Traudl Junge, nació en 1920, en Munich, con el nombre
Gertraud Humps.
Ella quería ser bailarina de ballet, como su hermana que
actualmente vive en Australia y que pertenecía al cuerpo de baile del Deutsche
Tanzbuehnede de Berlín. Pero cuando
Junge escuchó que se presentó una vacante en la Cancillería, practicó su
taquigrafía y mecanografía para presentarse como candidata al puesto.
Su hermana era amiga de Albert Bormann, hermano de Martín
Bormann, mano derecha del Führer. "Pensé que estaría en la propia fuente
de todos los acontecimientos, pero en realidad estuve en un punto ciego",
dijo en el documental que lleva ese nombre, "Punto Ciego" (Blind spot
en inglés) del productor Othmar Schmiderer, dirigido por André Heller y que fue
presentado horas antes de la muerte de Junge.
En los años 30, Junge, al igual que miles de jóvenes
alemanas, perteneció a la Liga Alemana de Jóvenes, una organización política donde
se impartía endoctrinamiento nacionalsocialista, a pesar de que el diario
Frankfurter Allgemeine Zeitung, dice que ella "era un miembro totalmente
apolítico."
A diferencia de otros documentales relacionados con Hitler,
en "Punto Ciego" no hay pasos de ganso, no hay SS, ni Gestapo, ni
cañonazos, ni tanques, ni campos de concentración. En vez de eso, aparte de la entrevista, se le
ve mirándose a sí misma hablando en el video.
Ella murmura a veces, algunas veces mueve su boca en silencio, como
repitiendo las palabras, antes que su mirada se torne vacía.
En una entrevista anterior, con Gitta Sereny, Junge dijo,
"De cualquier forma, los hechos ya son conocidos, lo único que puedo hacer
es tal vez contribuir con los recuerdos de la atmósfera que le rodeaba, al
hombre diferente que nosotros conocimos, el hombre que tuvo dos personalidades
distintas." "Pero, estoy cansada de leer tantas historias, hay
demasiadas... mucho de los mismo y mucho de lo equivocado." Si de algún historiador estoy impactada, es
de Ian Kershaw, por su objetividad. Él
es diferente, quizás porque es de otra generación. La forma como él presenta lo
que para nosotros significó "la amenaza roja" y cómo Hitler la
enfrentó, tiene sentido para nosotros, es extraordinario. No es, que él nos defienda o justifique, en
alguna forma, mejor que otros lo han hecho."
"Sólo un historiador extranjero, puede escribir una
biografía de Hitler, un alemán no puede tener esa "distancia" ni
siquiera los más jóvenes, no todavía.
Probablemente por eso, salvo Joachim Fest, hace 20 años, difícilmente
puede haber un alemán que pueda escribir una biografía de Hitler."
Junge, siempre afirmó que Hitler y otros jerarcas del
Partido Nacionalsocialista, "prácticamente nunca mencionaron la palabra
judío" en su presencia. Dijo, que
ella sólo supo de la muerte de miles de personas en los campos de
concentración, al finalizar la guerra, y entonces se sintió destrozada por la
culpa de haber simpatizado "con el más grande criminal que jamás haya
vivido."
Traudl Junge, a los 80 años era delgada, esbelta, elegante,
muy hermosa con su pelo plateado. Es
fácil imaginarse cómo debió haber sido a los 22 años, cuando en diciembre de
1942, entonces Gertraud Humps, se convirtió en la más joven del equipo de
secretarias de Hitler. "Él era un viejo afable que nos recibió con
verdadera cordialidad", dijo de su primera entrevista. "De más de cien candidatas, se
seleccionaron nueve y más tarde fui la elegida." El primer dictado fue una prueba para decidir
su futuro en el Wolfsschanze (la Guarida del Lobo), el Cuartel General de Campo
de Hitler, en Prusia. "Más tarde
supe, cuán espeluznante fueron esos días para él, justo antes de
Stalingrado. Pero él sólo trató que me
sintiera confortable, mientras hacía la prueba." - "Hitler odiaba el
calor, la Cancillería se mantenía a 11 grados, pero mandó llevar un calentador
para mí." Tres años después, horas
antes del suicidio la misma experiencia se repetiría.
Sus colegas secretarias le decían a Junge, que antes de que
ella llegara, él hablaba incesantemente, acerca del pasado y el futuro,
"pero después de Stalingrado, yo no recuerdo que hayan habido más
monólogos. Todos tratábamos de
distraerlo con conversaciones sobre películas, o chismes, cualquier cosa que lo
transportara fuera de la guerra. Le
gustaban los chismes. Eso fue el único
otro aspecto de su vida, que conocimos".
"Nosotras nunca lo vimos como un estadista, no
asistíamos a ninguna conferencia. Sólo
nos convocaban cuando él quería que tomáramos un dictado, y era entonces tan
considerado, como lo era en privado.
Nuestras oficinas, en la Cancillería y en los búnkeres, estaban muy
alejadas de los cuarteles de comando y por eso nunca vimos, ni oímos, ninguno
de sus arrebatos de furia, de los cuales habíamos oído rumores."
"Conocíamos sus horarios; a quién recibía; pero a
excepción de aquellos hombres con los cuales comía, como Speer, el otro
arquitecto Hermann Giesler o su fotógrafo Heinrich Hoffman, nosotras rara vez
los vimos. Después de Stalingrado, las
dos más antiguas secretarias compartían el almuerzo, y nosotras, las más
jóvenes, la cena, y una fue siempre anfitriona para el té de medianoche."
Irónicamente, entre otros recuerdos del Führer, contó Junge,
que uno era, que Hitler decía que no le gustaba que cortaran las flores porque
no quería estar rodeado de cadáveres.
En 1943, Junge se casó con uno de los ayudantes de Hitler,
Hans Junge, quien fue muerto un año después cuando un caza británico ametralló
a su compañía en Normandía.
La joven viuda, se unió al equipo de Hitler, cuando todos se
mudaron, en enero de 1945, al bunker en Berlín.
Junge recordaba a Hitler sentado durante mucho tiempo con la mirada
perdida en la distancia. "Las
comidas ya no se servían regularmente, y muchos hasta empezaron a fumar en la
presencia del Führer, cosa impensable sólo semanas atrás."
A comienzos de 1945, cuando la guerra estaba ya decidida,
Hitler le pidió a su equipo de oficina que dejaran Berlín, antes que llegaran
los soviéticos. En su libro, Ian
Kershaw escribe, "Los únicos empleado que rehusaron dejar el bunker fueron
Gerda Christian, Traudl Junge y la dietista Constance Manziarly."
"Durante los últimos días en el bunker, ellos se
sintieron como autómatas, nosotros no teníamos ya sentimientos normales, sólo
pensábamos en la muerte. ¿Morirían
Hitler y Eva? ¿Morirían los seis niños
de Goebbels? ¿Cuándo y cómo moriremos
nosotros?"
"Le pregunté a Magda Goebbels, quien parecía un
fantasma, si no había algo que se pudiera hacer para sacar a los niños de la
Cancillería. Ella respondió que prefería
la muerte para sus hijos, a que vivieran en la desgracia de una Alemania
desamparada."
El 30 de abril, Junge almorzó con Hitler por última
vez. Ella fue testigo cuando su jefe
envenenó a Biondi, su perra alsaciana, con una cápsula de cianuro.
Dos horas antes que Hitler se quitara la vida, Junge se
encontró a solas con él, en la sala de conferencias donde tomó el dictado de
sus últimos deseos, "donde sentí que era el momento de la verdad." -
“¿Cómo estás querida Traudl? ¿Has podido descansar un poco? Quiero que
tomes un dictado. ¿Puedes
hacerlo?" Junge se dio cuenta de
lo que se trataba cuando Hitler comenzó diciendo -"Mi
Testamento"- "Durante el
dictado su voz fue firme, pero por momentos se tornaba ronca y áspera. Sus gestos eran estudiadamente
elocuentes."
Las últimas semanas en la Cancillería, "fue un tiempo
tan terrible, que no puedo recordar lo que sentía. Todos nosotros estábamos en estado de shock,
éramos como máquinas", dijo. Fue
durante los últimos días en la Cancillería que Traudl tomó el dictado de los
testamentos, político y personal, de Hitler
Cuando Traudl logró escapar de la Cancillería, fue arrestada
por los soviéticos siendo deportada a Siberia.
Gracias a un intérprete armenio, fue tratada con algo de
consideración. Fue regresada a Munich,
donde fue interrogada durante tres semanas por los estadounidenses, según el
diario "Frankfurter Allgemeine Zeitung", en 1947 fue
"desnazificada" como se hacía con los jóvenes, convirtiéndolos en
"accesorios juveniles. Más tarde,
después de extensos interrogatorios, paso otros 6 meses de su vida en prisión,
para finalmente ser liberada.
Siguió trabajando en Alemania como secretaria y más tarde
como reportera científica y miembro del Partido Social Demócrata. También empleó su tiempo libre leyéndole a
personas ciegas. Su currículum es muy
sólido, fue periodista de la revista Quick.
Fue escritora "freelance" y editora, también asesora técnica
en una película. Pero, sobre todo, fue
una super secretaria con grandes cualidades en taquigrafía y mecanografía, y
cumpliendo órdenes al pie de la letra.
Durante los últimos meses de su vida, Traudl publicó su libro
"Hasta la hora final", basado en notas que compiló en 1946.
En el Festival del Cine Berlinés —horas antes del
fallecimiento de Junge— fue presentada la premier de "Punto Ciego: La
Secretaria de Hitler", el documental con la entrevista de 90 minutos, que
tomó más de 10 horas de conversaciones resumidas para realizarla. Ella dice en la pantalla, "Cuánto más
vivo, cuánto más vieja me pongo, más profundo es mi sentimiento de
culpa." El director Othmar
Schmiderer declaró: "Tuvimos la impresión, que ella sintió que se había
liberado de una enorme carga, cuando contó su historia."
Una de sus últimas frases según Schmiderer, fue: "Ahora
que he dejado que mi historia salga, ya puedo dejar que mi vida salga
también." Junge sufría cáncer, y pasó los últimos días de su vida en un
hospital de Munich. Falleció el 10 de
febrero de 2002.
No hay comentarios:
Publicar un comentario