Kamehameha I, también conocido como Kamehameha El Grande (c.
1758-8 de mayo de 1819), unificó las Islas Hawái mediante batallas y estableció
formalmente el Reino de Hawái en 1810. Estableció lazos de amistad con las
principales potencias del Pacífico, preservando así la independencia de Hawái,
garantizando la paz y la prosperidad para las generaciones venideras. La figura
de Kamehameha destaca especialmente por la vehemencia de su defensa de los
valores tradicionales hawaianos y del sistema kapu que regía las leyes y la
religión. También ha pasado a la historia por la mamalahoe o la Ley del remo
astillado, que sigue en vigor en todo el mundo y que protege los derechos
humanos de los no combatientes en tiempos de guerra. La traducción del nombre
Kamehameha es El Solitario.
En el año 1871, Kamehameha V estableció por decreto la
festividad, Kamehameha Day, en honor al rey Kamehameha I. Esta fiesta sigue
celebrándose todos los años el 11 de junio. Asimismo, se erigió una estatua en
su memoria en Aliʻiōlani Hale, sede del sistema judicial de Hawái. Existen
otras dos estatuas idénticas en Kohala y en el Capitolio de los Estados Unidos.
Unificación de Hawái
Al morir Alapaʻi, le sucedió su hijo Keaweaʻopala.
Kalaniʻopuʻu, sobrino-nieto de Alapaʻi, cuestionó su derecho al trono con el
apoyo de su sobrino Kamehameha. Keaweaʻopala murió en un violento
enfrentamiento en la Bahía Kealakekua y Kalaniʻopuʻu se declaró victorioso.
Gracias a su fiel apoyo, Kamehameha fue nombrado ayudante de Kalaniʻopuʻu.
En 1779, Kamehameha viajó de nuevo con Kalaniʻopuʻu a
Kealakekua Bay. En esta ocasión se encontró con quien él creyó Lono, la diosa
hawaiana de la fertilidad, que llegó a bordo de una "gran canoa con
banderas" (se trataba del capitán James Cook y la nave era el HMS
Discovery). Fue el primer contacto de Kamehameha con el hombre blanco aunque no
sería el último.
Criado en la corte de su tío, Kamehameha adquirió
importancia en 1782, al morir Kalaniʻopuʻu. Aunque el reino pasó al hijo de
Kalaniʻopuʻu, Kīwalaʻō, Kamehameha logró un puesto religioso destacado,
guardián del rey hawaiano de la guerra, Kukaʻilimoku, además del distrito de
Waipiʻo. Sin embargo, ya por aquel entonces existían malas relaciones entre los
dos primos. El motivo fue que Kamehameha entregó a los dioses el cuerpo de un
aliʻi asesinado en lugar de Kīwalaʻō, por lo que cuando un grupo de jefes del
distrito de Kona le ofreció a Kamehameha el reino en vez de a Kīwalaʻō, éste lo
aceptó entusiasmado. Kīwalaʻō fue al poco derrotado en la batalla de Mokuʻohai
y Kamehameha se hizo con el control de los distritos de Kohala, Kona y Hamakua
en Hawaiʻi. Se casó con su hija, la princesa Keōpūolani de Hawái.
Kamehameha se trasladó entonces al distrito de Puna en 1790,
deponiendo a su jefe, Keawemaʻuhili. Keōua, exiliándose a su hogar en Kaʻū, se
aprovechó de la ausencia de Kamehameha e instigó una revuelta. Cuando
Kamehameha regresó con su ejército para aplacar la rebelión, Keōua huyó
atravesando el volcán, que entró en erupción acabando con la vida de un tercio
de sus guerreros, debido a los gases venenosos que se liberaron.
Tras preguntar a un kahuna cúal era la mejor forma de
hacerse con el resto de la isla, Kamehameha decidió construir un heiau a
Kukaʻilimoku, además de colocar el cuerpo de un aliʻi sobre él.
Cuando finalizó la construcción del templo, Kamehameha
invitó a Keōua a reunirse con él. Keōua, se llevó consigo al grueso del
ejército que aún conservaba. En cuanto pisó tierra, uno de los jefes de
Kamehameha le arrojó una lanza. Según algunos testimonios, la esquivó pero cayó
por el fuego de los mosquetes. Los guardaespaldas de Keōua, pillados por
sorpresa, murieron. Con Keōua muerto, quienes le apoyaban capturados o
asesinados, Kamehameha se convirtió en aliʻi nui de todo Hawái.
En 1816 instauró la bandera hawaiana, con la Union Jack
británica en la esquina superior izquierda y ocho barras que representan las ocho
principales islas hawaianas.
Fue nombrado Coronel de las Provincias Unidas del Río de la
Plata por Hipólito Bouchard, corsario francés al servicio del nuevo país
Argentina, enemigo de España, en viaje de circunvalación del globo terrestre,
en agradecimiento a la entrega de dos barcos argentinos sublevados. Parece ser
que, el rey hawaiano fue el Primer jefe de Estado en reconocer a las entonces provincias
Unidas del Río de La Plata, hoy Argentina, como un país independiente, pero son
conjeturas no confirmadas documentalmente.
La ambición de Kamehameha
Los sueños de Kamehameha abarcaban mucho más que la isla de
Hawái; siguiendo el consejo de su esposa preferida Kaʻahumanu, que se convirtió
en una de las figuras más poderosas de Hawái, comenzó a planificar la conquista
de las demás islas del archipiélago. La ayuda llegó de manos de los
comerciantes británicos y americanos, que vendieron armas y munición a
Kamehameha. Dos occidentales residentes en Hawái, Isaac Davis y John Young,
instruyeron a las tropas de Kamehameha en el uso de las armas de fuego.
Ya con nuevas armas, Kamehameha tenía la confianza
suficiente como para trasladarse a las islas vecinas de Maui y O'ahu,
debilitadas por la guerra de sucesión entre los hijos del rey Kahekili.
Kamehameha, ignorante o no de que su rival Kalanikupule también disponía de
armas de fuego y de que planeaba actuar contra él, ya aliʻi nui de Hawái
invadió las islas occidentales.
En 1795, Kamehameha se hizo a la mar con una armada
compuesta por 1.200 canoas de guerra y 10.000 soldados (una cifra sorprendente
para una cadena de islas cuya población no superó jamás los 300.000
habitantes). Kamehameha se aseguró rápidamente las islas de Maui y Molokaʻi,
que apenas contaban con protección, y se dirigió a la isla de Oʻahu,
desembarcando con su ejército en Waiʻalae y Waikīkī. Lo que Kamehameha no sabía
era que uno de sus capitanes, un aliʻi de alto rango de nombre Kaʻiana, había
desertado al bando de Kalanikupule. Kaʻiana había colaborado en el corte de
muescas de la cadena montañosa de Nuʻuanu Pali que, al igual que las
torrecillas de un castillo, servirían de puertos para los cañones de
Kalanikupule.
Cuando Kamehameha avanzó por Pali, sus tropas recibieron el
impacto de los cañones. Desesperado, asignó dos divisiones con sus mejores
guerreros que ascendieran a Pali. Al alcanzar los cañones por detrás, lograron
sorprender a los artilleros de Kalanikupule y hacerse con el control de éstos.
Debido a la pérdida de sus armas, las tropas de Kalanikupule fueron presa del
desorden. Muchos fueron despeñados desde las cumbres de Pali. Kaʻiana murió en
combate; Kalanikupule fue capturado algún tiempo después y sacrificado a Kukaʻilimoku.
Kamehameha era ahora aliʻi nui de toda la parte de Hawái al
este de Oʻahu, pero las islas de Kauaʻi y Niʻihau se le resistían
repetidamente. Cuando intentó invadir las islas en 1796, su gobernador en
Hawaiʻi, Namakeha, encabezó una revuelta en su contra y Kamehameha se vio
obligado a regresar. Volvió a intentarlo en 1803, pero en esta ocasión primero
cayeron enfermos sus guerreros y después el propio Kamehameha, aunque se
recuperó. Durante este tiempo, Kamehameha organizó la mayor armada jamás vista
en Hawái - con goletas construidas en el extranjero y enormes cañones de
guerra, equipada con cañones y llevando un amplio ejército. Kaumualiʻi, aliʻi
nui de Kauaʻi, que había observado cómo Kamehameha componía sus fuerzas
invasoras, decidió que tendría mayores posibilidades negociando que en el campo
de batalla. Es posible que también le influyeran los comerciantes extranjeros,
testigos de las continuas disputas entre Kamehameha y Kaumualiʻi, que ponían en
peligro el comercio de madera de sándalo.
En 1810, Kaumualiʻi se convirtió en vasallo de Kamehameha,
que a partir de entonces sería el único soberano de la cadena de islas de
Hawái.
El primer rey de Hawái
Como rey, Kamehameha dio varios pasos para asegurarse de que
las islas seguían siendo un reino unido incluso después de su muerte. Unificó
el sistema legal y utilizó los productos que obtuvo de los impuestos para
fomentar el comercio con Europa y los Estados Unidos. Kamehameha no permitió a
los no hawaianos poseer tierras, situación que se mantuvo hasta la Gran Mahele
de 1848. Este decreto garantizó la independencia de Hawái en una época en que
las demás islas del Pacífico pertenecían ya a potencias coloniales.
De hecho, el Reino de Hawái que estableció Kamehameha
conservó su independencia, excepto durante un periodo de cinco meses de
ocupación británica en 1843, hasta su anexión a los Estados Unidos en 1898.
Gracias a este legado, Kamehameha se ganó el epíteto de "Napoleón del
Pacífico."
Kamehameha también instauró la Mamalahoa, o la "ley del
remo astillado". Sus orígenes son anteriores a la unificación de la isla
de Hawái, en 1782, cuando durante una incursión, el pie de Kamehameha quedó
atrapado en una roca. Un pescador de la zona, temeroso por su familia, asestó a
Kamehameha un fuerte golpe en la cabeza con un remo, que se astilló. Kamehameha
quedó aturdido y fue dado por muerto, dándole tiempo al pescador y a su
acompañante de escapar. Doce años más tarde, trajeron al mismo pescador ante
Kamehameha para ser castigado. El rey Kamehameha no obstante se culpó a sí
mismo por atacar a gente inocente, regalando al pescador tierras y liberándole
después. Proclamó la nueva ley, "Dejen a toda persona mayor, mujer o niño
tendido junto al camino a salvo". Se calcula que esta ley, que estipulaba
el bienestar de los no combatientes en tiempos de guerra, salvó miles de vidas
durante las campañas de Kamehameha. Se convirtió en la primera ley escrita del
Reino de Hawái y sigue figurando en la constitución estatal hasta el día de
hoy.
A pesar de que acabó con los sacrificios humanos, Kamehameha
fue hasta el final seguidor de la religión hawaiana y de las tradiciones
hawaianas (como el Lua). Creía tan firmemente en su religión y su cultura que
ejecutaba a aquellos súbditos que infringieran el kapu. Aunque recibió a cristianos,
parece ser que no les tomaba muy en serio.
Cuando falleció Kamehameha en 1819, su fiel amigo el Hon.
Ulumāheihei Hoapili ocultó su cuerpo. A día de hoy el lugar donde reposan sus
restos sigue siendo un misterio. En el salón de las estatuas del Capitolio de
los Estados Unidos se encuentra una escultura que le representa.
Uno de sus principales consejeros fue el jerezano Francisco
de Paula Marín y Grassi, quien estuvo a su servicio desde 1795 hasta el final
del rey prestando todo tipo de servicios en asuntos militares, diplomáticos,
económicos y hasta de salud (fue su médico personal).
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