miércoles, 20 de junio de 2018

La Camotera Boliviana


El boliviano no se enamora, se encamota. La camotera (el camotismo, el camotaje, el camotazgo, como prefieran llamarle), no es sino el amor en su estado descomunal. El camote boliviano, no ve, no escucha, no entiende. Sumido en la contemplación total del objeto amado, el camote boliviano camina por el mundo y sin embargo, no está en este mundo. La gente mira pasar al camote y lo ve con una mezcla de ternura, miedo y desprecio, porque saben que alguna vez, como bolivianos, también deberán enfrentar la misma condición. Estar camote, sin embargo, puede ser una condición pasajera y disfrutable. Es pues lindo estar camote. Mientras estás camote estás en diálogo directo con Dios. Eres un iluminado, el filósofo esencial de las estrellas. En Bolivia, apreciado visitante, los camotes son parte del paisaje y están libres por todas partes. Puedes verlos posados en los árboles, en los cables de alta tensión, en los teleféricos o, sin más, en las calles. Si te los encuentras, no los asustes, no les preguntes estupideces, no soportan las cámaras y otras frivolidades tan habituales y tan por debajo del verdadero amor.

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