodio Bart contra
Australia de la sexta temporada en el que se menciona el efecto
Coriolis, un fenómeno responsable del giro en vientos y corrientes
marinas. En el capítulo, Bart y Lisa se entretienen tirando líquidos en
la pileta del baño y jugando a ver cuál llega primero al desagüe. Desde
ahí comencé a prestarle atención a la serie y a juntar una colección de
referencias.
¿Como cuáles?
Hay cuestiones de termodinámica, se menciona el Teorema de Fermat,
viajes en el tiempo y hasta paradojas temporales, como en el capítulo
especial de Halloween donde Homero va al pasado y mata un mosquito y, al
volver, está todo cambiado. Es un claro homenaje al cuento de Ray
Bradbury, El sonido del trueno. También hay un episodio cuando Apu
confiesa que puede recitar los decimales de Pi, otro en el que Bart
descubre un cometa y análisis de ADN sirve para saber quién quiso matar
al señor
Burns.
El año pasado la serie fue catalogada por la revista Nature como uno
de los mejores programas de divulgación científica de la televisión.
Y, sin embargo, hay profesores de ciencias a los que no les gusta este
tipo de forma de enseñanza. Muchos se limitan al manual, por miedo o por
falta de tiempo.
¿Cuál es el personaje más científico? Seguro que dice Lisa.
Obviamente. En Italia la llaman la piccola Mafalda. Es un personaje
inverosímil: una chica de ocho años que sabe de todo. Hay un episodio en
el que se queda encerrada en un laberinto y dice: Vamos a salir
aplicando el algoritmo de Tremaux. Tuve que buscar en internet qué era
ese algoritmo para resolver laberintos. También se pueden usar como
ejemplos Snoopy, Mafalda y Tin Tin.
Pero en Los Simpson también está el personaje estereotipado del científico loco, el profesor Fink.
Sí. Homero es el lugar de la ignorancia y Lisa es pura curiosidad, es
la palabra autorizada incluso por sobre el policía y otros adultos.
¿Y cómo se explica tanta ciencia en un dibujo animado?
Es una travesura de los guionistas: David Cohen es físico, Ken Keeler y
J. Stewart Burns, matemáticos. Los guiños están ahí y falta que alguien
los señale. Aunque, si se explicitaran todos estos giros, tal vez la
gente se aburriría. O sea, si se destacara el carácter divulgativo de la
serie, perdería popularidad. Para la gran mayoría, la ciencia es
aburrida. Esto demuestra que no es así.
También están los científicos invitados.
El paleontólogo Stephen Jay Gould, Stephen Hawking y el químico Dudley Herschbach.
Es decir, esta mirada científica sobre Los Simpson permite redescubrir chistes.
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