Los tratados de Locarno, comúnmente denominados Acuerdos de
Locarno, es el nombre que recibieron los ocho pactos destinados a reforzar la
paz en Europa después de la I Guerra Mundial firmados por los representantes de
Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Alemania, Reino Unido, Reino de Italia y
Polonia en Londres, Inglaterra, el 1 de diciembre de 1925, aunque fueron
negociados en Locarno, Suiza el 16 de octubre de 1925.
Los acuerdos y sus firmantes
Fueron el fruto de una serie de reuniones a las que asistieron,
entre otros, los ministros de Asuntos Exteriores alemán (Gustav Stresemann),
francés (Aristide Briand) y británico (Joseph Austen Chamberlain), así como el
jefe de gobierno italiano Benito Mussolini.
Los ocho documentos incluían:
Un acuerdo de garantías mutuas entre Francia, Reino Unido,
Alemania, Italia y Bélgica.
Un acuerdo de arbitraje entre Bélgica y Alemania.
Un acuerdo de arbitraje entre Francia y Alemania.
Un acuerdo de arbitraje entre Alemania y Polonia.
Un acuerdo de arbitraje entre Alemania y Checoslovaquia.
Una propuesta de alianza entre Francia y Polonia.
Otra entre Francia y Checoslovaquia.
Una declaración de los firmantes del acuerdo de garantías
mutuas (véase el primer punto) sobre la manera de interpretar ciertos puntos de
la carta de la Sociedad de Naciones.
Significado de los acuerdos
En el primero de los acuerdos, Francia, Alemania y Bélgica
reconocían mutuamente sus fronteras y se comprometían a respetarlas. Se
estableció que Renania, una región histórica cuyo territorio formaba parte de
estos tres países, se consideraría zona neutral desmilitarizada. Los británicos
e italianos actuaron como garantes de tal compromiso, pero no contrajeron
obligaciones militares que les comprometieran a su cumplimiento. Aunque Francia
firmó convenios de seguridad con Polonia y Checoslovaquia, estos documentos no
ofrecían el mismo reconocimiento fronterizo para los países limítrofes con el
margen oriental de Alemania. No obstante, se acordó el arbitraje obligatorio en
el caso de conflictos entre Alemania y Francia, Bélgica, Polonia y
Checoslovaquia. Los tratados debían aplicarse dentro del marco de la Sociedad
de Naciones, en la que en 1926 fue admitida Alemania. En un principio, el
espíritu que guió estos compromisos contribuyó a mejorar las relaciones entre
Francia y Alemania, pero la situación empeoró en la década de 1930.
Anteriormente el Primer Ministro francés Raymond Poincaré había ordenado la
invasión del Ruhr el 11 de enero de 1923 con el objetivo de ocupar el centro
alemán de producción de carbón, hierro y acero situado en la Región del Ruhr,
debido a la incapacidad de pago de las sanciones a la Alemania en 1919.
Escogido canciller, Adolf Hitler denunció el principal Tratado de Locarno
cuando ordenó la remilitarización de Renania en 1936, iniciando una política
agresiva en Europa central, que al no recibir respuesta por parte de los otros
signatarios de los Acuerdos condujo tres años más tarde a la II Guerra Mundial.
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