Cuenta la historia que en un paraje lejano de la Grecia de antaño, vivía un rey junto a su esposa y sus tres hermosas hijas. Sin embargo, una de ellas, la menor, llamada Psique se diferenciaba de sus hermanas por su infinita belleza, perfección e inteligencia. Psique contaba con una dulzura y especial sabiduría, lo que hacía, que sumada a su extraordinaria hermosura cautivara el corazón de los lugareños y todo aquel que la admirare, fue tan apabullante la devoción por su resplandor que los los altares de de la diosa Afrodita habían sido abandonados, olvidados a la merced del deterioro. La ira desenfrenada de la diosa despertó.
La cólera de los dioses es calamitosa y quienes la provocan son castigados. Así, Afrodita decide ponerle fin al prestigio de Psique, ordenando a su hijo, Cupido, herirla con una de sus flechas para que se enamore la bestia más cruel y miserable que pudiera encontrar la existencia. Cupido, fiel a la orden de su madre, se dispuso a cumplir, sin embargo, luego de descender de los cielos y dirigirse al lecho de su objetivo, cuando se dispuso a ejecutar el disparo, introdujo al mano en su carcaj distraído por el encanto de su víctima, entorpecido por su admiración se hirió un dedo con la flecha, enamorándose así, de la joven doncella.
Desesperado por lo que le sucedía, voló a pedir ayuda y consejo de Apolo, dios de la luz y la verdad.
Repentinamente los admiradores de Psique comenzaron a desaparecer, lo que provocó una gran preocupación a su padre, porque no comprendía lo que estaba sucediendo. Así decidió acudir al oráculo de Apolo para su consejo. Y este le respondió:
-La suerte de Psique es lamentable, ella se ha convertido en el capricho de una criatura monstruosa, una bestia que humilla incluso los poderes de un Dios. Si no deseas que la bestia masacre a tu pueblo en busca de tu hija, debes llevarla a lo alto de una montaña y allí, esperar a que el venga por ella.
Apenado, su padre, regresó al palacio y comentó las indicaciones del oráculo.
La ciudad entera se cubrió de tristeza, acompañó en silencio fúnebre con antorchas y al sonido de una sola flauta, la procesión de la princesa a la empinada montaña; donde la joven valiente, se despidió., sin siquiera dudarlo estaba dispuesta a sacrificarse por las personas que amaba, su familia y su pueblo.
Psique, contemplo la quietud de las rocas a su alrededor y desconsolada lloró hasta quedarse dormida. Inconsciente en sueños, el viento del Oeste llego donde ella, y suavemente la llevo a un valle cubierto de flores blancas, donde una pequeña cascada cantaba en el silencio. Al despertarse, se encontró en un lecho de hierbas frescas con un dulce aroma, frente a un palacio de oro y marfil, imponente en tamaño como en belleza. Un coro de suaves voces, invisibles musitaban en su oído:
-Todo esto, es tuyo.- decían
En la noche, el joven Dios alado vino a ella y desde la oscuridad donde ella no podía verlo, solo sentirlo, le dijo:
-Tu, mi hermosa Psique... Eres mi esposa. Te amo. Pero debo pedirte que NUNCA trates de mirar mi rostro. Solo te visitaré en las noches, las que serán gloriosas y llenas de felicidad.
Psique, preguntó porque no podía mirarlo, y él solo le imploró:
-Respeta mi ruego, porque si llegas a mirarme, quedaremos separados para siempre.
En realidad, Cupido temía que si Psique descubría que él era el hijo de Afrodita, llegaría a adorarlo como a un dios, en lugar de amarlo como a un igual.
Psique se deleitaba con las visitas nocturnas de Cupido, sin embargo, durante el día se sentía triste y solitaria. Fue así, que un día le pidió a su esposo para traer a sus dos hermanas:
-Si ellas vienen, ése será el comienzo de nuestra ruina- dijo Cupido.
Pero ella, le rogó insistente poder ver a sus hermanas:
-Si no puedo mirarte, al menos déjame ver a mis hermanas.
Entristecido por estas palabras, Cupido mando al viento del Oeste por las hermanas mayores
de Psique.
Primero, se veían alegres por ver a salvo a su pequeña hermana, la alegría de la reunión se vio opacada apenas comenzaron a notar la riqueza que rodeaba a Psique, se llenaron de envidia y celos. Fue así que decidieron estropearles su felicidad. Cuando las hermanas volvieron a visitar a Psique, éstas revelaron para ella que Cupido era el monstruo repugnante que el oráculo había descripto, que esa era la razón por la cual no se dejaba ver y que esperaba tener un hijo con ella para luego devorarla.
Envuelta en dudas e inquietud Psique comenzó a sollozar.
Las hermanas, finalmente, la convencieron de creer los planes de su esposo, y que en la noche cuando el viniera a visitarla debía llevar una lámpara para verle el rostro y le cortara la cabeza. Ellas habían preparado ya una daga de plata que le entregaron y tristemente Psique aceptó.
En la oscuridad de la noche, mientras Cupido dormía, Psique se deslizaba de la cama y se apoderaba de la lámpara mas cercana y de la daga que había escondido con anticipación lejos de su habitación, en los pasillos del palacio una débil luz de una lampara se movía lentamente. De regreso a la cama, Psique levanta lentamente la lámpara sobre el rostro de Cupido, y descubre el resplandeciente y ruboroso rostro del hijo de Afrodita, parecía que hasta luz de lámpara había aumentado su brillo.
Psique… deslumbrada, lo acarició tiernamente sus rizos, las brillantes alas y el carcaj, pero al tocar una de sus flechas, se vio doblemente enamorada del joven Dios. En su embeleso, estuvo a punto de caer al suelo y una gota de aceite cayó sobre el pecho de Cupido, quien despertó, y al ver a Psique con la daga en la mano se entristeció.
-¿Amor mío tenías miedo que fuera un monstruo horrible?
Y antes que ella pudiera responder, se marchó diciendo:
-No puede haber amor si no hay confianza, me has traicionado, jamás volveré a ti.
Psique, llorando de dolor, intentó detenerlo, pero no lo logró, y en medio de la soledad de la fría noche, deseó morir.
Desesperada, pidió ayuda a todos los dioses y diosas, pero ninguno se atrevía a enfrentar la ira de Afrodita. Solo Demèter, la diosa de las cosechas, se atrevió a darle un consejo:
-Busca a Afrodita y pídele perdón. En éste momento, su hijo se encuentra en el palacio gimiendo por ti, y Afrodita está cansada de cuidarlo. Ruégale que vuelva a unirte a él.
Pero apenas vio Afrodita a Psique, lanzó un grito salvaje y ordenó a sus servidoras Inquietud y Tristeza que se lanzaran sobre la joven, rasgándole sus ropas y arrancándole el cabello. Terminado el ataque, Afrodita se acercó sonriendo a la joven con malicia, quien permanecía temblando, tendida en el suelo.
-¿Quieres ver a mi hijo? ¿No sabes que el te aborrece y no desea volver a mirarte jamás? Eres una criatura tan vulgar y desgraciada que me das lástima. Tal vez debe entrenarte para que llegues a ser digna de un Dios. Te encargare cuatro tareas, que deberás cumplir si deseas que escuche tu ruego.
Fue así que le encargó su primera tarea, en un depósito lleno de diferentes granos:
-Debes tenerlos clasificados esta tarde – y despareció desatando una carcajada diabólica.
Cuando Psique se enfrentó sin esperanzas a las distintas semillas, callo rendida al suelo sintiéndose impotente. Al levantar la mirada admirada contemplo una armada de hormigas se fue reuniendo, y en pocos minutos se apoderaron de los montones de granos, ubicándolos en tres diferentes filas.
Cuando Venus regresó, encontró todo ordenado, como lo había encomendado. Por esa razón, sospechosa de su invitada, al siguiente día, le dispuso una segunda tarea.
-¡Vete a la dehesa, junto al torrente!¡Allí habitan feroces carneros de dorados vellones!...magnificas criaturas imponentes y vigorosos al igual que peligrosos. ¡Recoge un poco de su lana y tráemelos!
Psique permaneció un tiempo frente al torrente que bordeaba los campos donde pastaban los carneros salvajes, pensando que nunca podría acercarse a ellos sin que la mataran. Y en su desesperación, quiso ahogarse en el río que corría en las cercanías.
Entonces un junco que se mecía le susurró: -No te quites la vida, Psique. Espera que los carneros se duerman, deslízate hasta la dehesa y recoge los dorados copos de lana que cuelgan de las zarzas afiladas y de los espinosos matorrales.
Así lo hizo, cumpliendo con su segunda tarea.
Una vez más, Venus, muy molesta le entrega una nueva tarea. Esta vez debía llenar una copa de cristal con el agua helada de la montaña, recogida de la desembocadura del río Estigio.
Psique, tomó la copa y escaló la empinada montaña. Pero al ir llegando a lo alto, se dio cuenta que las rocas de las bocas del río eran desesperadamente pendientes y resbalosas. Por allí pasaba un águila, que gritó :
-¡Espera! ¡Dàme la copa de cristal!
Y el ave le trajo la copa que Psique entregó a Venus con el oscuro líquido.
Su enojo y asombro se combinaban en un enfado insoslayable, Afrodita le encomendó la última tarea. Esta vez, debía llegar al Averno y pedir a la reina Proserpina que le llene el cofre con una porción de su belleza.
Psique, no tenía valor para llegar hasta semejantes abismos y se subió a una torre, desde donde se dispuso a lanzarse a la muerte.
Y la torre habló entonces:
-¿Qué cobardía te incita ahora a renunciar? Eres patética, humana. Yo te diré como llegar al Averno y de qué manera triunfar en tu búsqueda.
Psique se dispuso a escuchar.
-Toma dos óbolos y dos pedazos de torta de cebada. En tu viaje un cojo conductor de un asno va a pedirte ayuda, pero tú debes negársela. Cuando llegues a orillas del río Estigio aparecerá ante ti entre la neblina, sin decir palabra alguna, Caronte el barquero. Debes darle luego uno de los óbolos a Caronte, el barquero, quien te conducirá a través del río Estigio, hasta las puertas del Averno. Mientras estés cruzando el río, la mano de un moribundo se estirará hacia ti, pero tú debes volverte hacia otro lado. También debes negarte a ayudar a tres mujeres que estarán tejiendo los hilos del destino. Cuando hayas atravesado el río y llegues a la orilla, el Cancerbero, el perro de tres cabezas que custodia las puertas del palacio, te recibirá, dàle uno de los pedazos de torta de cebada, para que sea amigable contigo. Y cuando emprendas el viaje de regreso haz lo mismo. Sin embargo, hay algo aún más importante: cuando vengas de regreso con el cofre lleno de la belleza de Proserpina para entregarlo a Afrodita, ¡no lo abras!, hagas lo que hagas, ¡no abras el cofre de la belleza!
Psique cumplió con cada paso indicado por la torre. Hasta llegar al trono de los Dioses del inframundo, Hades sentado a la derecha de Proserpina, su reina de la primavera, interrogo a la joven que para su sorpresa había atravesado aun con vida la puerta de su reino. Psique relato su odisea y Proserpina conmovida, toma el cofre de las manos de Psique y abriéndolo y respirando su belleza en el cofre. Con su tarea en fin de ser cumplida, Psique regresa y entrega el ultimo pedazo de torta de cebada al Cancerberos y paga el viaje de retorno a Caronte. Pero de regreso, cuando iba llegando al palacio de Afrodita, la curiosidad se apoderó de ella y abrió el cofre de la belleza, pero dentro de él, no encontró mas que un sueño mortal que, al apoderarse de ella, la dejó abatida en el camino.
Entretanto, Cupido, quien había escapado del palacio por la ventana de su alcoba en busca de Psique, la encuentra yaciendo inconsciente al lado del camino.
Se precipitó hacia ella y, recogiendo con rapidez el sueño de su cuerpo, lo encerró de nuevo en cofre. Luego despertó a Psique con un beso en sus labios.
Antes que Afrodita pudiera darle alcance, se dirigieron al Monte Olimpo donde Júpiter, Dios de los firmamentos, los unió oficialmente.
Después de que Júpiter hubo celebrado el matrimonio de Cupido y Psique, todos los habitantes del Olimpo agasajaron a la pareja, con excepción de Afrodita, quien estuvo furiosa durante muchos días. No obstante, a medida que fue pasando el tiempo, la diosa, ya entrada en años, se convirtió en la abuela de una hermosa niñita llamada Dicha
me encanta esta historia
ResponderEliminarun saludo