martes, 15 de noviembre de 2022

Los judíos y el perfume


Ocho hechos poco conocidos sobre los judíos y el perfume, desde la antigüedad hasta la actualidad

El perfume y la esencia fueron importantes en el pensamiento judío durante miles de años. Aquí hay ocho hechos poco conocidos sobre los judíos y el perfume, desde la antigüedad hasta la actualidad.

Esencia y espiritualidad

En el judaísmo, nuestro sentido del olfato se considera sagrado. En hebreo la palabra que significa olor, reaj, tiene la misma raíz que la palabra ruaj, que significa alma. La Torá relata que cuando Dios creó al hombre “Sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se volvió un ser viviente” (Génesis 2:7). El lugar donde reside nuestra capacidad de apreciar las esencias se convirtió en el sitio mismo por donde el alma entró al primer ser humano.

Tal como hay diferentes bendiciones para diferentes clases de alimentos y bebidas, también hay bendiciones para cuando sentimos el olor de una esencia. Al visitar una perfumería o sentir un perfume agradable, se acostumbra a decir: Bendito Eres Tú, Hashem, Dios nuestro, Rey del Universo, Quien crea especias de fragancia. También hay bendiciones para cuando sentimos el olor de flores, árboles, hierbas, pasto y frutas.

El perfume sagrado en el Templo

La Torá describe la belleza del Mishkán, el santuario transportable en el cual nuestros ancestros sirvieron a Dios después del Éxodo de Egipto. Este edificio estaba decorado con oro y plata; sus muros eran enormes con coloridas cortinas. En el centro, donde se encontraba la mayoría de los utensilios sagrados, se sentía un bello perfume.

No sabemos exactamente de qué estaba hecha esa esencia, pero conocemos algunos de sus ingredientes, que incluían gálbano (una planta resinosa), incienso y otras especias. Incluso si los arqueólogos lograran descubrir la fórmula del perfume, no podríamos reproducirlo en la actualidad: la Torá prohíbe producir este delicioso incienso para cualquier otro propósito que no sea utilizarlo en el Templo (Ver Éxodo 30:37).

El mercado de perfume medieval

El perfume fue particularmente importante en la Edad Media cuando la higiene personal no era algo común en la mayoría de las culturas del mundo y aquellos que podían afrontarlo ocultaban los olores con fuertes perfumes e incienso, a menudo importados de las tierras orientales. Durante muchos años, los judíos importaron esas esencias, suministrando un producto clave a toda Europa. Al viajar por el Medio Oriente en el siglo XV, el dominicano alemán Felix Fabri prestó atención que los mercaderes judíos proveían a toda Europa con drogas y perfumes orientales.

En Europa, en la época medieval los judíos fueron excluidos de la mayoría de las profesiones, por lo que muchos se dedicaron al comercio, confiando en las conexiones comunitarias y familiares para transportar productos por toda Europa y hacia el Medio Oriente. La enemistad entre los cristianos y los musulmanes ayudó a los comerciantes judíos a incrementar su importancia. Muchos gobernantes cristianos impidieron la entrada a sus territorios a los comerciantes musulmanes, y los gobernantes musulmanes prohibieron la entrada a los comerciantes cristianos. En muchos casos, los judíos fueron considerados como neutrales y les permitieron transportar mercaderías a través de las fronteras.

Estas mercaderías a menudo eran aquellas cosas que se transportaban con facilidad, producían placer y tenían mucha demanda, incluyendo especies, seda, joyas y perfumes. De hecho, los judíos en la Edad Media estuvieron tan identificados con estos productos de lujo que algunos líderes locales trataron de convencerlos para que se asentaran con ellos, con la esperanza de que los judíos ayudaran a enriquecer sus territorios. Aproximadamente en el año 1084, el príncipe y obispo de Speyer explicó: “Con el deseo de convertir al pueblo de Speyer en una ciudad, pensé en la posibilidad de incrementar su gloria mil veces trayendo a los judíos”.

Los propietarios judíos de Chanel N° 5

El perfume más famoso de los tiempos modernos sin dudas es Chanel N° 5, identificado con su creadora, la estilista Coco Chanel. Menos conocido es que un judío francés, Pierre Wertheimer, fue el comerciante que lo produjo, comercializó y vendió, y que Coco Chanel trató de aprovechar el Holocausto para robar el control del negocio para sí misma.

Durante la ocupación alemana de París durante la Segunda Guerra Mundial, Coco se convirtió en una colaboradora, fraternizando con nazis de alto rango desde su hogar durante la guerra, el Ritz de París, un centro de actividad nazi. Ella se convirtió en el agente F-7124, con el nombre codificado Westminster y efectuó pequeñas misiones de espionaje para sus amigos nazis. Ella también manifestó abiertamente su odio hacia los judíos. Cuando Pierre Wertheimer y su familia huyeron de Francia a los Estados Unidos, Coco acudió a las autoridades nazis para que despojaran a la familia judía de todo su dominio y le entregaran a ella Chanel N° 5 y la compañía.

Anticipando la posibilidad de que Coco tratara de quitarles la compañía, los Wertheimers la habían transferido a un francés no judío para que la cuidara durante la guerra. Ahora, al ser la compañía supuestamente “aria” Coco no pudo tomar el control. Pierre Wertheimer también envió a París un espía, Herbert Gregory Thomas, para recuperar la fórmula química precisa del Chanel N° 5 para que los Wertheimer pudieran resumir su producción en los Estados Unidos. Usando el seudónimo de Don Armando Guevaray Sotto Mayor, Thomas logró recuperar la fórmula del perfume y los Wertheimer comenzaron una vez más a producir Chanel N° 5, esta vez desde la seguridad de los Estados Unidos.

El perfume y la liberación femenina

En el pasado, el perfume se consideraba un regalo romántico que un hombre podía hacerle a una mujer, pero cuando las mujeres norteamericanas comenzaron a entrar en grandes números a la fuerza laboral en los años 50, esta perspectiva cambió y más mujeres comenzaron a comprar perfumes para ellas mismas. Los fabricantes de perfume alentaron esta tendencia al crear esencias que atraían a las mujeres norteamericanas modernas. Muchos de estos nuevos gigantes de la industria del perfume eran judíos.

La primera en romper el mito de que el perfume debía ser un regalo romántico fue Josephine Ester Mentzer, quien nació en una pobre familia de inmigrantes judíos en Nueva York en 1909. Con el nombre comercial de Estee Lauder ella desarrolló una exitosa línea de cosméticos. En 1953 lanzó la fragancia “rocío de juventud” y la comercializó directamente a las mujeres, señalando que podían comprar esa deliciosa esencia para ellas mismas. También fue pionera de la idea de repartir muestras gratis para que sus clientas pudieran probar su perfume varias veces antes de decidir comprarlo.

Dos décadas más tarde “Charlie” se convirtió en un enorme éxito, un perfume de precio accesible dirigido a las mujeres trabajadoras y publicitado con una campaña progresista. Este perfume fue desarrollado por la compañía Revlon, fundada por Charles Revson, un judío ruso que nació en una familia pobre de Boston en 1906. Su fragancia “Norell” fue considerado por muchos el primer gran perfume norteamericano. Juntos, estos dos gigantes de los cosméticos transformaron al perfume de ser un raro lujo a un regalo divertido que por primera vez en generaciones las mujeres comenzaron a comprar para sí mismas.

La gran “nariz”

A menudo los perfumes son inspirados por musas famosas, pero la receta misma de la esencia que forma un gran perfume es creada por un artista que fue dotado con un sentido del olfato especialmente perceptivo. Muy pocas personas son capaces de detectar las sutiles variaciones en una esencia que son necesarias para inventar una nueva fragancia. En el idioma de la industria del perfume, estos perfumeros especialmente dotados son conocidos como “narices”. Hoy, una de las mayores “narices” de la industria es Carlos Banaim, un artista de la fragancia judío, que nació en Marruecos.

La primeras gran esencia de Banaim fue “Polo” de Ralph Lauren, desarrollado cuando él tenía apenas 30 años. Desde entonces, creó otras esencias populares como “Bomba floral” para Viktor & Rolf, “Código” de mujeres, para Giorgio Armani y “Saharienne” para Yves Saint Laurent.

Él acredita el desarrollo de su olfato a su infancia en Marruecos. “Cuando era pequeño, a menudo acompañaba a mi abuelo al mercado en Tangier, y recuerdo los aromas de las especias y las frutas, naranjas, duraznos, melones y damascos… Eso quedó grabado en mi memoria”, afirmó.

Carlos Banaim también recuerda el momento en que Marruecos dejó de ser su hogar. Fue en el año 1967, cuando acababa de obtener su título de ingeniero químico en Francia. Su padre lo llamó por teléfono y le advirtió: “no regreses”. Tras la Guerra de los Seis Días comenzaron graves disturbios contra los judíos de Marruecos. Banaim vivió en París, en Ámsterdam y en Buenos Aires antes de instalarse en Nueva York.

Desde entonces, también ha invertido en Israel, trabajando con organizaciones de caridad que proveen becas educativas a estudiantes destacados. “El principal recurso de Israel es la mente de sus jóvenes”, explicó la famosa “nariz”. Cuando no se dedica a desarrollar nuevos perfumes, Carlos Banaim se dedica a nutrir a la próxima generación de científicos y empresarios israelíes.

El surgimiento de esencias israelíes

Desde la fundación del Estado de Israel, se desarrolló una robusta industria perfumera. En 1880, los judíos de Europa y del Imperio Otomano comenzaron a regresar a la Tierra de Israel, muchos con la ayuda del Barón Edmon Rothschild, quien invirtió en comercios del área. Una industria que él alentó a los residentes judíos de Israel a desarrollar fue el cultivo de flores para suministrar a la producción de la floreciente industria de perfumes franceses, que siempre necesitaba flores fragantes para transformarlas en perfumes.

Tradicionalmente, los perfumes se hacen con ingredientes naturales, tales como flores o maderas exóticas. El pequeño tamaño de Israel implica que su capacidad de cultivar la gama de plantas exóticas necesarias para la industria es limitada. Sin embargo, en los últimos años los científicos se volvieron más adeptos a utilizar materiales sintéticos para crear bellos perfumes, y el gigante de alta tecnología israelí asumió un puesto superior en el mercado global de ingredientes para perfumes.

Los perfumeros israelíes están ocupados creando nuevas esencias, así como explorando ingredientes judíos tradicionales tales como el etrog e inciensos antiguos para capturar las esencias y los sentimientos del Medio Oriente. Para aquellos que prefieren algo menos habitual, Tel Aviv cuenta con varios comercios de perfumes en donde los clientes pueden trabajar junto con el equipo para crear una esencia única y sumamente personalizada.

El perfume como perfección

Quizás la imagen más bella del perfume viene del profeta Hoshea, quien escribió sobre el tiempo del Mashíaj, cuando Israel florecerá: “su gloria será como la del árbol de olivo y su fragancia como la del Líbano” que cuenta con vastos bosques de cedros de dulce aroma (Hoshea 14:17).

Es una imagen muy bella. Porque para el pensamiento judío, la esencia es fundamental para nuestra valoración del mundo. Una fragancia agradable puede transportarnos a nuevos estados mentales y nuevas formas de ser. La esencia es algo que debemos bendecir y celebrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario