“El hombre es el árbol del campo”. ¿En qué se parece el
árbol al hombre?
¿Qué se puede aprender de los árboles?
El árbol sano es el cual sus raíces son firmes y su copa
está elevada hacia el cielo.
¿Yehudí miraste hoy al cielo?
No hay existencia sin raíces sin conexión con Hashem. Una
persona puede tener lo mejor: Una casa linda, hijos exitosos, buena situación,
salud, etc., pero si el punto principal que es la conexión con Hashem le falta
en verdad no tiene nada, no tiene una gota de vida.
En la Torá está escrito que Di-s le dice a Abraham “Lej
Lejá“. Los comentaristas explican: “Lej-lejá a buscar a tu alma, a tu
interioridad. Busca qué melodías te acercan a Hashem. En qué precepto sientes a
Hashem. Ésta es una tarea infinita, no hay que darse nunca por vencido. Hay que
invertir tiempo y esfuerzo en esta tarea.
La Torá dice: “…Fíjate hoy, te pongo delante de ti la berajá
(bendición) y la kelalá (maldición), Elige la berajá“. Elegir la berajá es
elegir estar conectado con Hashem, con las raíces.
Vivimos en un mundo muy bello y milagroso y con mucho
sentido. El hombre que está conectado a sus raíces siente la vigilancia
perpetua del Creador, como un niño que es llevado de la mano de su padre a todo
lugar.
Si recordamos siempre la meta de nuestra vida nos salvamos
de la confusión que este mundo produce. Este mundo es un pasillo lleno de
oportunidades: Otra tefilá, otro Shabat, otra tzedaká, otro capítulo de
Tehilim, otra invitación a huéspedes. Con estos preceptos pasamos por el
pasillo sin confundirnos y llegaremos al palacio.
Todo Yehudí posee estas raíces: Recibir huéspedes, visitar
enfermos, compadecer a gente que está en luto, dar tzedaká. Entre más
invertimos y nos esforzamos en estas mitzvot más construimos la conexión con
Hashem.
Un pequeño cuento:
Dos hojas crecieron juntas en un mismo árbol. Juntas pasaron
fríos inviernos y calurosos veranos, lluvias, relámpagos, sequías e incendios.
Siempre juntas en el árbol unidas a sus raíces, a tal punto que la unión entre
ellas era casi infinita.
Un día llegó un niño travieso y cortó una rama del árbol en
la cual estaba una de las hojas. Su amiga que quedó conectada con el árbol se
estremeció de dolor y preocupación y le gritó: “¿A dónde vas?, ¿Qué vas a hacer”?
Al otro día el viento sopló y trajo la hoja suelta al lado del árbol. Su amiga
la llamó con alegría: “Hermana, ¿cómo estás, qué te hicieron, qué ha pasado
contigo?”. La hoja suelta le contesta: “Yo me siento muy bien, estoy feliz,
¡estoy libre!”, Así desapareció con el viento a otra dirección. A las pocas
horas volvió a soplar el viento y trajo a la hoja suelta cerca del árbol, excitada
y bailando con alegría diciendo: “Estuve paseando por muchos lugares. ¡Qué
bellezas hay en este mundo! ¡Finalmente me siento feliz!
Al otro día volvió el viento a traer a la hoja suelta, ya no
tan bella y feliz. Esta vez, su color era amarillo y su voz muy ronca y sólo
saludó a su hermana. El sol siguió su trayecto y al final del día la hoja que
no tenía conexión con las raíces se secó y los caminantes la pisaron y el
viento la sopló hasta que no quedó de la pobre hoja nada.
LAS ESTACIONES: El árbol pasa por épocas: En el otoño pierde
toda su belleza. En el invierno llega a su más bajo nivel, queda totalmente
seco y al llegar la primavera nace y florece dando frutas frescas y dulces.
Así creó Hashem a Su mundo. Toda persona pasa en su vida por
subidas y bajadas, alegría y dolor, luz y oscuridad, como está escrito en el
versículo: “Va yehí erev, va yehí boker“. Primero es la noche y después el día.
El columpio sube y baja. No puedes subir sin bajar. De las bajadas más grandes surgen
las más grandes subidas.
Hay que pasar por la oscuridad, como dice la Torá: Y Moshé
fue hacia la neblina que ahí se encontraba la Presencia del Todo Poderoso,
Hashem se encuentra en todo momento y lugar. Pero para acercarse a él de verdad
hay que pasar por la oscuridad y encontrar ahí Su Presencia. Así surgen todas
las yeshuot (salvaciones), todos los grandes cambios. Hay que recordar esto en
cada bajada o neblina. Pronto saldre de aquí, llego mi salvación, mi
crecimiento, mi cambio tan esperado. Solo así podremos pasar estos momentos con
alegría.
LOS FRUTOS: En el mes de Shevat se renueva toda la creación.
Las frutas del nuevo año comienzan a brotar. En todo yehudí florecen nuevos
puntos buenos, nuevos atributos. Sólo hay que buscarlos con una mirada positiva,
con esta actitud descubriremos el orgullo que tiene Hashem de todo yeudí y
aumentamos el deseo del Creador de redimir a Su pueblo querido.
Cuentan del tzadik Rabi Yitzjak Aizik quien acostumbraba a
invitar a mucha gente a su mesa en el día de “Tu-bishvat” y repartía muchas
frutas a los invitados y una vez paso que aun habiendo traído muchas frutas no
alcanzaron para todos los invitados. El tzadik levantó su voz y dijo: “Si
frutas es lo que buscan les diré dónde las encuentran: Todas las mañanas
decimos en el rezo matutino: “Estas son las cosas cuyos frutos disfruta el
hombre en este mundo y que subsisten como bienes eternos en el mundo venidero.¿Cuáles
son?: Respetar a los padres, hacer bondad con el prójimo, levantarse temprano a
la tefilá, invitar huéspedes, visitar enfermos, ayudar a los novios, acompañar
al muerto, hacer shalom entre los amigos y entre el marido y su mujer y el
estudio de la Torá lo sobrepasa a todo”. Y continuó diciendo: “Vayan y cumplan
estas mitzvot y encontrarán muchos frutos y aunque los coman les quedará el
keren (capital) para el mundo venidero”.
Este es el propósito de la vida., Torá,Tefilá.y Mitzvot La
Torá nos aconseja y enseña a vivir. La Tefilá nos acerca a Hashem y nos eleva
sobre todos los obstáculos y límites de este mundo. Nos acerca a Hashem Las
Mitzvot nos hacen crecer, nos fortalecen y nos brindan utensilios para recibir
la berajá.
LA BERAJá: (Bendición)
Hay que estudiar las leyes de las berajot especialmente de
las frutas en Tu-bishvat esto te ayudará a celebrar un día feliz y kasher.
Fuera de esto, hay que buscar siempre la berajá. ¿Dónde se
encuentra la berajá? El Baal Shem Tov dijo que la berajá se encuentra en tu
boca. Cada vez que dices una berajá para comer, al pronunciar el nombre de
Hashem causas muchos beneficios y bienestar. Primero que nada alabas a Hashem y
declaras tu fe en el Creador, lo que produce que la bendición esté presente en
ti y en toda tu familia. También la chispa de vida que se encuentra en la fruta
logra llegar a su rectificación. Por eso hay que tener cuidado de no lanzar las
berajot de tu boca sin poner atención ya que esto puede causar mucho daño a esa
chispa de vida que se encuentra en la fruta que ha estado esperando un largo
tiempo por tu bendición para llegar al punto de rectificación completa.
100 BERAJOT AL DíA. Durante el reinado de David había una
plaga y cada día morían 100 personas. David suplicó al cielo que le revelaran
la salvación de esta plaga. La respuesta que recibió es que cada yeudí debe
decir 100 bendiciones al día y con esto salvarán a todo el pueblo de Israel.
Como lo dice el versículo “Al Israel Shalom”. “Al” tiene el valor numérico de
100 que insinua que diciendo 100 bendiciones al día hay Shalom en el pueblo de
Israel. Con tus bendiciones traemos Shalom al pueblo de Israel.
Un hijo es el fruto de la familia. En el Zohar está escrito
que cuando Hashem comandó a Abraham a ir a la tierra de Canaán y dejar todo su
pasado le dijo: “Lej-lejá” que equivale un valor numérico de 100 con esto quizo
darle una señal el Creador a Abraham que al cumplir 100 años tendrá un hijo que
lo heredará. Muchas veces la berajá está presente, solamente tiene que llegar
el tiempo adecuado, el lugar correcto y la persona específica para que se pueda
cumplir la berajá. Abraham creyó en las palabras de Hashem sin ver aun los
resultados. Sólo a los 100 años tuvo a su hijo que lo heredará y lo llamó
Yitzjak. Así también nosotros tenemos que tener la fe en Hashem que bendijo a
Su pueblo Israel y nos llamó hijos míos, y en las profecías que revelaron los
profetas las cuales relatan la gloria y grandeza que tendrá el Pueblo de Israel
pronto.
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