Rodolfo II, sobrino de Felipe II de España, era un personaje
extravagante que se propuso reunir una colección de las grandes maravillas del
mundo y de los objetos más raros. Quiso imitar a su tío, también coleccionista
empedernido, pero el resultado rozó la herejía en muchos casos. En su colección
estaba presente un supuesto cuerno de unicornio, animales mutantes disecados,
el esqueleto de un gigante y... su pieza más inquietante: «la Biblia del
Diablo», también llamada «Codex Gigas». Un monstruoso libro (pesaba 75 kilos)
que contiene la imagen de Lucifer y arrastra la leyenda medieval de que un
monje lo escribió en una sola noche con la ayuda de Satanás.
«Codex Gigas» significa literalmente «libro grande». Lo es.
Este antiguo manuscrito medieval en pergamino, creado a principios del siglo
XIII y escrito en latín presuntamente por el monje Germán «El Recluso», tiene
unas dimensiones exageradas: mide 92 × 50,5 × 22 centímetros, su grosor es de
624 páginas y su peso de 75 kilogramos, lo que le convierte en el manuscrito
medieval más grande conocido.
La historia de este libro, entre la realidad y la leyenda,
comienza en el monasterio de Podlažice (en la actual República Checa), en el
año 1230, cuando un benedictino condenado a muerte prometió escribir un libro
en solo una noche para redimirse de sus pecados, pero no uno cualquiera: el más
grande de su época, conteniendo en él la Biblia y toda la sabiduría humana.
Los monjes benedictinos eran apodados como monjes negros,
esto es, una orden que tomaba rigurosos votos de obediencia, castidad y que
tenían que soportar castigos físicos, silicios, ayunos, privaciones del sueño y
auto-flagelación. Fue bajo este régimen donde Germán «El Recluso», un monje
extremadamente vanidoso, fue condenado a muerte por incumplir sus votos. Como
castigo por sus pecados iba a ser asesinado a la primera hora de la mañana del
día siguiente, de una forma brutal, emparedado vivo. Un pacto con el Diablo le
salvó, según la leyenda.
La leyenda del monje negro que pactó con el Diablo
Los altos mandos de la orden se burlaron de la propuesta del
monje de escribir un monumental libro en una sola noche, pero aún así aceptaron
que lo intentara en vísperas de su ejecución. El monje escribió página a página
hasta que se le entumeció la mano sin haber apenas logrado avances. Entonces
hizo un pacto con el Diablo: Satanás accedió a escribir el libro a cambio de
que en una de sus páginas apareciera dibujado él y que una maldición quedara
allí impresa.
Más allá de esta leyenda, lo cierto es que se sabe muy poco
sobre el génesis de un libro que fue considerado durante una época como la
«octava maravilla del mundo» debido a su impresionante tamaño. La Universidad
de Estocolmo, la ciudad que hoy alberga esta obra, calcula que habría sido
necesario 30 años para escribir el libro de hacerlo una sola persona, lo cual
es lo más probable dada la uniformidad de su estilo.
Lo más sorprendente del libro es la recopilación de textos
poco comunes. El «Codex Gigas» contiene el Antiguo y Nuevo Testamento; dos
obras de Flavio Josefo; «Etimologías» de Isidoro de Sevilla; el libro de texto
estándar para la enseñanza de la medicina en la Edad Media, conocido como «Ars
medicinae» («El arte de la medicina»); «Chronica Boëmorum» («Crónica de los
bohemios») del siglo XII, de «Cosmas de Praga»; y un calendario.
Con el monasterio en graves dificultades financieras, los
benedictinos de Podlažice vendieron el manuscrito a los cistercienses de
Sedlec, a instancias del obispo Gregorio de Praga. La leyenda decía que una
maldición acompañaba a quien poseyera el libro. Tras arruinar al monasterio
benedictino, también sus nuevos dueños sufrieron los estragos de la leyenda. El
claustro donde se guardaba fue azotado por una fuerte epidemia, posiblemente la
peste bubónica. Frente a los «monjes negros», los cistercienses eran conocidos
como los «monjes blancos», y fueron ellos quienes entregaron el libro al
emperador Rodolfo II de Habsburgo forzados por la necesidad.
Tras su insistencia en conseguir la obra (y prometiendo que
se trataba tan sólo de un préstamo personal), los «monjes blancos» cedieron la
obra a Rodolfo, que salió del monasterio el 4 de marzo de 1594. Una nota
escrita dice que pasó la noche del 6 de marzo en Nachod en casa de un oficial,
Hanuš Buchloveckým, llegando el 16 de marzo a Nymburk. Varias personas
decidieron también inmortalizar sus nombres en el trayecto, gracias a lo cual
se conocen todos estos detalles. Él lo incorporó a su «Gabinete de las Maravillas»
a finales del siglo XVI.
En la corte del extravagante Rodolfo convivieron científicos
de la categoría de Johannes Kepler con una legión de magos, alquímicos y
profetas. Pero incluso en ese ambiente de magos, el emperador escondía el
«Codex Gigas», dada la fama de libro satánico que arrastraba. Ni siquiera el
emperador se podía permitir el rumor de que andaba tratando con el Diablo. En
secreto estudiaba sus páginas buscando algún mensaje oculto. Jan Huberus
Pontanus, secretario del emperador, anotó en 1597 haber examinado con
entusiasmo este libro para su imperial majestad. La obsesión por el libro y
otros objetos de su siniestra colección, sumado al poco interés por los asuntos
políticos, empujaron al hermano pequeño de Rodolfo, Matías, y a la familia
Habsburgo a alejar a Rodolfo del trono imperial en 1608.
Las tropas suecas roban el libro
A la caída de Rodolfo II, parte de su colección fue
trasladada de Praga a Viena, al igual que la propia corte. Los objetos y piezas
que quedaron en Praga sufrieron el saqueo en 1648 de las tropas invasoras de
Suecia en el contexto de la Guerra de los 30 años. Los soldados solo llegaron a
controlar algunos barrios de Praga, pero entre ellos estaba la zona que daba
acceso al castillo. Se llevaron así un valioso botín y con él, el «Codex
Gigas». Los soldados empacan el libro en un gigantesco baúl e inician un
recorrido de 1500 kilómetros para llevar el presente a su monarca, en
Estocolmo. Cristina, la «mujer rey de Europa», ordenó que el libro fuera
colocado en la biblioteca de su castillo.
Años después, tras haberse convertido al catolicismo y haber
abdicado de su trono, Cristina llevó consigo a su estancia en Roma innumerables
libros sagrados, entre ellos varias biblias, pero no el «Codex Gigas». El libro
aparentemente no despertó la suficiente curiosidad en la reina, o tal vez lo consideraba
todo menos sagrado.
Siguiendo con la supuesta maldición, el Codex casi es
destruido en un incendio en el castillo, un viernes 7 de mayo de 1655. Según
una leyenda, un sirviente tomó el gigantesco Codex y lo arrojó a través de una
ventana, cayendo éste contra el suelo sin romperse. Lo cierto es que el volumen
sufrió serios desperfectos. En un catálogo elaborado por Magnus von Celse (1709-84),
y publicado en 1751, menciona la importancia del «Codex Gigas» y afirma que
perteneció al mismo Martín Lutero, cosa que es falsa. Sin embargo, la primera
descripción detallada del manuscrito no llegó hasta tiempos de Joseph Dobrowský
(1753-1829), un miembro de la Real Sociedad de Ciencias de Praga y figura de
gran importancia en el idioma checo. En su informe, publicado en 1796
mencionaba que el Codex Gigas incorporaba importante información de la historia
de la región.
Desde hace un año la Biblioteca Nacional de Suecia tiene
subido en la red en alta resolución el «Codex Gigas», para que cualquiera pueda
echarle un vistazo y contribuir a averiguar si existen códigos ocultos.
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