(Marco Ulpio Trajano; Itálica, hoy desaparecida, actual
España, 53-Selinonte, hoy desaparecida, Sicilia, 117) Emperador romano. Miembro
de una familia de la pujante aristocracia de la Bética, desarrolló una
brillante carrera militar a lo largo de los reinados de Domiciano y Nerva. En
el año 97, Nerva lo adoptó y lo asoció a la sucesión imperial, con lo que se
inició una costumbre que se mantendría durante la época de los Antoninos, por
la cual, el emperador designaba un sucesor, a quien adoptaba, entre los aspirantes
más cualificados.
La figura de Trajano fue considerada por la historiografía
romana como la del Optimus Princeps, y su actitud de respeto por el Senado y
por la tradición, así como su eficaz gestión de gobierno, le valieron la
admiración de sus contemporáneos. Mejoró la Administración imperial, realizó
numerosas obras públicas y, consciente del declinar demográfico del imperio,
instauró diversas iniciativas tendentes a paliar sus efectos, protegiendo a las
familias numerosas y a los huérfanos.
Sin embargo, es recordado, sobre todo, por sus campañas
militares, que llevaron las fronteras del Imperio Romano hasta su punto de
máxima expansión. Tras dos intensas campañas, la primera entre el 101 y el 102
y la segunda entre el 105 y el 107, las legiones consiguieron quebrar la
resistencia del reino dacio del rey Decébalo. Ocupada Dacia, que fue repoblada
por colonos, Trajano llevó a cabo una importante reorganización del limes antes
de pasar a la ofensiva contra el enemigo tradicional de Roma en Oriente, los
partos.
En el 113, un nutridísimo ejército romano inició el ataque,
que lo llevaría a ocupar toda la Mesopotamia y conquistar ciudades como
Babilonia y Ctesifonte, para llevar las armas de Roma hasta el golfo Pérsico.
Estos límites territoriales resultaron más difíciles de conservar que de
conquistar, hasta el punto de que una rebelión judía y el continuo
hostigamiento por parte de los partos de Cosroes obligaron a Trajano a evacuar
el sur de Mesopotamia. Enfermo, el emperador murió durante su regreso a Roma.
Emperador
Trajano se encontraba en Colonia cuando su sobrino segundo
Adriano (futuro emperador y entonces tribuno) le comunica el fallecimiento de
Nerva. Se convertía en emperador el 27 de enero del 98, a la edad de 45 años.
El ser el primer emperador no itálico demostraba que la península itálica
estaba perdiendo su papel central en la política romana. Una vez nombrado
emperador, no marchó rápidamente a la capital, sino que se limitó a sustituir
algunos hombres infieles, a castigar a los pretorianos involucrados en la
revuelta contra su predecesor, reduciendo a la mitad el tradicional donativo
para celebrar el ascenso al trono. Una de sus primeras actuaciones fue mejorar
la red de carreteras entre Mogontiacum (Maguncia) y Augusta Vindelicorum
(Augsburgo). Además inició la construcción de un limes para asegurar los Campos
Decumanos (Agri decumates, tierras germanas en el lado derecho del Rin), que
habían sido ganadas para el imperio bajo Domiciano. Hasta que no estuvo
satisfecho con la seguridad del territorio entre el Rin y el Danubio, no marchó
a Roma, donde hizo su entrada triunfal dos años después de ser nombrado
emperador, tras de haber asegurado la frontera renana.
Legado
A diferencia de otros gobernantes apreciados a lo largo de
la historia, la reputación de Trajano ha perdurado sin menoscabo durante casi
dos mil años, hasta la actualidad. Trajano fue recordado por sus contemporáneos
como uno de los más grandes emperadores, equiparable sólo a Augusto. Recibió el
título de Optimus Princeps (el mejor de los príncipes) por parte del Senado,
tanto por sus conquistas, como por sus construcciones a lo largo de todo el
Imperio y el buen trato que tuvo con los senadores.
En los siglos posteriores, tanto en el Imperio romano como
durante buena parte del Bizantino, cada vez que un emperador ascendía al trono,
el Senado siempre expresaba el siguiente deseo: Felicior Augusto Melior
Traiano. Es decir, «que sea más afortunado que Augusto y mejor que Trajano»,
simbolizando ambos príncipes las cumbres de la etapa imperial.
La cristianización de Roma dio como resultado un mayor
embellecimiento de su leyenda: se decía en la época medieval que el papa
Gregorio I, a través de la intercesión divina, resucitó a Trajano de entre los
muertos y lo bautizó en la fe cristiana. Un relato de esto aparece en la
Leyenda Áurea. Entre los teólogos cristianos medievales, como Tomás de Aquino,
fue considerado como ejemplo de pagano virtuoso. En la Divina Comedia, Dante,
siguiendo esta leyenda, ve el espíritu de Trajano en el Cielo de Júpiter con
otras personas históricas y mitológicas destacadas por su justicia, entre los
seis espíritus justos que forman el ojo del águila mística. También aparece en
Piers Plowman. Varias obras de arte reflejan el episodio conocido como la
justicia de Trajano. La anécdota se refiere a una viuda que lo paró mientras se
dirigía a la campaña de Dacia. Esta lo detuvo con su llanto, suplicándole que
le concediera justicia encontrando y castigando justamente al culpable de la
muerte del hijo. Trajano le aseguró que se ocuparía del caso a su vuelta. La
viuda entonces le recordó que podría no volver, por lo que Trajano le garantizó
que en tal caso actuaría su heredero en lugar suyo. Entonces la viuda le hizo
notar que en aquel caso no habría mantenido su promesa, porque entonces el caso
no lo hubiera resuelto él y, aunque obtuviese justicia, no sería por mérito
suyo. Entonces Trajano bajó del caballo, buscó y castigó al culpable, concedió
justicia a la viuda y marchó a la guerra.
Para estar más cercano al pueblo romano, Trajano hizo
escribir sobre la puerta de su residencia Palazzo Pubblico, para que todo el
mundo pudiese entrar en él libremente. Solía recibir, personalmente y sin cita
previa, a quien quisiera conseguir de él justicia. De lo que deriva otra
anécdota célebre: ante las protestas de su secretario, que se quejaba de que su
señor confiase incautamente en todo el mundo, Trajano le contestó: «Trato a
todos como quisiera que el Emperador me tratase a mí, si fuese un ciudadano
particular».
El historiador del siglo XVIII Edward Gibbon incluyó a
Trajano entre los cinco emperadores que gobernaron el gran territorio del
Imperio romano «por un poder absoluto, guiado por la virtud y la sabiduría»,
considerando que
Si se pidiera a
cualquiera que determinara el período de la historia del mundo en que la
condición humana fue más próspera y feliz, mencionaría sin dudar la que se
extiende entre la muerte de Domiciano hasta el ascenso de Cómodo.
«Traian» se usa como un nombre de pila en la Rumania actual,
entre otros, lo tienen el presidente Traian Băsescu. En el himno nacional de
Rumania, Deşteaptă-te, române!, se evoca a Trajano en la estrofa décimosegunda:
Şi că-n a
noastre piepturi păstrăm cu fală-un nume
Triumfător în
lupte, un nume de Traian!
La traducción del rumano al castellano dice:
¡Y que en
nuestros corazones guardamos con orgullo un nombre
Triunfante en
las batallas, el nombre de Trajano!
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