La batalla de San Carlos fue un enfrentamiento desarrollado
en las afueras de la localidad de San Carlos, VIII Región del Biobío (Chile) el
15 de mayo de 1813. Los contendientes eran, por un lado, las fuerzas realistas
al mando de Juan Francisco Sánchez (a quien le había dado el mando Antonio
Pareja por encontrarse éste enfermo, a pesar de lo cual estuvo presente en el
combate, participando de la estrategia), y, por otro, el Ejército Patriota bajo
el mando del general en jefe José Miguel Carrera, con cerca de 4000 hombres.
Antecedentes
Tras la sorpresa de Yerbas Buenas y su posterior avance para
atravesar el río Maule las tropas realistas manifestaron su descontento en la
campaña y no quisieron atravesar el Maule por lo que el brigadier Antonio
Pareja enfermo iniciaba su retirada a Chillán la mañana del día 15 en muy
difíciles condiciones y hostigado constantemente por las avanzadas patriotas.
Los realistas, que al llegar al Maule sumaban más de 5000 se vio bastantemente
reducido debido al retroceso apresurado de éstos que dejando rezagados a muchos
de sus hombres (que luego eran capturados) mientras que otros simplemente
desertaron por lo que no quedaban más de 1500 a 2000 hombres.
Entretanto el general José Miguel Carrera organizaba sus
fuerzas logrando reunir 10 000 hombres de los cuales se dividían en: 3
batallones de infantería, 1 cuerpo de artilleros con 12 cañones, 2 cuerpos de
caballería de línea y 7000 milicianos montados de Santiago y Concepción. Pero
por la poca utilidad de muchos de esos cuerpos milicianos el ejército activo
quedó reducido a 4036 hombres medianamente armados.
Luego de un fatigoso recorrido, los realistas ocuparon la
Villa de San Carlos, en ese lugar enviaron hacia Chillán los bagajes, las
municiones y los enfermos, resguardados por las pocas fuerzas de caballería, al
mando del mayor general Ignacio Justis. Quedaron en San Carlos, a unas tres
leguas de Nuble, unos cuantos hombres con las piezas de artillería.
El general José Miguel Carrera, conocedor de tan propicios
factores, decidió atacarlo en San Carlos, ordenando a su Vanguardia (I
División), comandada por el brigadier Luis Carrera, que le diera alcance e
impidiera su fuga. El brigadier Antonio Pareja ante la fiebre que lo aquejaba
le cedió el mando verbalmente al coronel Juan Francisco Sánchez quien debía
prepararse para el ataque patriota.
La situación de los realistas era difícil, pero también eran
complejas las condiciones para los patriotas. Las divisiones patriotas
avanzaban lentamente desde Longaví debido al mal tiempo y lo difícil del camino,
además las descordinaciones podían provocar que la vanguardia se aventurara
sola por tiempo indeterminado.
La batalla
La primera división al mando de Luis Carrera avanzó
rápidamente para alcanzar a los realistas e intentar detener su retirada para
luego encerrarla con ayuda de las otras dos divisiones.
Los artilleros realistas que cargaban difícilmente las
piezas de artillería se detuvieron para secarlas cuando divisaron a su
retaguardia a los patriotas. Los realistas al ver que era imposible continuar la
retirada hicieron volver dos cañones y romper el fuego para detener a los
patriotas y poder organizarse para la batalla. Sánchez a corta distancia de
aquel sitio puso en una loma la línea defensiva para sus tropas y enfrentar a
los patriotas que se acercaban por el noroeste. La artillería realistas
compuesta por 27 piezas la distribuyo por distintos puntos de su línea, también
se utilizaron las carrozas para la defensa de los fusileros. Los realistas para
la batalla solo contaban con infantería pues los dragones habían sido enviados
en busca de las municiones que llevaban a Chillán.
La artillería realista al mando de José Berganza abrió un
vigoroso fuego sobre los patriotas por lo que estos contestaron con los dos
únicos cañones que contaba la primera división patriota y que fueron de poca
utilidad.
En esos difíciles momentos llegada la segunda división al
mando de Juan José Carrera. En esos momentos fue dada una orden impartida de
que los granaderos atacaran "a la bayoneta" (no está esclarecido si
su origen fue de José Miguel o de Juan José), provocó que los patriotas en su
ataque recibieran las descargas de la artillería realista. Se dispersaron al
pie de su posición, manteniendo los fuegos. La caballería tampoco cargó con
demasiado provecho además ante el mismo ejemplo cargo igualmente el batallón
infantes de la Patria que intento atacar un cuadro realista siendo dispersado
de la misma manera por los fuegos de la artillería. La artillería de la segunda
división empezó a hacer sus fuegos pero fue desmontada ante los primeros tiros,
siendo defendidos en todo momento.
La situación era crítica y José Miguel Carrera aún no
lograba cercar a su enemigo con el objeto de evitar su retirada. Las milicias
de caballería encargadas de ese propósito no lo lograron por la impericia de
sus jefes, que en vez de dar un rodeo para evitar los fuegos de la artillería
se pusieron imprudentemente al alcancé de esté desordenándose ante los tiros
que les efectuaban. Los mismos errores cometió el Regimiento Melipilla quien
desobedeciendo al general, atacó directamente un cuadro realista siendo
dispersado.
Los realistas después de dos horas de combate sin sufrir
muchos daños aunque agotada la munición de artillería, aún contaban con
bastante munición de fusiles por lo que se dispusieron a consumir la victoria
cayendo sobre los confundidos y desordenadas fuerzas patriotas. El general
Carrera solo esperaba la llegada de la tercera división al mando de Juan
Mackenna quien apareció al caer la tarde después de varios llamados. Esta
división se adelantó a reconocer las posiciones realistas y fue a colocarse a
sus espaldas para cerrarle el camino a los realistas, en este proceso se logró
dispersar un destacamento de caballería realista que traía municiones.
La infantería realista provista de bastante munición se
aprestó a atacar a los dispersos patriotas para decidir la batalla pero en ese
momento Mackenna ordeno que la caballería patriota atacase al cuadro realista
logrando contener a esas fuerzas.
Al caer la noche el Ejército Patriota se trasladaba a la
Villa de San Carlos para reorganizarse y contraatacar al amanecer del día
siguiente, dejándose sobre la posición realista una vigilancia que sería
burlada. Pareja y el ejército realista emprendieron ésa noche su precipitada
retirada hacia Chillán, perdiendo varios pertrechos, prisioneros y sufriendo ambos
bandos serias bajas. La persecución por parte de los patriotas se retomaría por
la mañana, al descubrir Carrera la huida del enemigo. Aun así las avanzadas
patriotas entorpecieron el cruce de los realistas en el río Ñuble haciéndoles
perder varios pertrechos y cañones. Las tropas patriotas pronto llegarían igual
a las orillas del río pero ya bastante tarde producto del desorden de las tropas
para detener a los realistas.
Consecuencias
La batalla dejó un resultado poco claro; la poca experiencia
y la indisciplina de las fuerzas patriotas obstaculizaron su oportunidad de
acabar definitivamente con las fuerzas realistas, pudiendo haber obtenido un
triunfo decisivo.
Los realistas prosiguieron su fatigosa retirada hacia
Chillán, donde llegaron la noche del 16 de mayo de 1813, cuando los jefes
realistas organizaron nuevamente el ejército que estaba bastante debilitado y
que casi fue aniquilado.
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