Agustín Manuel de Eyzaguirre Arechavala (Santiago, 3 de mayo
de 1768-Calera de Tango, 19 de julio de 1837) fue un comerciante y político
chileno, que se convirtió en una figura importante en el proceso de
emancipación y organización de Chile, siendo uno de los principales impulsores
de la instalación de la primera Junta Nacional de Gobierno. Llegó a ejercer
como presidente interino de Chile entre el 9 de septiembre de 1826 y el 25 de
enero de 1827.
Infancia y juventud
Nació el 3 de mayo de 1768, en Santiago. Sus padres fueron
Domingo de Eyzaguirre y Escutasolo y María Rosa de Arechavala y Alday.
A temprana edad entró a una de las mejores escuelas que
había en Santiago, y allí aprendió lectura, escritura y elementos de
aritmética. Posteriormente ingresó al seminario conciliar Colegio Azul, pues
pensó tener vocación sacerdotal, recibiéndose dos años más tarde de la primera
tonsura y órdenes menores. En el seminario estudió latín, filosofía y teología.
Estuvo en ese establecimiento durante nueve años.
Realizó estudios de Cánones y Leyes en la Real Universidad
de San Felipe y luego, Teología. A los 23 años, sin embargo, desistió de su
orientación religiosa y se dedicó a la agricultura en la hacienda de su padre y
más tarde en otros que tomó en arriendo. Por esa época también ingresó al mundo
del comercio, desarrollando ambas actividades durante toda su vida y construyendo
una considerable fortuna.
Su red de negocios llegó a ser extensa. Partía desde
Londres, donde se había radicado su amigo Joaquín Ruiz de Alcedo, continuaba en
Cádiz, donde mantenía contactos con los hermanos Errázuriz Aldunate; y
continuaba en Buenos Aires y en Mendoza, en donde los comerciales Ezcurrua y
Soza son agentes suyos. Debió enfrentar el bloqueo napoleónico que le causó
muchos problemas, y tras la reconquista española, Eyzaguirre debió reestructura
sus negocios y cimentar un nuevo proyecto, la llamada compañía de Calcuta.
El 13 de septiembre de 1808 contrajo matrimonio con María
Teresa de Larraín y Guzmán Peralta.
Actuación durante la independencia
En 1810 fue electo alcalde del cabildo de Santiago. Desde
tal posición, encabezó la resistencia de los vecinos de la capital contra los
atropellos cometidos por el gobernador Francisco Antonio García Carrasco, hasta
conseguir su renuncia.
Promotor de la primera junta de gobierno, al convocarse a
elecciones para un Congreso Nacional, intervino notoriamente a favor parte del
grupo de los llamados moderados al que él pertenecía, y que estaban
representados por el cabildo, en contraposición al grupo exaltado de Juan
Martínez de Rozas y la junta de Gobierno. Su estrategia dio resultado y el
grupo moderado obtuvo mayoría en el congreso, siendo electo el mismo Agustín
diputado por Santiago, aunque al poco tiempo presentó su renuncia, que fue
rechazada.
Al entrar a la arena política José Miguel Carrera con un
golpe de estado el 4 de septiembre, el grupo moderado quedó totalmente fuera
del fuego político. Eyzaguirre fue expulsado del parlamento a expresa petición
de Carrera, tanto por su postura política y supuesta apariencia de godo, como
por la necesidad de reducir a 6 el número de diputados por Santiago.
Eyzaguirre se retiró entonces a la vida privada, de la que
no saldría hasta la invasión al territorio chileno llevada a cabo por el general
realista Antonio Pareja en 1813. Al tener la necesidad de combatir contra los
realistas, Carrera dejó al mando en manos de una junta compuesta por José
Miguel Infante, Francisco Antonio Pérez y Agustín de Eyzaguirre. Las primeras
medidas del nuevo gobierno tuvieron por objeto solucionar del mejor modo
posible las necesidades de la guerra. Excitó el espíritu público de los
ciudadanos, promovió donativos voluntarios para subvenir a los gastos
extraordinarios, levantó batallones y proveyó de municiones y víveres al
ejército.
La importancia de lo militar no significó que se dejaran de
lado otras medias destinadas a la construcción de la patria, como la
declaración de la libertad de prensa, la fundación de la Biblioteca Nacional y
del Instituto Nacional. El 7 de marzo, al cabo de once meses, Eyzaguirre y sus
colegas cesaron en sus funciones gubernamentales, recibiendo un voto de gracia
de la nación por sus desvelos. Todas estas actividades le valieron, tras la
derrota en Rancagua de las armas chilenas y la reinstauración del dominio
español, ser apresado por las fuerzas realistas y confinado en prisión, en la
isla Juan Fernández.
En una misiva dirigida a su esposa Teresa Larraín, entrega
un testimonio de su reclusión:
Ya llevo quince meses de presidio sin las comodidades en que
he sido educado. Aquí padece el cuerpo con toda especie de males; sufre la
falta de vivienda que toda es un rancho o choza inmunda, lleno de agujeros por
todas partes; se llueve como afuera, a pesar de haberla techado y costado por
cien pesos. Para poder dormir sin mojarse es preciso poner un cuero en el techo
[...] la infinidad de ratones le roen la paja y al poco tiempo de puesta está
consumida por ellos [...].
Su esposa realizó gestiones, a través de Miguel de
Eyzaguirre en Perú y con el agente en la corte Manuel Antonio de Echevarría,
para obtener la libertad de su esposo. A pesar de que una real cédula otorgó a
los confinados el perdón, el gobernador Casimiro Marcó del Pont suspendió su
aplicación, por lo que la liberación de Eyzaguirre y el resto de los patriotas
debió esperar a la victoria del ejército libertador en Chacabuco, el 12 de
febrero de 1817.
Junta Gubernativa de 1823
Durante el gobierno de Bernardo O'Higgins se mantuvo alejado
de la actividad política, concentrándose en sus actividades económicas,
principalmente en la Compañía de Calcuta, fundada en 1817, que pretendía
contactos mercantiles con los países asiáticos, proyecto que desembocó en un
fracaso. Luego de la abdicación de O'Higgins, el 28 de enero de 1823, se creó una
junta a la que perteneció y fue presidente, junto con Fernando Errázuriz y José
Miguel Infante.
Su primer decreto, del 29 de enero, fue el nombramiento de
nuevos ministros de estado. Ese mismo día se decretó «concluidas las
desavenencias interiores de las provincias y restablecida su libre comunicación
y comercio», pero la situación en el país distaba de ser apacible.
Las fuerzas colectivas reunidas en nombre de la asamblea de
Coquimbo habían avanzado hasta el Aconcagua, pero fueron fácilmente disueltas.
Pero la asamblea provincial quiso conservar su existencia y autonomía hasta la
formación de un nuevo congreso constituyente. En Rancagua, se mantenían fuerzas
acuarteladas bajo el mando de José Joaquín Prieto, que estaban dispuestos a
sostener el gobierno de O'Higgins. En los distritos de San Fernando y Curicó,
bandas de gente armada amenazaban a las autoridades proclamando la revolución contra
el gobierno de Santiago.
El principal peligro de la junta, era que se encontraba
indemne ante las pretensiones de Concepción, apoyadas por Ramón Freire y su
ejército, que tras conocer el cambio de gobierno, se negaron a reconocer a la
nueva junta. Pretendían instalar unan nueva junta, con representantes de las
tres grandes provincias del estado que convocase a un congreso nacional.
O'Higgins había decidido dejar el país y trasladarse a
Europa. Freire, llegado a Valparaíso desde el sur, lo hizo arrestar para que
respondiera por los actos de su gobierno. La junta, al enterarse, intentó
parlamentar enviando como delegado a Joaquín Campiño. Sin llegar a un acuerdo
completo, Freire le anunció a Campiño que se pondría en marcha con sus tropas
hacia la capital, y que fácilmente llegaría a un acuerdo definitivo con la
junta gubernativa.
La junta se encontraba alarmada, pero no se desesperó, y el
17 de febrero invitó a Freire a pasar a Santiago, el cual envió a dos de sus
hombres a parlamentar. De las discusiones se convino en que la provincia de
Santiago formaría una asamblea provincial, como las de Concepción y Coquimbo, y
que las tres representadas en un congreso de plenipotenciarios, harían la
designación del gobierno provisorio que convocase a elecciones.
El clima de tensión y batallas extendió al periodismo,
surgiendo varios periódicos de batalla: El Tizón Republicano, El Clamor de la
Patria, El Imparcial, El Corresponsal del Imparcial, El Interrogante y El
Respondente y numerosos folletos y hojas sueltas que se dedicaban atacar o defender
el gobierno caído y al de la junta, además de atacarse entre ellos mismos.
Las elecciones para reunir la asamblea provincial de
Santiago se iniciaron el 9 de marzo, pero sólo el 29 realizó su apertura
solemne. Ese día en que la junta dejó el mando, después de dar lectura a un
discurso por parte de su secretario Mariano Egaña, que daba cuenta de la
situación crítica del país y la necesidad de restablecer la concordia.
Entre la labor administrativa de la junta, cabe mencionar la
amnistía otorgada a todos los reos políticos, la creación del Boletín de las
Leyes, el restablecimiento de la academia de práctica forense, y el permiso de
sembrar y vender libremente tabaco en el país.
Tras el fin de la junta, Eyzaguirre siguió activo
políticamente al ser electo diputado y senador en 1825 y 1825, hasta que fue
electo vicepresidente de la república por el Congreso Nacional el 8 de julio de
1826, por 20 votos contra 15 de Francisco Antonio Pinto.
Gobierno
Tras la renuncia del presidente Manuel Blanco Encalada debió
asumir el mando como Presidente Interino, tocándole resolver una situación
política y presupuestaria de gran complejidad. La hacienda pública sufría por
un periodo de grave desfinanciación, habiendo fracasado el estanco del tabaco
que estaba en manos de Diego Portales, pues el desbarajuste administrativo,
producido desde la abdicación de Bernardo O'Higgins, impedía cobrar
correctamente las contribuciones, imposibilitando por tanto el pago al ejército
o a los empleados civiles más indispensables.
En el aspecto militar, su gobierno se inició con una
sangrienta sofocación de una conjura realista en Chiloé, que pretendía
restaurar el dominio realista. Los retrasos en los pagos provocaron diversos
motines. A ello se le suma la actuación de los hermanos Pincheiras, célebres
bandoleros de la época, que arrasaban el centro y sur de Chile.
Políticamente, durante su vicepresidencia, se continuó con
el llamado ensayo federalista, que tenía como principal impulsor a José Miguel
Infante. Los resultados resultaron más bien negativos, creando discordias entre
las provincias. Chillán exigía el rango de capital de la provincia de
Concepción, Talca y Valparaíso pretendían que se les consideraran como
provincias independientes, y la provincia de Concepción, cuna del federalismo,
se negaba a aplicarlo.
Como consecuencia de la confusa situación política del país,
el coronel Enrique Campino dio un golpe de estado, que pretendía reemplazar a
Eyzaguirre por el general Francisco Antonio Pinto, quedando él mismo como
vicepresidente El golpe se dio el 24 de enero de 1827, en el que se depuso a
Eyzaguirre, quien aceptó el curso de los hechos y consideró terminado su
interinato, asumiendo en su lugar Ramón Freire, tras la derrota del movimiento
de Campino.
Eyzaguirre describiría así el resultado de su gobierno:
El resultado ha sido que en mi cuadrimestre desgraciado se
restableció el instituto anulado, se nombró rector al de Concepción para
restablecerlo, se dieron fondos para el de Coquimbo, se previno la devastación
de Pincheira y de los bárbaros del sur. Este uno no habréis oído, «se
degollaron tantos a cada correo, se robaron tantos millares de ganado»; el
labrador de Concepción y del Maule han cosechado tranquilos; ha sido vencido el
enemigo al primer encuentro, y se le tenía en el último aprieto según las
últimas comunicaciones, cuyos resultados pueden saberse por momentos; el
crédito ha subido desde el 60 de pérdida al 15, un 45 por ciento; están
preparadas las bases de los tratados con el Perú, que deben reparar la agricultura,
el comercio y la navegación de ambos países; las del resguardo y aduana
examinadas, y propuestas las economías; restablecido el almacén de tránsito
bajo la mano fiscal; pagado el ejército de los vencidos en mi tiempo y de mucha
parte de los atrasados en que lo encontré; quedaron en cajas 138,000 pesos en
vales, que con lo corrido hasta aquella fecha debían subir a más de 160,000; en
pagarés de aduana en Valparaíso más de 200,000, según avisos de su
administrador. Pronunciad sin que oigáis alegaciones indignas de la
magistratura que ejercí y de mi carácter, y concluiré con el héroe griego: No
tengo victorias que ofreceros, y al cabo los triunfos son la obra de la fortuna
y del valor del soldado. Solo os ofrezco y recibo el placer de no haber hecho
verter lágrimas a ningún chileno.
La vicepresidencia fue su última actuación en la vida
pública, tras lo cual se retiró a su hacienda en Calera de Tango, donde murió
el 19 de julio de 1837.
Reconocimiento
Su patriotismo fue prontamente reconocido por el congreso
nacional. Por ley del 8 de agosto de 1837, se dispuso que su retrato, costeado
por el tesoro público, se colocase «en la sala en que se reúnen las dos cámaras
para su solemne apretura» y que se erigiera en su memoria un monumento en que
se grabara la inscripción siguiente:
El Congreso Nacional por decreto de 8 de agosto de 1837,
mandó a erigir este monumento a la memoria de D. Agustín Eyzaguirre, uno de los
primeros y más esforzados defensores de la independencia de Chile; en
testimonio de veneración y gratitud a sus virtudes y eminentes servicios.
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