Asiria fue un país que ocupó la parte norte del actual Irak (la tierra entre los ríos Tigris y Éufrates. Los montes y las planicies de esta fértil tierra contrastan con el desierto que se encuentra al oeste y con las escabrosas montañas al norte y al este. Por tal motivo, los asirios constantemente tuvieron que defender su país de los invasores.
Historia
Los asirios eran, en su mayoría, un pueblo semítico (grupo
al que asimismo pertenecían los israelitas); su idioma era muy similar al
babilónico. También usaban el sistema de escritura cuneiforme, hecha con signos
en forma de cuña, que representaban sonidos o sílabas y se imprimían en
tabletas de barro con una especie de punzón (llamado posteriormente
"estilo").
Las autoridades antiguas difieren grandemente con referencia
al ascenso, al progreso, la extensión y la duración de este imperio. Pero su
historia comienza con los sumos sacerdotes de Asur. Al principio era una
provincia de Babilonia hasta el tiempo de Hammurabi (1728-[[1688 a. n. e.), y
no se ha determinado exactamente cuándo se independizó. La primera capital fue
Asur, en la ribera derecha del río Tigris, a 100 km al sur de Nínive, su
capital posterior.
Como todas las demás naciones antiguas y guerreras su
territorio fue diferente en los distintos períodos de su historia. Pero
hablando en términos generales, de los tres grandes países era el que estaba
más al norte, y ocupaba el llano de Mesopotamia.
Estaba limitado al norte por las montañas Nifates (de
Armenia); al oriente por Babilonia; al sur por el país de Media (donde vivían
los medos); y al oeste por la vertiente del río Éufrates.
Se extendía unos 450 km de norte a sur y 260 km de este a
oeste.
En el año 722 a. n. e., los asirios capturaron el reino del
norte de Israel y este dejó de existir. Las listas reales muestran que los
asirios ya estaban en su tierra por el año 2300 a. n. e. y la evidencia
arqueológica señala que Nínive fue fundada cerca del 4000 a. n. e.
Alrededor del 1100 a. n. e., Asiria se había convertido en
una potencia del cercano Oriente.
En el 745 a. n. e., el rey Tiglat-piléser III ascendió al
trono de Asiria. Invadió Israel y forzó al rey Menahem a renovar el pago del
tributo. Años más tarde, el rey asirio volvió a invadir Israel, capturando
tierras y ciudades, y deportó a muchas personas. (Para evitar problemas
posteriores, los asirios solían mandar al exilio a los conquistados y los
establecían en otro país).
Los asirios entran en la historia bíblica en la época de los
últimos reyes de Israel (siglo VIII a. n. e.), en la época en que Isaías (el
profeta) se estaba dando a conocer en el reino de Judá. Desde el 840 a. n. e.,
Asiria había considerado a Israel como estado vasallo. En el obelisco de piedra
negra que documenta las victorias del rey Salmanasar III, se muestra al rey
Jehú de Israel rindiendo tributo.
Siguió un tiempo de decadencia. Pero cerca del 900 a. n. e.
hubo una serie de reyes vigorosos, los que empezaron a establecer el poderoso
Imperio asirio.
Oseas de Israel resistió a los asirios. Fue derrotado, pero
luego se rebeló. En esta ocasión, el rey asirio Salmanasar V sitió y capturó
Samaria, la capital de Israel. Toda la población fue enviada al exilio; Samaria
fue repoblada con gentes de otros pueblos. Era el año 721 a. n. e.
Sargón II, sucesor de Salmanasar V, declara haber deportado
como prisioneros a 27 290 de sus habitantes junto con sus carros y los dioses
en quienes confiaban.
El reino de Judá se había tomado en vasallo asirio al pedir
protección contra el ataque de Israel y Siria.
Así, cuando el rey Ezequías buscó la independencia de Judá,
su acción llevó al ejército asirio hasta Judá. El rey asirio sitió y capturó
Laquis y envió un gran ejército contra Jerusalén.
Ezequías, por consejo del profeta Isaías, no se rindió, y
los asirios tuvieron que retroceder.
Judá permaneció leal a Asiria hasta que el imperio fue
derrotado por los babilonios, quienes capturaron Nínive, la capital asiria, en
el año 612 a. n. e.
El Gobierno y la religión
Asiria tenía un gobierno despótico, compuesto de muchos
reinos unidos solamente por ciertas obligaciones como pagar tributo y respeto a
la autoridad suprema. Con pocas excepciones, como en el reinado de
Tiglath-Pileser, cada nación tenía sus propios gobernadores, leyes y religión.
Por la relajación de esta organización el imperio sufría frecuentes
sublevaciones de la gente subyugada, por eso se necesitaba de mucha energía
para conquistarlos de nuevo. Trataban de prevenir estas sublevaciones
castigando rigurosamente a los culpables. Una manera de hacerlo era desterrando
en grandes grupos a los habitantes del distrito transgresor, como hicieron con
los judíos. Tal nación nunca pudo estar segura de su poder para resistir los
ataques de las naciones enemigas, y estaba constantemente en peligro de
deshacerse. El que haya durado cinco siglos, es un gran tributo a la dirección
de sus reyes y al poder y energía de su pueblo.
Religión
La religión de Asiria era la del estado, y se parecía a la
de Babilonia, pero se diferenciaba en dos aspectos importantes: el rey, y no el
sumo sacerdote, era supremo. La cabeza de su religión era el dios nacional Asur
o Assur, cuyo sumo sacerdote y representante era el rey. Asur era originalmente
Asir, “el líder” en guerra, quien, por lo tanto, es representado como el dios
guerrero armado con un arco. En la época cuando adoraban al sol en Babilonia,
Asur fue identificado como el dios del sol.
La semejanza del nombre causó que fuese identificado también
con la ciudad de Asur, donde era adorado, en el tiempo cuando las ciudades de
Babilonia del norte fueron deificadas, probablemente bajo la influencia hetea.
Más tarde todavía, los escribas explicaron que habían tomado el nombre del dios
primitivo cosmogónico An-sar, el firmamento de arriba, que en la edad neobabolónica
se pronunciaba Assor.
La combinación de los atributos del dios guerrero, que era
el dios del ejército, con la ciudad deificada a la cual pertenecía el ejército,
causó que Asur llegara a ser la deidad principal de una nación militar. El
ejército era “las tropas de Asur”, los enemigos eran “los enemigos de Asur”, y
demandaban que ellos confesaran la supremacía de este o eran destruidos.
Asur era considerado supremo sobre todos los demás dioses.
Originalmente, su contraparte femenina que era Asirtu, la Asera del Antiguo
Testamento, había estado a su lado, y algunos literatos sugirieron que su
esposa había sido Belit, “la Señora” o Istar, o alguna otra diosa babilónica;
pero las tentativas eran puramente literarias. Cuando Nínive tomó el lugar de
Asur como capital del reino, Istar, alrededor de cuyo santuario había crecido
Nínive, empezó a compartir con él algo de honor en la adoración, aunque su
posición fue secundaria hasta el fin. Así sucedió también con el caso del dios
guerrero llamado Ninip.
Cultura, arte y religión
Con el imperio vino también la riqueza. Las historias
narradas en la Biblia y en otros documentos, más las escenas de batallas que
decoraban las paredes de los palacios asirios, dan la impresión de que se
trataba de un cruel pueblo guerrero. Pero la vida asiria no se limitaba a la
guerra.
Los reyes construyeron grandes palacios y templos en las
ciudades más importantes (Nínive, Asur y Cala). Las paredes estaban revestidas
con planchas de piedra talladas en bajorrelieve.
La literatura asiria incluye grandes épicas de la historia
primitiva y leyendas, entre las que se destacan otras historias de dioses y las
famosas historias del diluvio y de la creación del mundo. Miles de tabletas de
barro se guardaban en las bibliotecas de los palacios. Muchas tienen que ver
con asuntos diplomáticos y administrativos, otras detallan determinado reinado.
Hay también documentos legales, diccionarios y listas de palabras empleadas en
la época.
Tales planchas mostraban al rey mientras cazaba, trataba con
sus súbditos o adoraba a sus dioses, y también narraban sus victorias. El
mobiliario de los palacios estaba bellamente decorado con paneles de marfil
tallado o grabado. El rey, con la reina a su lado, descansaba en un sofá y
bebía de copas doradas.
Su religión se basaba en lo espiritual. Por ejemplos
encontramos que Asur era el nombre del dios nacional de Asiria, considerado el
rey de los dioses. Se creía que él y los otros dioses (dios de la luna, dios
del sol, dios del clima, diosa del amor y de las guerras etc.) controlaban
todas las cosas.
Cada ciudad tenía un templo principal donde se adoraba al
dios de esa ciudad (dios patrono). En el día especial del dios y en las grandes
festividades, las personas se aglomeraban para ver las procesiones, donde se exhibían
las estatuas del dios.
Tomaban muy en serio al mundo espiritual. Solían usar
amuletos para ahuyentar los espíritus malignos y los demonios, quienes causaban
problemas y provocaban enfermedades.
Consultaban adivinos y astrólogos para conocer el futuro. Se
ofrecían ofrendas a los muertos. Sin embargo, la, religión asiria no proveía
ninguna esperanza de vida después de la muerte.
Arqueología
Excavaciones recientes han mostrado que los asirios conocían
bien las artes y las ciencias. Era gente muy afanosa, con un buen espíritu de
ingenio y gracia, como también de buen gusto. Hacían y usaban vidrio
transparente y lentes de aumento. Este dato es declarado por muchos escritores
antiguos y por la investigación de hombres científicos. Hay ruinas de muchos
canales de irrigación, acueductos y ciudades poderosas. Las ruinas demuestran
que muchas ciudades estaban agrupadas alrededor de Nínive, y en las riberas del
río Tigris se ha encontrado ruinas en una distancia de 320 a 480 km.
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