La Kabalá enseña que cada fenómeno natural conlleva un
mensaje del Creador a la humanidad. Cada persona que presencia un fenómeno de
esta naturaleza debe intentar, mediante la meditación, de entender la
profundidad de su significado y cómo afecta su propia vida. Según la Kabalá, el
mensaje inserto en un eclipse solar tiene cuatro dimensiones de meditación las
cuales se interrelacionan; cada nivel es precedido por el anterior, los cuales,
debidamente inculcados en nuestro inconsciente sirven para acercarnos al
Todopoderoso, trayendo como consecuencia perfección, paz y felicidad a la
humanidad.
Primera Dimensión – En primer lugar debemos enfocar nuestra
intención sobre el fenómeno en el momento del suceso. Durante un eclipse solar,
el sol se nos oculta. Según la Biblia, el sol simboliza la fuerza y el poder en
la naturaleza. Durante un eclipse solar el símbolo primario de poder se esconde
temporalmente: éste experimenta una «caída». Cuando meditamos nos damos cuenta
que la fuerza de la naturaleza es intrínsicamente limitada y finita, que una
parte de ella puede interferir con la otra y que a veces puede «tropezar con
ella misma». Su arrogancia se rompe temporalmente para que no pensemos que es
omnipotente. Con respecto a nosotros mismos, cuando presenciemos un eclipse
solar debemos tratar de sentirlo como nuestro propio ego a fin de alcanzar un
nivel de verdadera sumisión y aceptación de que no somos omnipotentes.
Segunda Dimensión – Al disminuir el ego, se levanta el velo
que nos impide reconocer al Creador, pudiendo ahora experimentar en nuestra
meditación la presencia, a través de la naturaleza, de su omnipotencia, y
reconocerlo como omnipotente y omnipresente. En todo Su poder siempre está
«aquí y ahora». El momento ideal para sentir que Su esencia nunca se apaga es
durante un eclipse, cuando nos damos cuenta que la naturaleza no se creó sola,
sino que existe debido a un Todopoderoso omnipotente y omnipresente.
Tercera Dimensión – En este nivel experimentamos toda la
naturaleza, inclusive nuestro propio cuerpo y alma, regresando al estado Divino
de la «nada» donde estuvimos antes de nacer. El fenómeno del eclipse nos enseña
que constantemente todo lo creado regresa a la «nada» para ser nuevamente
creado. Esta es la experiencia de la continua recreación de toda realidad. El
Todopoderoso no solamente creó el universo para estar presente en Su creación y
así vigilarla, sino que él recrea constantemente el mundo; Su Providencia se
nos manifiesta a través de su acto de recreación. En hebreo, la palabra «recreación»
también significa «buena salud». La experiencia de la recreación nos brinda
buena salud y felicidad.
Cuarta Dimensión – Después de sentir el eclipse como el
retorno de toda realidad a la «nada» para volver a ser creados (mejor y más
fuertes que antes), podemos darnos cuenta del mensaje final del eclipse de sol;
que en realidad, todo el mundo como lo conocemos, desde el comienzo hasta
ahora, es un gran «eclipse» de verdadera realidad mediante el cual el
Todopoderoso desea bendecirnos y crear para nosotros en el futuro.
Durante el eclipse, rezamos por que tengamos él mérito de la
salvación y la redención, el nacimiento de un nuevo «día» de luz infinita y
bendición después del «negro» eclipse de la historia de la humanidad.
En Salmos (84:12), leemos que la luz Divina, fuente de toda
bendición, se compara con el «sol», cuya revelación en el presente nos está
oculta a través de un «escudo». En su tiempo, el Todopoderoso lo revelará para
toda la humanidad y entonces finalizará el eclipse cósmico. Esto podría ocurrir
en nuestros días con la llegada del Mesías y la verdadera y total redención de
todos los habitantes de la tierra.
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