Algunas comunidades judías crearon sus propios idiomas.
Durante la esclavitud en Egipto, los israelitas se
asimilaron a la sociedad egipcia, pero mantuvieron tres cosas. Nunca perdieron
su modo de vestir distintivamente judío, mantuvieron sus nombres judíos y
también preservaron su idioma. Estos tres aspectos les permitieron mantener su
identidad judía.
Dispersas a lo largo y a lo ancho del mundo, las comunidades
judías han forjado idiomas distintivos, lo que de alguna manera las mantuvo
separadas de la población general. La Dra. Mary Connerty, profesora emérita en
Penn State Behrend, explicó a Aishlatino.com que: “En todas partes donde hemos
vivido, (los judíos) creamos nuestro propio idioma”.
A veces, estos idiomas “judíos” eran muy similares al idioma
dominante local. Sin embargo, las formas judías de los idiomas contienen
elementos claramente distintivos. Los idiomas judíos minoritarios están
marcados por palabras en hebreo, citas de las plegarias judías y elementos
adquiridos de otros idiomas en la diáspora. La historia del exilio quedó
grabada en los idiomas judíos.
Aquí hay seis idiomas que los judíos hablan entre ellos como una forma de preservar a sus comunidades.
Ídish
Durante la Edad Media, el ídish evolucionó entre las
comunidades judías en tierras de habla eslava y alemana. Incorporando elementos
lingüísticos del alemán, hebreo, arameo, eslovaco y otros idiomas, el ídish se
escribe con letras en hebreo. Fue ampliamente hablado en las comunidades de
Europa Central y Oriental desde el comienzo de la Edad Media hasta la
aniquilación de las comunidades judías en el Holocausto. Hasta la actualidad lo
siguen utilizando algunas comunidades judías en Europa, Israel, Norteamérica y
Sudamérica.
Con el tiempo, en las diversas comunidades a lo largo de
Europa Oriental fueron surgiendo variados dialectos de ídish. “En cada lugar
fueron absorbiendo y modificando elementos del lenguaje local, modificándolos e
incorporándolos al ídish”, señalan los historiadores Mark Zborowski y Elizabeth
Herzog. “Cualquiera que sabe ídish puede entender el ídish de otra persona,
incluso si algunas de las palabras llegan a resultarle incomprensibles. Sin
embargo, cada región tiene su propio acento y modismos, los cuales pueden ser
reconocidos e identificados” (Cita de Life is With People: The Culture of the
Shtetl por Mark Zborowsky y Elizabeth Herzog, Schocken Press: 1952).
Ladino
El ladino (a veces también llamado judeoespañol) es un
idioma que se escribe con caracteres hebreos y que durante generaciones fue
hablado por los judíos de origen sefaradí de todo el mundo. Tiene sus orígenes
en la España Medieval, en donde la vibrante comunidad judía del país desarrolló
una forma única de hablar, mezclando hebreo e incluso algunas palabras en árabe
con el español medieval.
Al enfrentar la persecución por parte de los gobernantes en
España, algunos judíos españoles se fueron hacia el norte de África en los
siglos XIV y XV, llevando con ellos el ladino y estableciendo comunidades
ladino parlantes en Marruecos.
Cuando España fue unificada bajo el gobierno católico en
1492, el Rey Fernando y la Reina Isabel prohibieron que los judíos vivieran en
el país bajo pena de muerte. Entonces escaparon del país 200.000 judíos, llevándose
con ellos el ladino.
Durante cientos de años existieron comunidades ladino
parlantes en el Norte de África, Yugoslavia, Rumania, Grecia, Bulgaria,
Turquía, Egipto y la Tierra de Israel. Con los años, cada lugar fue
incorporando nuevos elementos lingüísticos del turco, francés, árabe e
italiano. Hoy en día hay muchos judíos que siguen hablando ladino, la mayoría
de ellos ya son ancianos.
Ievánico
Los judíos que vivían al norte de Grecia desarrollaron su
propio idioma llamado ievánico, también conocido como judeo-griego. En el área
vivían los judíos romaniotes. La profesora Mary Connerty explica: “ellos no
eran sefaradim ni ashkenazim”, sino un grupo separado de judíos cuyo origen se
remonta a los judíos del antiguo imperio Bizantino.
Los judíos romaniotes desarrollaron su propio dialecto del
idioma griego. La profesora Connerty cree que se volvió más distintivo y cambió
a ievánico durante la Edad Media y el Renacimiento. “A partir de la invasión
otomana (el imperio Otomano capturó Atenas en 1458), el idioma comenzó a
cambiar”, explica la profesora Connerty. El dialecto judío local evolucionó
convirtiéndose en algo que era incomprensible para los no judíos que hablaban
en griego. El nombre ievánico deriva de la palabra en hebreo para Grecia:
Iaván.
El ievánico contaba con muchas palabras griegas y también
incorporaba elementos del hebreo, árabe e italiano. Tradicionalmente se lo
escribía usando caracteres en hebreo, aunque en el siglo XIX algunos judíos
comenzaron a cambiar la escritura utilizando letras griegas. Los judíos
romianotes rezaban de libros de plegarias judías escritos en ievánico. También
hubo pequeñas comunidades ievánico-parlantes en Turquía. El Pentateuco de
Constantinopla (la Biblia judía) del año 1547, es uno de los libros más
antiguos que hay en la actualidad escrito en ievánico.
“Todavía hay en Turquía una diminuta población que habla
ievánico y algunos también en Irán”, explica la profesora Connerty. Ella estima
que sólo unos pocos cientos de personas hablan ievánico hoy en día. Antes de la
Segunda Guerra Mundial había en el norte de Grecia alrededor de 10.000
ievánico-parlantes; pero sólo 149 sobrevivieron al Holocausto. Hoy en día, el
idioma se mantiene vivo en algunas familias de Jerusalem y Nueva York, y por
los académicos que continúan investigando el ievánico y otros pequeños idiomas
judíos.
Bújaro
Durante generaciones, los judíos bujarianos vivieron en
comunidades dispersas por toda Asia Central, principalmente en lo que hoy es
Uzbekistan y Tajikistan. Ellos remontan su historia a los tiempos bíblicos,
cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia conquistó la antigua Israel, destruyó
el Primer Templo en Jerusalem en el año 587 AEC, y exilió a muchos judíos hacia
el norte de Babilonia. Aunque muchos judíos regresaron a Jerusalem y a otras
tierras judías, algunos se quedaron en el exilio, migrando incluso más al
norte.
Estos judíos a veces fueron conocidos como judíos bujarianos
porque muchos vivían bajo el reinado del emir de Bujará. Los judíos solían
llamarse a sí mismos isroil (israelitas) o iahudi (judíos). Ellos desarrollaron
un dialecto diferente al idioma tajiko local, que incorporaba muchas palabras
en hebreo, además de elementos lingüísticos de otras partes de Asia Central, y
que se hizo conocido como judeotajiko, bújaro o bujariano. El bujariano se
convirtió en el idioma primordial de muchas comunidades judías en la zona.
Incluso cuando vivían en áreas donde los vecinos no judíos hablaban uzbeko y no
tajiko (el cual era mucho más similar al bujariano), los judíos bujarianos se
comunicaban entre ellos utilizando el judeotajiko o bujariano.
A finales del siglo XIX, muchos judíos bujarianos comenzaron
a emigrar a Israel. El barrio bujariano en Jerusalem se convirtió en un
próspero centro de cultura bujariana. Rav Shimon Hakham, un judío bujariano
nacido en Asia Central que vivía en Jerusalem, tradujo muchas obras a bujariano
y las envió a sus correligionarios en Asia. En el estado judío, el idioma
bujariano, que fue principalmente oral durante siglos, comenzó a desarrollar un
carácter literario.
Entre 1910 y 1916, publicaron un periódico en bujariano
llamado Rahamim, primero en el pueblo de Skobelev y luego en Kokand, ambos en
Uzbekistán. Otro periódico en bujariano llamado Roshani (“luz”) operó desde
1920 a 1930; en 1930 cambió su nombre a Bajroqi Minat (“vida de los
trabajadores”) y continuó operando hasta 1938. Durante este periodo, las
escuelas judías en Uzbekistán y Tajikistán enseñaban a los estudiantes en
bujariano, usando libros de estudio en bujariano. En este periodo también hubo
una transición entre el uso de letras en hebreo a escribir textos en bujariano usando
letras de latín o cirílicas.
Hoy en día, hay más de 200.000 judíos bujarianos. Muchos
viven en Israel y en los Estados Unidos. Aunque ya no se habla ampliamente en
bujariano, muchos judíos ancianos siguen recordándolo y hablan este distintivo
idioma judío.
Judeo-árabe
De acuerdo con Benjamín Hary, profesor de la Universidad de
Nueva York, diferentes formas de árabe hablado por comunidades judías en el
Medio Oriente comenzaron a evolucionar a partir del siglo VIII. El profesor
Hary describió a Aishlatino.com las diversas versiones de judeo-árabe como una
“variedad del lenguaje” y no como un idioma completamente distinto. “Yo
considero que el judeo-árabe en general es una variedad del lenguaje que tiene
su propia historia a partir del siglo VIII y hasta la actualidad. En los
últimos doscientos a trescientos años se desarrollaron variedades locales
singulares en Yemen, Magreb, Irak y Egipto".
Uno de los aspectos más distintivos de todos estos dialectos
judeo-árabes es la escritura con caracteres hebreos (y no árabes). Otra
diferencia de las formas de árabe no judío es la pronunciación. El profesor
Hary da un ejemplo de judeo-árabe egipcio: los hablantes judíos usan un sonido
de vocal “u” larga, mientras que la pronunciación egipcia estándar diría “ay”.
En Yemen, los dialectos judeo-árabes eran todavía más diferentes del idioma
hablado por los no-judíos, utilizando a veces pronunciaciones radicalmente
distintas de las de los no-judíos. Los dialectos judeo-árabes también
incorporan palabras en hebreo y arameo, así como palabras en árabe más antiguas
que la población no judía ya dejó de usar.
El profesor Hary señala que algunos de las obras más
importantes de la literatura judía fueron escritas en judeo-árabe. Por ejemplo,
Iehudá Halevi (1075-1141) “compuso su obra clásica del siglo XII, El Kuzari
(Kitab al-Xazari), en una parte de la Península Ibérica que había sido
reconquistada por cristianos. Sin embargo, él la escribió en judeo-árabe, el
idioma de los judíos de las clases educadas”. Maimónides escribió su clásica
obra La guia de los perplejos en judeo-árabe a finales del 1100. El nombre de
este libro en judeo-árabe era Dalatat al Ha’irin.
Judeo-italiano
En la Edad Media, los judíos italianos desarrollaron un modo
único de hablar conocido hoy por los académicos como judeo-italiano. Escrito
con letras en hebreo, el judeo-italiano floreció cuando los judíos fueron
confinados a pequeños guetos (los barrios judíos en donde fueron forzados a
vivir). La profesora Sandra Debenedetti Stow, compartió con Aishlatino.com su investigación
sobre este idioma.
Dado que los judíos italianos estuvieron sumamente
confinados durante la Edad Media, las tradiciones del idioma que desarrollaron
fueron intensamente locales. “Lo que los judíos hablaban y escribían era principalmente
el dialecto hablado en sus lugares de residencia, lo que podríamos llamar
judeo-romano, judeo-piamontés, judeo-veneciano, etc.”. Los judíos italianos
incorporaron “términos italianos arcaicos y… la presencia de términos hebreos
italianizados”.
El judeo-italiano usaba verbos como ‘ajlare’ (comer), del
hebreo leejol y la terminación verbal -are; ‘lejtire’ (ir) del hebreo lalejet y
la terminación ire, ‘daberare’ (hablar) del hebreo ledaber; y adjetivos como
‘amazalato’ (afortunado) del hebreo mazal”, explicó la profesora Stow. Algunos
términos en hebreo también se adaptaron a componentes lingüísticos italianos.
La profesora Stow menciona que talide era una forma judeo-italiana de la
palabra en hebreo talit (manto de plegarias).
Algunas palabras judeo-italianas eran interesantes síntesis
de términos en italiano y hebreo. Por ejemplo, sone en judeo-italiano significa
antisemita. Esta palabra deriva de la palabra en hebreo soné (el que odia).
Marore significaba una cosa fea y deriva de la palabra en hebreo para amargo,
maror.
A partir del Renacimiento, los idiomas judíos en Italia se
volvieron más italianos, llegando a convertirse en simples dialectos locales.
“Hoy en día, ya no queda en Italia nadie que hable dialectos judeo-italianos, y
hasta donde yo sé, no hay nadie que los hable fuera de Italia”, afirmó la
profesora Stow. Sin embargo, en Roma hay un movimiento entre algunos jóvenes
judíos que desean revivir el judeo-italiano y sus tradiciones.
En la actualidad, la mayoría de estos idiomas (y otros menos
conocidos) son considerados en peligro de extinción. Quienes los hablan están
envejeciendo y desapareciendo. En cierta medida, este abandono de los idiomas
tradicionales judíos refleja que el robusto estado de Israel es la patria de
las comunidades judías de todo el mundo. Muchos judíos llegaron a vivir en
Israel desde todos los rincones del mundo, y sus hijos crecen hablando hebreo.
En algunos casos, los judíos abandonaron sus idiomas tradicionales a medida que
fue disminuyendo el antisemitismo y les permitieron socializar y educar a sus
hijos en los idiomas dominantes de sus países.
Estos idiomas judíos reflejan la historia de nuestros
antepasados en todo el mundo. Las poesías, canciones, dichos y escritos en
idiomas judíos son un registro crucial de cómo vivieron nuestros ancestros; un
tributo a las ricas vidas judías de nuestros antepasados.
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